Fotos: Marcello Orselli
Ramón Jacques
Esta tragedia lirica en dos
actos, y penúltima opera, de Vicenzo Bellini con libreto de Felice Romani, fue
compuesta entre enero y marzo de 1883, estrenándose posteriormente en el Teatro
La Fenice de Venecia el 16 de marzo de
1883 con la soprano Giuditta Pasta en el papel principal, pero como tantas
obras no llegó a tener el éxito esperada y a lo largo de los años ha sido
representada muy poco, incluso olvidada por los teatros liricos del mundo,
aunque la Opera de Paris la incluyó como parte de su actual temporada, así como
el Teatro Carlo Felice de Génova, un importante escenario italiano, donde fue
vista por ultima vez hace 60 años y que ahora la escenificó con motivo de la
designación de la ciudad de Génova como “Capital del Medioevo 2024” que entre
otros títulos ha incluido otras obras poco vistas como A Midsummer night’s
Dream de Britten o Il Corsaro de Verdi, entre los menos conocidos, con un
montaje escénico propio y con la edición crítica realizada por Franco
Piperno. A pesar de su débil historia, y las dificultades vocales y
musicales que supone una obra de este calibre, cuanta con paginas canoras
realmente virtuosas, así como emocionantes partes orquestales, ya que es una
obra belcantista en su máxima expresión y la posibilidad de escucharla en
directo alguna vez no debe pasarse por alto. Brevemente, su trama esta basada
en el trágico hecho ocurrido en el Castello di Binasco (cercano a Milán) en
septiembre de 1418 cuando el Duque Fillipo Maria Visconti hace justicia
ordenando la ejecución de su mujer Beatrice di Tenda por adulterio. La trama
involucra a dos personajes más a la cortesana Agnese del Maino, amante de
Filippo, quien a su vez ama a Michelle Orombello, rival político de Filippo y
pretendiente de la propia Beatrice. Agnese decide vengarse sugiriéndole al duque que
Beatrice y Orombello son amantes lo que desencadena el trágico final. La
narración de Romani resalta la ardua relación entre Filippo y Beatrice, en la
que a ella se le representa como una mujer integra, caritativa y humilde que
termina por perdonar a Agnese y a sus verdugos declarándose inocente hasta su
muerte, a diferencia de Filippo, que es un hombre ambicioso ávido de poder y
decidido a ampliar su poder sobre el pueblo. La puesta en escena de Italo
Nunziata enfatiza en la actuación de los personajes ess carácter humilde y
comprensivo de Beatrice, así como la arrogancia e insolencia de Filippo, como
la actitud voluble y vengativa de Agnese, que finalmente termina
arrepintiéndose de su error. Las escenografías
de Emanuele Sinisi aprovechan el amplio espacio del escenario del teatro
Carlo Felice, donde se colocó una plataforma que rodeaba el espacio escénico al
nivel del suelo con escalones. Su
trabajo es austero ya que consiste en paneles que suben y bajan o que entran y
salen por los lados del escenario. Al
fondo cuelga siempre un muro derruido, como recordatorio y prueba del desenlace
como de los trágicos eventos y la tensión que permea la trama. Los elegantes vestuarios de Alessio
Rosetti, sugieren que la historia en escena se lleva a cabo hacia
principios o mediados del siglo XX. Las
mujeres del coro visten refinados vestidos en color ocre y los hombres esmóquines
de color negro. La dirección escénica de
Nunziata es algo estática, ya que no dispone de precisos movimientos, para con
pocos ademanes logra transmitir la angustia y estado de ánimo de los personajes
que describen cabalmente su carácter.
Los dos coros tienen sus entradas de manera individual, pero cuando
ambos se juntan en escena y se quedaban paralizados lucían como si fuera una enorme
pintura o fresco. Contó también la iluminación diseñada por Valerio
Tiberi. El elenco conformado para la ocasión tuvo un elevado
desempeño como el del barítono Mattia Olivieri quien dotó de autoridad
vocal y escénica al personaje de Filippo Maria Visconte, su caracterización fue
la de un despiadado y cruel hombre sin escrúpulos, y vocalmente exhibió una voz
amplia, profunda, bien proyectada, y cargada de musicalidad y sentido. Por su
parte el tenor Francesco Demuro, se movió con desenvoltura y distinción en
sus intervenciones y vocalmente exhibió, un timbre brillante, penetrantes e
intensos agudos, que hacían recordar a Arturo de I Puritani, mostrando color,
matiz y facilidad en la emisión. En el
papel de Agnese del Maino, gustó el color de voz que prestó a su personaje la
experimentada soprano Carmela Remigio distinguida en escena e
involucrada en el papel encomendado, mostrando un manejo virtuoso de la
voz. Como Beatrice de Tenda la soprano
estadounidense Angela Meade, demostró maestría en las arduas y virtuosas
partes y arias reservadas para su papel.
La orquestación está cargada de emocionantes y alegres pasajes, y los
músicos tocaron con dinamismo y pasión bajo la batuta de su titular Riccardo
Minasi, un director muy entusiasta que llevó el control y el balance por la
atención que prestó a lo que sucedía en el escenario y la emoción que
transmitió, a pesar de un marcado histrionismo en ciertos de sus movimientos.
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