Monday, May 21, 2018

Norma en Houston


Foto: Lynn Lane

Ramón Jacques

Concluyó una temporada más de la ópera de Houston con Norma, una obra poco vista en este escenario, pero que siempre contó con destacadas sopranos en la cúspide de sus carreras como: Renata Scotto, Ghena Dimitrova y Carol Vaness.  Considerando que la última vez que la obra se montó aquí fue en abril de 1996, estas funciones servirían como una reintroducción con el teatro, así como el primer encuentro de muchos asistentes, sobre todo de jóvenes, con esta joya belcantista. Hoy, la atención se centró en la soprano Liudmyla Monastyrska quien no defraudó en su interpretación.  Su voz posee un agradable color oscuro, homogeneidad, proyección y variedad en los colores con los que supo darle sentido e intención a su canto. Aunque es más conocida por papeles dramáticos, Monastyrska mostró flexibilidad y sutileza que adaptó al belcanto, logrando conmover En el papel de Pollione Chad Shelton tuvo un correcto desempeño vocal y actoral; es un tenor muy confiable, pero en esta función cantó por momentos fuera de estilo, privilegiando el empuje sobre el refinamiento vocal.  Gustó la mezzosoprano Jamie Barton en Adalgisa, un papel que ha madurado con el tiempo y que canta con mayor soltura, adquiriendo cuerpo y alegre coloración. Como Oroveso el bajo Peixin Chan mostró una voz profunda y oscura, pero nada más; y correcta estuvo Clotilde de la mano de Yelena Dyacheck.  Muy bien por el coro, y notable la ejecución de la orquesta dirigida por Patrick Summers, que emitió una variedad de colores y matices, con dinamismo y vivacidad, así como precisión en el acompañamiento con las voces.  La parte escénica dejo dudas, si bien el marco es funcional, desconcierta imaginar relación entre algunos símbolos utilizados con la trama, como el tiempo en el que se sitúa, los poco atractivos vestuarios, la peluca rubia de la protagonista o el enorme toro metálico que entra al escenario y que se utiliza como hoguera. En el contexto, la dirección escénica de Kevin Newbury pareció ser una serie de ocurrencias propias sin sentido.  Si esta es una coproducción entre importantes teatros de ópera (San Francisco, Chicago, Toronto y Barcelona) uno se preguntaría ¿Cuáles serían los criterios por los que se llegó a un acuerdo para elegir este montaje sobre otros?  Cabe mencionar que esta fue la última producción de la compañía fuera de su sede original.  El Wortham Center que sufrió daños con el huracán Harvey, reabrirá sus puertas e mediados del mes de octubre del presente año con El Holandés Errante.

Aída en el Teatro alla Scala de Milán


Foto: Brescia&Amisano

Massimo Viazzo

¡Fue una fiesta para Franco Zefirelli, ya que su amada e histórica Aida del año 63, se puso de nuevo en escena en el Teatro alla Scala! El superintendente Alexander Pereira la programó con motivo del cumpleaños 95 del director de escena toscano.  A la distancia de más de medio siglo, esta producción demuestra aun su quintaescencia evocativa que por derecho se considera entre sus mejores trabajos. Todo en esta Aída es como un espectador se lo puede imaginar: con templos, la esfinge del Nilo, donde hay ritualidad, pompa y misterio.  Las escenografías de Lila De Nobili están inspiradas en la mejor tradición del siglo 19, así que el espectáculo de Zefirelli puede considerarse como que ha emanado directamente de esa tradición.  Si bien es cierto, Aida no podría más ser representada de este modo.  El Egipto oleo grafico zefirelliano no tiene más razón de ser.  Muchas cosas han pasado y cambiado ya, por ejemplo, la concepción del espacio escénico, donde los cantantes comenzaron a parecerse más a actores, y los directores de escena a ‘releer’ los libretos buscando (a veces demasiado) los significados ocultos.  Esta Aída entró ya por derecho en el mausoleo de los espectáculos de referencia de las obras maestras verdianas, por lo que es justo definirla como ‘histórica’. Recuerdo que esta reposición fue firmada por Marco Gandini. La parte musical fue concertada desde el podio por un muy atento e inspirado Daniel Oren. Ya desde el inicio del preludio, una movilidad dinámica y agógica poco común dio a entender que se estaba frente a una dirección de orquesta no rutinaria, si no en una en la que la búsqueda y el análisis tomarían el control. Muy bien estuvo el director israelí calibrando a la orquesta, aun en los momentos más grandiosos y rutilantes.  En general, del homogéneo elenco, gustó el squillo tenoril de Jorge de León, un Radamés que llegó de último momento para sustituir al indispuesto Fabio Sartori; la delicadeza y tenacidad de la Aida de Krassimira Stoyanova (aunque su dicción pareció ser un poco problemática; la presencia vocal y escénica de Violeta Urmana, una Amneris de varias facetas y determinada, mientras que Amonasro fue interpretado por un cautivante George Gagnidze. Muy apreciados también estuvieron los dos bajos: Vitalij Kowaljow y Carlo Colombara, el primero, interprete de un carismático Ramfis, y el segundo como un correcto y seguro rey de Egipto. Finalmente, el cuerpo de ballet del Teatro alla Scala pudo mostrar todo su valor, como también lo hizo el coro, aunque esta ya no es una novedad.

Magdalena Kožená en el Palacio de Bellas Artes, México D.F.




Il Segreto di Susanna / La Voix Humaine - Teatro Regio di Torino


Foto Ramella&Giannese - Edoardo Piva

Renzo Bellardone

Così come è sempre divertente rivivere le opere di repertorio che ben conosciamo e che ci danno appunto la sicurezza del ’conosciuto’, a me diverte pure la scoperta del nuovo o del poco conosciuto e da ‘non musicista’ assaporare sonorità più vicine a noi, ambientate con scene e luci contemporanee. Il dittico assaporato al Regio di Torino ha offerto anche questo.  Il segreto di Susanna, su libretto di Enrico Golisciani, Wof Ferrari lo compose per gli allievi del Liceo Musicale di Venezia, ma debutta a Monaco di Baviera nel 1909. La prima italiana la dirige Riccardo Dellera al Teatro Costanzi di Roma nel 1911, Arturo Toscanini la propone poi al Dal Verme di Milano nel 1918. Nel 1920 l’opera debutta al Teatro Regio di Torino, con la diciassettenne Toti Dal Monte come protagonista ed a dirigere Héctor PanizzaL’opera comique torna ora al Regio di Torino con la brillante, movimentata ed accurata regia di Ludovic Lagarde. L’intermezzo è musicalmente  di rilievo fin dal la brillante sinfonia iniziale, sovente  eseguita in programmi concertistici, ed addirittura  incisa da direttori come Victor de Sabata e Gianandrea Noseda. La struttura dell’opera è decisamente ispirata alla Serva Padrona di Pergolesi:un baritono, un soprano ed un servo muto! Le citazioni musicali sono evidenti: Mozart, Rossini, Verdi ed anche Debussy. Dopo essersi affermato nel ruolo del Conte Gil con enorme  successo a Parigi, Lussemburgo e Liegi, il baritono Vittorio Prato propone il ruolo anche sul palcoscenico del Teatro Regio di Torino: espone qui  un timbro ed una eleganza in scena (grazie anche alla sua fisicità)  davvero non comuni, con un bel colore e tono potente e rilevante, vocalità pulita. Sul podio Diego Matheuz si presenta a Torino quale giovane, attento e preciso direttore che coinvolge buca e palco con maestria e tecnica. 
Ha un gesto molto chiaro e punta alla qualità con attenzione e rigore. Davvero simpatica la scenografia contemporanea di Antoine Vasseur che ospita tutta la vicenda in salotto; la scenografia girevole diverrà poi l’appartamento della donna appesa al filo del telefono, arricchita dai video che sottolineano la disperazione dell’abbandono, curati da Lidwine Prolonge; Le luci di grande effetto e davvero ben utilizzate secondo il disegno di Sébastien Michaud  lasciano il bianco dominante per per la disperazione della Voix Humaine, mentre si colora con variazioni moderne per il divertente Segreto: il fumo di Susanna! I costumi di Fanny Brouste sono pertinenti ed azzeccati: divertenti nel segreto ed eleganti poi in la Voix. Anna Caterina Antonacci qui è divertente espansiva con timbricità ed interpretazione di rilievo. Interessante anche il servo muto Bruno Danioux.  i della sua generazione. Negli anni in cui Francis  Poulenc compose l’opera su testi di Cocteau, non esistevano i cellulari, tutti gli apparecchi elettronici da cui siamo schiavizzati nei nostri giorni e quindi non esistevano neppure le molteplici suonerie cui ci siamo assuefatti. Il telefono era un apparecchio fisso, esclusivamente con il  filo, la linea poteva cadere, c’erano le centraliniste. Il genio di Jean Cocteau diede vita a una pièce teatrale che vedeva in scena una donna sola, che al telefono cercava di intrattenere l’amante che l’aveva abbandonata, raccontando bugie e professando continuamente il suo amore. La donna al telefono, sul palcoscenico del Regio di Torino è la versatile  Anna Caterina Antonacci ; poliedrica vocalmente può attraversare diversi repertori  dall’opera barocca fino a Britten ed ai giorni nostri protagonista delle opere di Marco Tutino. Collabora da tempo con Federico Ferri e l’Acccademia degli Astrusi.In la Voix Humaine traspare quanto la drammaturgia sia importante per l’Antonacci che l’accompagna nelle recite e la coadiuva nell’espressione dei bei toni morbidi o acuti fino allo squillare, che inevitabilmente la porta ad essere acclamata.  L’interpretazione attoriale  è fantastica, sapendo muoversi con naturalezza assoluta tra una stanza e l’altra, dando davvero l’illusione che è sola..senza pubblico, senza nessuno: ha creato una bolla temporale in cui il resto era escluso. In questa bolla solo l’eccellenza della sua voce chiara, lineare ricca di colori ed emozioni.

10 questions to Antje Schupp (stage director)

Photo: Andreas Tobias

Oxana Arkaeva

Did theatre play a significant role during your childhood?

Not very much. Playing the piano and classical music was much stronger than theatre. I always read a lot though. I got in touch with the performing arts by reading sketches of the famous Bavarian comedian Karl Valentin when I was about 12 years old, immediately falling in love with his work. These were my first steps in getting involved with the performing arts.

Why did you decide to become a stage director?

After I recognised, that this profession satisfies many different skills and passions, that I have. It is a profession which enables me to work with what I love: theatre, performance, music, literature - art in almost all its forms. I genuinely believe in the power of performing arts and what they can create.

Was there a person, who acted as a role-model in your artistic development?

There are many people, who influenced me, so I could not name a role model. There are many artists, whom I deeply admire and get inspired by their work. To name one: Christoph Schlingensief.

What was your first ever personal staging and where?

That was when I started studying directing in Munich at the Bayerische Theaterakademie August Everding. By the end of our first year, we had to stage a 20min play. It was "The pillowman" by Martin McDonagh.

Do you love opera and opera singers?

I love opera, but I do not love opera singers for being opera singers. It is a chosen profession as I chose mine. However, it is vital for me, to work with respect and love with not only singers but with everyone involved in a production. Depending on how the dynamic in a group is, I might not always succeed. However, I try.

What is the greatest challenge to work with an opera singer?

I could not think of something general. I do not consider working with singers as a challenge in terms. Working together with performers of all kinds is Giving and Taking. In each case it is important to define how much both sides are willing to give and to take. 

Is there something you would like to change in their singers-mentality?

There is no general answer. I have worked with singers, who are open-minded, curious and creative. I have worked with singers, who are sceptical, have attitudes or play games. Naturally, working with the first kind is more fun. I do think though; there could be more space in the opera business for experiments, taking risks and maybe even failure. The expectation which singers must function like a clockwork is an awkward one to me.

Is there a message hidden in your stagings or behind your work: politics, arts or both?

If I succeed, then both.

How would you describe the way you work or/and stage?

I like to prepare a long time in advance to give my thoughts time to develop. I can stage very fast and create even full hour performances in one week, but I prefer more time. In the rehearsals itself, I sometimes work quite intuitively, which is possible, if I generally know what I am aiming at.

What are you dream opera/drama you would like to stage?

That is quite a classical one: Don Giovanni. Moreover, I hereby out myself as a Mozart Fan.


Orfȇvrerie fine teintée de sang- Fabio Luisi dirige Cardillac de Hindemith au Maggio Musicale Fiorentino


Foto: Maggio Musicale Fiorentino

Suzanne Daumann

Or et sang, or et sexe: le chef d’oeuvre de Hindemith et Lion parle de l’essence mȇme de la vie humaine, et des ses symbols les plus puissants. Le protagoniste, Cardillac, est un orfèvre qui aime tant ses créations qu’il en tue les acheteurs pour les reprendre. Dès le début, nous sommes confrontés à la violence et la façon dont elle engendre la violence: la foule - le choeur magnifique du Maggio Musicale - évoque la série de meurtres mystérieux dans la cité, différentes fractions se forment quant à la solution du problème, des affrontements ne sont pas loin lorsqu’apparaissent divers boucs émissaires. Un lynchage est évité seulement par l’apparition du prévôt qui annonce la création d’une court de justice spéciale et sévère qui poursuivra ces crimes. Dès le début, nous sommes atteints au coeur par la musique de Hindemith. Elle est sobrement expressive, finement orchestrée, presque plus musique de chambre qu’opéra, tant il y a de petits ensembles et de solos. Fabio Luisi dirige le merveilleux orchestre du Maggio Musicale et une distribution formidable avec juste ce qu’il faut d’expressivité, soulignant tous ces moments de beauté sublime, laissant le temps au drame de se développer. Et nous les suivons vers les régions sombres du coeur humain… La mise en scène de Valerio Binasco est sans prétention, la belle scénographie de Guido Fiorato, sobre et sombre, et les costumes de Gianluca Falasco qui évoquent les années de création de l’opéra, tout s’accorde parfaitement à la musique, créant un cadre juste comme il faut pour cette oeuvre sombre. Et le drame prend son essor: la foule se disperse, reste seul un couple d’amants. Elle lui demande une preuve de son amour avant de se donner à lui - un bijou fait par Cardillac. Dans sa chambre ensuite, elle l’attend, chantant son désir. Il arrive, il apporte le cadeau, ils sont dans les bras l’un de l’autre. Le soprano doré de Jennifer Larmore et le ténor chaud et doux de Johannes Chum se réunissent en joie et or, et les vents chantent d’harmonie et bonheur. Hélas, voilà des dissonances   pleines d’angoissse et Cardillac et la mort. Après l’entracte, nous sommes dans la maison de Cardillac, où sa fille s’affaire autour de lui. L’arrivée du marchand d’or, chanté par Pavel Kudinov, manifestement mal à l’aise en présence de l’orfèvre, donne la première indice d’un soupçon public contre Cardillac. Les deux hommes s’en vont et la fille, restée seule, chante sa détresse - elle aime un officier et il l’aime en retour, mais se sent obligée envers son père. Arrive ensuite l’amant, suivi de Cardillac, s’ensuivent des ensembles entre les trois qui sont parmi les moments les plus émouvants dans le répertoire de l’opéra. Le baryton Martin Gantner chante un Cardillac convaincant et émouvant, et sa voix chaude et volatile se mȇle merveilleusement avec le soprano clair et doré de Gun-Brit Barkmin et le ténor résonnant de Ferdinand von Bothmer, respectivement la fille et l’officier. L’orchestration souligne les maints aspects de ce triangle père - fille - amant, et de nouveau Fabio Luisi et l’orchestre ont fait des merveilles, gardant l’énergie et tenant le suspense jusqu’au bout. Vers la fin se pose la question de la loyauté: l’officier ayant acheté un bijou à Cardillac, celui-ci l’agresse et le blesse au bras. L’officier veut rester loyal envers sa nouvelle famille et décide de couvrir Cardillac. Celui-ci, en revanche, reste loyal à ses principes, ou peut-être à sa folie, et se rend. La foule le lynche alors. Une fois la soif de sang épanché, le désir de vengeance exaucé, Cardillac est de nouveau considéré comme le grand artiste et finalement sa propre victime. De loin, on entend chanter les filles du Rhin de Wagner leur incantation „Rheingold“. C’est donc ici que la malédiction de l’Or du Rhin oeuvre maintenant? Est-ce que Cardillac aurait développé la même folie s’il avait travaillé un autre matériel? Pour ceux qui vont à l’opéra pour trouver de la stimulation intellectuelle en plus des sons glorieux, cette oeuvre est un régal et la production lui rend amplement justice. Bravi tutti, et merci au Maggio Musicale!


La italiana en Argel en Buenos Aires


Fotos: M Parpagnoli

Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
  
Buenos Aires, 04/05/2018. Teatro Colón. Gioachino Rossini: L'Italiana in Algeri (la italiana en Argel). Ópera en dos actos. Libreto de Angelo Anelli. Joan Anton Rechi, dirección escénica. Claudio Hanczyc, escenografía. Mercè Paloma, vestuario. Sebastián Marrero, iluminación. Coproducción del Teatro Colón con la quincena musical de San Sebastián y el Festival San Lorenzo del Escorial (Madrid, España). Nancy Fabiola Herrera (Isabella), Nahuel Di Pierro (Mustafá), Xabier Anduaga (Lindoro), Damon Ploumis (Taddeo). Oriana Favaro (Elvira), Mariana Rewerski (Zulma), Luis Gaeta (Haly). Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Director del Coro: Miguel Fabián Martínez. Director Musical: Antonello Allemandi.

El Teatro Colón ofreció una nueva producción escénica de L’Italiana in Algeri, cuyo mayor pecado fue el tedio, en una versión musical y vocal prolija, pareja y ajustada pero sin demasiadas aristas de excelencia. Joan Anton Rechi ambientó la obra vagamente entre las dos Guerras Mundiales en un Casino en Argelia con espectáculos de revista. La idea en sí no pareció a-priori desacertada pero la concreción de la misma intentando que toda la comicidad pase por unas sirvientas que se desmayan en todo momento y por un grupo de varones con barba disfrazados de mujeres que se mueven constantemente en el escenario, duplican las acciones o danzan sin un objetivo claro, no condujo a la comicidad sino a la monotonía.  La reiteración de recursos y de ideas bordeó permanentemente el grotesco y la sucesión de cuadros plenos de brillo por el dorado casi omnipresente no molestó pero no aportó absolutamente nada. Bien pensada y ejecutada la escenografía simétrica de Claudio Hanczyc, pleno de brillos el vestuario de Mercè Paloma y en estilo con el concepto de la puesta la iluminación de Sebastián MarreroAntonello Allemandi condujo a la Orquesta Estable con pericia, tiempos en general adecuados, aunque en algunos momentos un poco lentos y buen balance entre el foso y la escena. Correcto el Coro Estable, que prepara Miguel Martínez, en sus breves intervenciones. 
Nancy Fabiola Herrera como ‘Isabella’ se desempeñó con ajustada corrección y profesionalismo pero nunca logró ser el centro de la acción tanto vocal como actoral como corresponde al protagónico de esta obra; es indudable que sus compromisos canoros de los últimos tiempos con un sinnúmero de funciones de Carmen de Bizet, sumados a Dalila, Éboli o Fenena la han alejado de las coloraturas rossinianas y en ellas fue donde radicó su mayor dificultad. El argentino Nahuel Di Pierro fue un 'Mustafá' de perfecta actuación y muy buen nivel vocal, se advierte su constante crecimiento artístico y su seguridad y aplomo como artista. El joven tenor vasco Xabier Anduaga (Lindoro) mostró excelentes condiciones vocales, grata estampa, registro parejo aunque un poco metálico, buenas coloraturas y agudo seguro. Correcto desempeño sin más el de Damon Ploumis como 'Taddeo' mientras que Luis Gaeta (Haly) aportó veteranía vocal y ductilidad actoral. Ajustadas y solventes las intervenciones de Oriana Favaro (Elvira) y Mariana Rewerski (Zulma) quienes aportaron gracia y belleza a una puesta con mucho brillo pero sin sustancia.


Ópera Nacional de Paris: Temporada 2018-2019


Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica

La Ópera Nacional de París ha presentado su próxima temporada 2018-2019 que incluirá diecinueve óperas -de las cuales siete serán nuevas producciones- y catorce programas de ballet -incluyendo seis nuevas producciones- a desarrollarse en sus dos sedes del Palacio Garnier y de la Ópera de La Bastilla. Uno de los programas será mixto con dos obras de Piotr Ilich Chaicovski compuesto por una ópera (Iolanta) y un ballet (El cascanueces). Están previstos, también, conciertos sinfónicos y de cámara, recitales, espectáculos en otras sedes, para jóvenes, de la Escuela de Danzas, de la Academia de la Ópera Nacional de París, exposiciones y el espacio de creación digital denominado 3º scèneLa Temporada se iniciará el lunes 3 de septiembre con la presencia de la Compañía Martha Graham Dance Company y concluirá el domingo 14 de julio de 2019 con las últimas representaciones de dos espectáculos de danza: en el Palacio Garnier el doble programa con coreografías de Mats Ek formado por Another place y Boléro, y en La Bastilla la postrera de Tree of codes.

Danza

La Temporada de Ballet se iniciará, en el Palacio Garnier, con la presencia de la Martha Graham Dance Company con dos programas diferentes con cuatro obras cada uno. Una Gala, el 27 de septiembre de 2018, dará inicio formal a la Temporada de danza. Desde el primero de octubre ocupará la cartelera Decadance con coreografías de Ohad Naharin también en el Palacio Garnier. Se incluyen los tradicionales La cenicienta, El lago de los cisnes y El cascanueces, un homenaje a Jerome Robbins, la adaptación coreográfica de La dama de las camelias, de Alejandro Dumas hijo, coreografiada por John Neumeier, programas mixtos, nuevas coreografías, la presencia de la Compañía Rosas que dirige Anne Teresa De Keersmaeker y espectáculos de la Escuela de Danza. La mayoría de los programas de danza se desarrollarán en el Palacio Garnier, salvo La cenicienta (noviembre/diciembre de 2018) con música de Prokofiev y coreografía de Rudolf Nureyev, El lago de los cisnes (febrero de 2019) y Tree of codes que con coreografía de Wayne McGregor y música de Jamie xx, reunirá la compañía del coreógrafo junto al Cuerpo de Ballet de la Ópera de París, que se ofrecerán en La Bastilla. Anticipando los planes para el cuatrimestre septiembre-diciembre de 2019 ya se anunciaron dos nuevos espectáculos ballet uno con el doble programa formado por el estreno de At the hawk’s well y la reposición de Blake works I (dieciocho funciones entre el 20 de septiembre y el 17 de octubre de 2019) y otro con coreografía de Crystal Pite que subirá al escenario del Palacio Garnier entre el 26 de octubre y el 23 de noviembre de 2019.

Temporada Lírica

Iniciará la temporada lírica la reposición, en La Bastilla, de la puesta de Peter Sellars de Tristán e Isolda de Wagner con Andreas Schager como Tristán y Martina Serafin en el rol de Isolda con la dirección orquestal de Philippe Jordan y la participación de René Pape, Matthias Goerne y Ekaterina Gubanova. Le seguirá una de las apuestas fuertes de la temporada: la nueva puesta en escena de Les Huguenots de Giacomo Meyerbeer a cargo de Andreas Kriegenburg, la dirección musical de Michele Mariotti y los cantantes Diana Damrau, Bryan Hymel, Ermonela Jaho, Karine Deshayes, Cyrille Dubois, Nicolas Testé y Florian Sempey, en los roles principales. Están previstas 9 representaciones entre el 28 de septiembre y el 24 de octubre, más la Avant-première del 25 de septiembre para menores de 28 años.

Al día siguiente de la primera representación de Hugonotes en La Bastilla la otra sede, el Palacio Garnier, será escenario del estreno mundial de Bérénice de Michel Jarrell (compositor nacido en 1958) con texto basado en Racine. Empuñará la batuta el director musical estable de la Opèra National de Paris, Philippe Jordan, y se contará con la presencia de los cantantes Barbara Hannigan, Bo Skovhus y Florian Boesch. El abucheado Claus Guth por su controvertida puesta de La Bohème en diciembre de 2017 estará a cargo de la puesta en escena de este estreno mundial (9 funciones entre el 29 de septiembre y el 17 de octubre de 2018). Antes de culminar este año subirán a escena las reposiciones de La Traviata de Verdi con las últimas 17 representaciones de la puesta de Benoît Jacquot -está prevista una nueva producción escénica que reemplazará a la de Jacquot para septiembre de 2019- y Aleksandra Kurzak y Ermonela Jaho en el protagónico, de L’Elisir d’amore con la chispeante puesta de Laurent Pelly con Lisette Oropesa y Valentina Naforniţă como Adina y Vittorio Grigolo alternándose con Paolo Fanale como Nemorino y la dirección musical de Giacomo Sagripanti, y de La Cenerentola de Rossini protagonizada por Marianne Crebassa y la participación de Lawrence Brownlee, Florian Sempey, Adam Plachetka y Alessandro Corbelli con la batuta de Evelino Pidò. Mientras que será nueva producción, a cargo de Calixto Bieito, la de Simon Boccanegra de Verdi con Fabio Luisi en el podio y el protagónico de Ludovic Tézier.

El 2019 se iniciará con la versión escenificada por Romeo Castellucci con dramaturgia de Christian Longchamps del oratorio Il primo omicidio de Alessandro Scarlatti que se ofrecerá desde el 24 de enero en el Palacio Garnier con la dirección de René Jacobs. Inmediatamente una nueva producción de Les Troyens de Hector Berlioz, con dirección de Philippe Jordan con la participación de Elīna Garanča, Bryan Hymel, Stéphanie d’Oustrac, Véronique Gens, Stéphane Degout, Michèle Losier y Cyrille Dubois. La monumental obra, que está programada en razón de los 30 años de la sala de La Bastilla de la que fue la ópera inaugural, se verá desde el 25 de enero de 2019 y en seis oportunidades más con la puesta de Dmitri Tcherniakov.

La cuota francesa contará, además, con la reposición de la visión de Calixto Bieito de Carmen de Bizet con Anita Rachvelishvili y Ksenia Dudnikova encarnando a la gitana, Roberto Alagna y Jean-Francois Borras como Don José, Nicole Car y Anett Fritsch cantando Micaela, Roberto Tagliavini como el torero Escamillo y el maestro suizo Lorenzo Viotti empuñando la batuta (catorce funciones en los meses de abril y mayo de 2019).

La Temporada incluirá cuatro títulos de Verdi: los ya comentados Traviata y Simon Boccanegra más Otello -reposición de la puesta de Andrei Șerban con Roberto Alagna, Aleksandrs Antonenko, Aleksandra Kurzak, Hibla Gerzmava y George Gagnidze, con la dirección de Bertrand de Billy- en marzo y abril de 2019; y La forza del destino, en junio/julio de 2019, con Anja Harteros y Elena Stikhina como la desdichada Leonora, Željko Lučić como el rencoroso Don Carlo di Vargas, Brian Jagde como el desventurado Don Alvaro y Varduhi Abrahamyan como la enigmática Preziosilla; la puesta de Jean-Claude Auvray y la dirección musical de Nicola Luisotti.

Completan los títulos italianos Don Pasquale de Donizetti con la batuta de Michele Mariotti, la puesta de Damiano Michieletto y un elenco formado por Michele Pertusi, Pretty Yende, Javier Camarena y Mariusz Kwiecień (marzo/abril de 2019), y Tosca de Puccini que contará con la dirección musical de Dan Ettinger. Anja Harteros, Sonya Yoncheva y Martina Serafin darán vida a la diva romana, mientras que Jonas Kaufmann y Marcelo Puente serán Cavaradossi y el maligno Scarpia será interpretado por Željko Lučić y Luca Salsi; se repone la puesta de Pierre Audi de 2014. Vuelve a la escena la puesta de Robert Carsen de Rusalka de Dvorak dirigida por Susanna Mälkki con Camilla Nylund en el protagónico, Klaus Florian Vogt como el Príncipe, Karita Mattila asumiendo el rol de la Princesa Extranjera, Ekaterina Semenchuk será Jezibaba la bruja y Thomas Johannes Mayer como Vodnik (seis funciones entre el 29 de enero y el 13 de febrero de 2019 en La Bastilla).

Mozart estará presente a través de La flauta mágica (abril, mayo y junio de 2019) con la clásica puesta de Robert Carsen y con Don Giovanni con nueva puesta en escena confiada a Ivo van Hove, y dirigida por Philippe Jordan, con los cantantes Etienne Dupuis, Philippe Sly, Nicole Car, Jacquelyn Wagner, Stanislas de Barbeyrac, Ain Anger, Mikhail Timoshenko y Elsa Dreisig. Se programaron doce funciones a partir del 11 de junio de 2019. La temporada 2018-2019 se completa con dos espectáculos de compositores rusos: una nueva puesta firmada por Krzysztof Warlikowski de Lady Macbeth de Mzensk de Shostakovich con la batuta Ingo Metzmacher y la participación de Aušrinė Stundytė, John Daszak, Pavel Černoch, y Dmitry Ulyanov; y el doble programa Chaicovski compuesto por una ópera (Iolanta) y un ballet (El cascanueces), ambos con dirección musical de Tomaš Hanus, la puesta y la escenografía de Dmitri Tcherniakov, la coreografía del ballet de Arthur Pita, Édouard Lock y Sidi Larbi Cherkaoui, los cantantes Valentina Naforniţă, Ain Anger, Dmytro Popov, Artur Ruciński, Johannes Martin Kränzle y Sylvie Brunet y los solistas y el cuerpo de ballet de de la casa.

Ya se anunciaron las nuevas producciones líricas para el cuatrimestre septiembre-diciembre de 2019 que incluirá a las óperas La Traviata de Verdi; Las indias galantes de Rameau y El príncipe Igor de Borodin más la producción ideada por Clémence Poésy con madrigales de Claudio Monteverdi (2 al 17 de octubre de 2019 en el Palacio Garnier). La Traviata de Verdi tendrá puesta en escena de Simon Stone y dirección musical de Michele Mariotti se ofrecerá en trece oportunidades entre el 12 de setiembre y el 16 de octubre de 2019 en el Palacio Garnier con Pretty Yende y Nino Machaidze (Violetta), Benjamin Bernheim y Atalla Ayan (Alfredo) y como Giorgio Germont Ludovic Tézier y JeanFrançois Lapointe.

Las indias galantes de Rameau se verá en producción de Clément Cogitore. Participan la Orquesta Capella Mediterránea y el Choeur de chambre de Namur, bajo la batuta del argentino Leonardo García Alarcón, las doce funciones se ofrecerán en La Bastilla. El príncipe Igor de Borodin tendrá dirección musical de Philippe Jordan y escénica de Barrie Kosky. En el elenco estarán John Relyea, Elena Stikhina, Pavel Černoch, Dmitry Ulyanov, Dimitry Ivashchenko y Anita Rachvelishvili en los roles principales (diez funciones entre el 28 de noviembre y el 26 de diciembre de 2019 en La Bastrilla).

Otras actividades

Están programados dos conciertos sinfónicos con la batuta de Philippe Jordan y obras de Bruckner y Mahler, dos galas mixtas de ópera y ballet denominadas ‘Nouvel An à l’Opéra’ en el Palacio Garnier con la batuta de Dan Ettinger, los cantantes Sonya Yoncheva, Bryan Hymel y Ludovic Tézier y las estrellas, los primeros bailarines y el cuerpo de danza de la casa (30 y 31 de diciembre de 2018) y la Gala de conmemoración de los 350 años de la Opéra -creada el 28 de junio de 1669 como ’Académie royale de Musique- que con el concurso de Anna Netrebko y de Yusif Eyvasoy tendrá lugar el 8 de mayo de 2019 también en el Garnier con la batuta de Giacomo Sagripanti. También habrá conciertos de cámara, tanto vocales como instrumentales, exposiciones en conjunto con la Biblioteca Nacional de Francia centradas en el Aniversario de la creación de la Académie royale de Musique y en la Grand Opéra, con el Centre Pompidou-Metz y con el Museo de Orsay, además de Conferencias y los espectáculos de la Academia de la Ópera de París que entre otros programas ofrecerán una versión de Die Fledermaus de Johann Strauss que aparte de presentarse en Bobigny saldrá de gira por diversas ciudades de Francia. Mientras que dentro de la plataforma digital denominada 3º scène se incluirán obras originales de artistas de diversos géneros.

Mayor información en: www.operadeparis.fr

“Motezuma” by Antonio Vivaldi - Theater Ulm, Germany


Photos : Theater Ulm

Oxana Arkaeva

Antonio Vivaldi´s opera “Motezuma”, is a 285 years old opera-excavation and a surprisingly modern piece of the musical theatre. Known until 2000 only as the libretto by Girolamo Giusti, the incomplete score was acquired in the 19th century by the composer Carl Friedrich Zelter for the Gesang Akademie in Berlin. Lost during the Second World War, the archive was rediscovered in 1999 in Kiev, where the Soviet troops have brought their "looted art".  In 2001, Ukraine returned the archives, and in 2002 the original score was rediscovered again counting only 17 of the 28 arias and with no recitatives. The first official „world recording premiere" took place in 2006, when Vivaldi specialist and composer Alan Curtis conducted the recording for the Deutsche Gramophone. Together with Alessandro Ciccolini, he created a version with Vivaldi-style recitatives, replacing the missing arias by other Vivaldi pieces. Further attempts by various artists to bring the opera on staged resolved in the legal dispute at the Civil Court granting the Academy the sole copyright on the composition in 2009. The above-mentioned Curtis/Ciccolini version is the one, the theatre Ulm, as the first opera house in Germany, has chosen for its new production.

The premiere began with the announcement from the Intendant Andreas von Studnitz declaring that the singer of the title role Martin Gäbler is sick and that the company was lucky to find the baritone David Pichlmaier from Darmstadt, as a short-term replacement. Pilchmaier, who managed to learn this incredibly demanding part in just two days, saved the theatre from the very realistic cancellation of the premiere, singing with impressive technical mastery and great musicality. Antje Schupp, who undoubtfully belongs to the young and promising generation of the contemporary German music theatre stage directors, presented the strikingly up-to-date reading of the libretto. Defining the plot as “terrifyingly timeless”, Schupp tells the story about "how power controls people," and of the eternal struggle of the indigenous populations for their rights. The libretto evolves around events of the disempowerment of the title hero Montezuma by the Spanish conquistador Hernán Cortés, here called Fernando. The librettist also added some fictional figures like Fernando´s wife Mitrena, his brother Ramiro, a daughter Teutile and general Asprano. 

The evening that began as the vernissage of the "Motezuma" exhibition at the Prado Museum, undergoes several transformations from the show room to the conference hall in the United Nations and later to the burning ruins of war (impressive stage design by Mona Hapke). The framed pictures on the walls first serve as the text projections offering the story of the meeting that took place on March 1519 between Montezuma and Cortéz, and later as horrifying display of war images, thus visually complementing the action.


But first, snacks and drinks are being served, and guided tour is taking place. The white, clear-lighted hall showcases life-size figures of Mitrena and Teutile dressed in fluffy “Indigenous” clothing, and the sword-swinging Montezuma on the pedestals among baroque paintings and pre-Columbian artefacts. Remaining immovable for the whole overture, they somehow remind of the “Night at the Museum” movie, making curious of what is going to happen next. And indeed, the minute the vernissage is over, the "dead" Aztecs come to life, immediately engaging in the fast-paced action. Undoubtedly dictated by the numerous virtuoso da-capo arias, coloraturas, cantilenas, numerous ornaments, briskly tempos and explosive dynamics, this action and “Motezuma´s” score is very much typical for the 18th-century opera theatre compositions and especially for the style of Antonio Vivaldi. The Philharmonic Orchestra of the city of Ulm under the button of Michael Weiger presented an energetic, swift, though, at time disconnected from the stage, and complemented a. o. by historical instruments, authentic sound.

The staging provides some earnest reflection upon amusing aspects and sheds light upon real historical events and figures. Not shying away from the slapstick, Schupp, often uses little, to express a lot, never overdoing and creating an intelligent, well thought through and sober political satire. Like, when Motezuma shoots an invisible arrow at Fernando, (impressively acted and sung, with virtuoso voice, vocal bite and softness soprano Julia Sitkovetsky), the later falls back jiggling his legs and then laments displaying a bandaged finger. Not so funny though is the scene when Fernando forces Teutile to an oral satisfaction, later treating Motezuma like a dog and pointing his automatic gun at the audience. Later the museum is transformed into the United Nations session hall, where the Conference on the Protection of Indigenous Peoples takes place. While politicians are having a small talk playing with their smartphones, the representatives of indigenous peoples attempt to sue the of the conquerors in front of the human rights tribunal. Their energetic appeal is simultaneously video transmitted creating surreally real atmosphere. The bright stage light suddenly is directed at the audience, making everyone visible and to a participant of this political farce.

Ready to fight, the courageous Mitrena calls for the compassion for "savages" during her big accusation aria (powerful singing and strong stage presence mezzo-soprano I-Chiao Shih). Asprano (first hilarious as the mute figure and later great in her virtuoso trumpet-aria soprano Maria Rosendorfsky) violently waves the ethnic blanket and Motezuma even attempt a suiside. Despite all efforts, their call remains unanswered. The indigenous people seem to have lost and instead the tension rises. The diplomats, just seconds ago were smiling in the cameras, are already fighting. The general Ramiro (wonderfully sang and delightfully acted mezzo-soprano Christiane Boulanger) covered with medals, delivers a slapstick “Little Dictator” show. A quick press of the red button, and the entire world is blown up. Reduced to ruins, with marauding troops taking selfies with severed body parts; the museum is now the place of burned ashes, machine guns and charred bodies: A horrifying and complete destruction.

The joyful Teutile (beautiful in singing and utterly convincing in acting soprano Helen Willis) turns to the grey-haired, old woman. Prepared for the ritual murder and simultaneously filmed, the whole scene resembles the confession video of fundamentalist suicide-murder. A vengeful Mitrena declares revenge while flames blaze around her and the unfortunate Motezuma is being locked up by Aspano in the burning tower, luckily escaping the sure death. In the end, Fernando’s victory is celebrated. Amongst the oversized logos of Apple, McDonald, Shell and Monsanto the forced peace agreement and macabre wedding between Teutile and Ramiro are taking place. On the ruins of the destroyed city, the new, better world will be built. Whether it will become a good one remains open. For now, it is just a transition from the terrifying night in the museum to non less realistic and sober reality.

Gold filigree stained with blood - Fabio Luisi conducts Hindemith’s Cardillac at the Maggio Musicale Fiorentino


Photo: Maggio Musicale Fiorentino

Suzanne Daumann

Blood and gold, love and lust: Hindemith and Lion’s masterpiece deals with the very essence of life as a human being and its most powerful symbols. The protagonist, Cardillac, is a goldsmith, so much in love with his creations that he murders his clients in order to retrieve them. Right from the start, we are confronted with violence and the way it breeds violence: in the initial scene the citizens of Paris are talking about a series of murders in the city, disagreements ensue and several strangers almost get lynched. Right from the start, we are shaken to the core by Hindemith’s music. It is soberly expressive, finely instrumented, close to chamber music in its use of solos and small ensembles. Fabio Luisi conducts the wonderful orchestra and choir of the Maggio Musicale and a marvelous cast with just the right amount of expressivity, highlighting the many instrumental moments of heart-stopping beauty, giving time to the drama to unfold. And we follow him to the darker regions of the human heart. Valerio Binasco’s staging is mercifully unassuming - Guido Fiorato’s sober and sombre scenography, Gianluca Falasco’s costumes that evoke the time of the opera’s creation, everything is in perfect accordance with the piece, stage movements develop from the musical content. As the drama unfolds, after the initial scene, we follow a couple of lovers. In perfect romantic fashion, she tells him she’d be his on the night, if he comes to her with a jewel by Cardillac. She waits for him in her bedroom, singing her desire and he comes and brings the gold, and so she loves him. Johannes Chum’s soft and warm tenor and Jennifer Larmore’s glowing soprano come together in joy and gold and the woodwinds sing harmony and bliss. Still Cardillac needs his creation back and murders the two of them.  After the interval, we find ourselves in Cardillac’s house, where his daughter waits on him. The visit of a gold merchant, sung by tenor Pavel Kudinov, obviously ill at ease in the goldsmith’s presence, opens the first door to public suspicion. Baritone Martin Gantner sings a convincing, moving Cardillac. His mellow and volatile voice blends splendidly with Gun-Brit Barkmin’s bright soprano and Ferdinand von Bothmer’s strong tenor, respectively the daughter and the officer. The ensembles between these three characters must be among the most moving moments of the opera repertoire. The instrumentation underscores the many different aspects of this triangle father-daughter-lover and again, Maestro Luisi and the orchestra are there to hold it all together. Right until the end, they keep up the energy and the suspense. Towards the end, we are confronted with the question of loyalty: The officer has bought a jewel from Cardillac and gets aggressed by him. Cardillac is the serial killer that keeps the city in uproar. Loyal to his new family, the officer decides to cover for him. Cardillac however is loyal to his own principles, or murderous folly, and gives himself up. Before the authorities can get  him, he is lynched by the furious mob. Only then, once the bloodlust is appeased, is he again seen as the great artist, and ultimately his own victim. From afar, we hear Wagner’s Rhinedaughters’ incantation of „Rheingold“. Is this, then, the next stage of the gold’s curse? Had Cardillac developed the same madness if he had worked on some different material?  For those of us who go to the opera to nourish the mind while enjoying the glorious sounds, this work is a treat, and this production does it ample justice. Bravi tutti, thank you, Maggio Musicale Fiorentino!

Aida - Teatro alla Scala, Milano


Foto: Brescia&Amisano

Massimo Viazzo

E’ stata una festa per Franco Zeffirelli: la sua amata e storica Aida del ’63, di nuovo in scena al Teatro alla Scala! Il sovrintendete Alexander Pereira l’ha programmata in occasione del 95° compleanno del celebre regista toscano. E a distanza di più di mezzo secolo questo allestimento dimostra ancora la sua quintessenzialità evocativa che di diritto lo annovera tra i suoi massimi risultati. Tutto in questa Aida è come uno spettatore se lo può immaginare: ci sono i templi, le sfingi e il Nilo, c’è ritualità, sfarzo e mistero. Le scene di Lila De Nobili sono ispirate alla migliore tradizione ottocentesca e quindi lo spettacolo di Zeffirelli può essere considerato proprio come diretta emanazione di questa tradizione. Certo, oggi Aida non potrebbe più essere rappresentata in questo modo. L’ Egitto oleografico zeffirelliano non ha più ragion d’essere. E molta acqua è passata sotto i ponti: è cambiata ad esempio la concezione dello spazio scenico, i cantanti sono diventati sempre più simili ad attori, i registi hanno cominciato a “ri”leggere i libretti cercando (a volte anche troppo!) significati reconditi. Ma questa Aida è già entrata di diritto nel mausoleo degli spettacoli di riferimento del capolavoro verdiano ed è giusto definirla “storica”. Ricordo che questa ripresa è stata firmata da Marco Gandini. La parte musicale è stata concertata dal podio da Daniel Oren, molto attento e ispirato. Già all’inizio del Preludio una mobilità dinamica ed agogica non comuni ci hanno fatto intendere che ci si sarebbe trovati di fronte ad una direzione d’orchestra non di routine, ma in cui lo scavo e l’analisi avrebbero preso il sopravvento. Bravo il direttore israeliano a calibrare l’orchestra anche nei momenti più grandiosi e rutilanti. Del cast, omogeneo nel complesso, è piaciuto lo squillo tenorile di Jorge De Leon, Radames subentrato all’ultimissimo momento in sostituzione di Fabio Sartori indisposto, la delicatezza e tenacia dell’Aida di Krassimira Stoyanova (ma la sua dizione è parsa un po’ problematica), la presenza vocale e scenica di Violeta Urmana, un Amneris sfaccettata e volitiva, mentre Amonasro è stato interpretato da George Gagnidze in modo  trascinante. Apprezzati anche i due bassi, Vitalij Kowaljow e Carlo Colombara, il primo, interprete di un carismatico Ramfis, e il secondo come Re D’Egitto corretto e sicuro.
Infine, il Corpo di Ballo del Teatro alla Scala ha potuto mostrate tutto il proprio valore, come pure il Coro, ma questa non è una novità!