Monday, September 30, 2024

Carmen en Nashville

Foto: Anthony Popolo for Nashville Opera, 2024.

Eduardo Andaluz

Mucho se ha dicho, y he escuchado decir, que el teatro y la ópera son o pueden ser un reflejo de la vida misma, ya que los personajes de muchas de las obras y sus historias o tramas  pueden parecerse o a personas que conocemos o situaciones que hemos experimentado o de las que hemos escuchado cualquier día  En principio estaría de acuerdo con ese argumento, pero agregaría yo ¿Cuántos actores -o directores de escena- están verdaderamente dispuestos a llevar al escenario la vida y las complicadas situaciones que se viven en un mundo convulsionado?  Este cuestionamiento me surgió después de presenciar la nueva propuesta escénica de Carmen del compositor francés Georges Bizet, con la que inició la temporada de la Ópera de Nashville, que el teatro decidió llamar “De los lazos que unen” y que por desgracia ofreció solamente dos funciones.  Carmen es un título conocido, y atractivo para el espectador, pero del cual existe ya una concepción formada y arraigada en la mente del público, con una historia está llena de clichés, preconcepciones e ideas fijas, en base a lo que hemos visto a lo largo del tiempo, que se podría escenificar sin contratiempos para un director de escena, apegándose a la cigarrera sensual que se enamora del soldado ingenuo para dejarlo por un torero.  Añadiéndole además aquellas ideas de que se trata de una mujer libre, determinada, sin límites, fuerte, libre. Etc. Esa sería la manera fácil y directa de montarla en escena sin complicaciones y polémicas.  Pero el director de escena John Hoomes, director artístico de la compañía desde 1995, se ha salido de la zona de confort y ha propuesto una Carmen, exitosa, parecida a un personaje de la vida actual, situando la historia en una región fronteriza, donde Don José es una agente de la patrulla fronteriza de Estados Unidos, y los personajes y residentes de esa región, compuesta de inmigrantes, con las tensiones, prejuicios, diversidad racial, diferencia de costumbres alusivas a esas regiones.  La puesta no esta exenta de su dosis de romanticismo, liberación y exotismo, siendo la brutal historia de amor que es. El trabajo actoral fue detallado y llevado con naturalidad. Además, la propuesta aborda un tema actual, que es candente, polémico y político, ya que es un tema fundamental, casi crucial, de cara a las próximas elecciones presidenciales de este país, que es el de la inmigración, los inmigrantes, diferencias raciales, y los problemas que ocurren en una frontera Ahí radica el mérito de Hoomes, que fue optar ir por un caminar espinoso para contar su historia, su visión. Situado en una época actual, con pocos elementos escénicos, la ambientación en un pueblo o ciudad pequeña, y vestimentas como jeans, ropa de cada día, y como se mencionó, un Don José vestido como oficial de inmigración, tantas veces visto en este país y que se sale de su mundo convencional y enamorarse, quizás de la persona equivocada, y Carmen ataviada con ropa de cuero.  Desde mi perspectiva, este montaje es la representación de la vida misma sobre un escenario operístico.  Fueron fortuitas, inesperadas, pero laborales, las razones que me trajeron por primera vez a esta moderna ciudad de Nashville, situada a las orillas del rio Cumberland, y que es un fuerte bastión de la industria musical, muy trascendental e  importante en Estados Unidos, como lo es la música Country.  La ciudad cuenta con un teatro muy funcional y cómodo como lo es el Tennessee Performing Arts Center, donde se han ofrecido al menos tres estrenos mundiales.  Se le considera un exitoso ‘compañía regional’, como se catalogaría en el ranking de teatros estadounidenses, y un término que no me agrada, porque me quedó claro, que no son los recursos en las grandes ciudades lo que hacen una buena compañía de ópera si no que son las ideas, el talento y un buen elenco de cantantes. En esta función hubo varios de ellos comenzando con la mezzosoprano Marina Costa-Jackson, una interprete que cantó por primera vez en su carrera el papel de Carmen en esta Produccion, le dio frescura a su caracterización, sensual en la justa medida, y extrovertida y desenvuelta en escena.  Sacó adelante su personaje con arrojo y buenos medios vocales, con una voz amplia, tersa, y esa característica oscura, sombría, diría yo, que le da atractivo a su personaje.  Al tenor Zach Borichesvky le ayudó su presencia escénica, porte y estatura para crear un adecuado Don José. Su voz es amplia con buena dicción y color.  Mención aparte merece la soprano Kathryn Lewek por la nitidez y agilidad con la que cantó su parte de Micaela, muy aplaudida, querida y afable por su dulce apariencia, fue un acierto contar con ella para esta producción.  Apuntando que los buenos cantantes estadounidenses, están siempre abiertos a presentarse con cualquier teatro una orquesta sea pequeña, mediana o grande, haciéndolo con profesionalismo. Una sorpresa fue también escuchar al barítono mexicoamericano Richard Ollarsaba, en su correcta actuación como Escamillo, torero pero más parecido a un motociclista o pandillero,  y por sus cualidades vocales, que tiene muchas y las sabe explotar para destacar en la escena Un reconocimiento para el coro del teatro, como para los intérpretes de los partiquinos, pero sobre todo a la orquesta que bajo la conducción del maestro Dean Williamson, mostró fibra, nervio, y exaltando la suntuosa orquestación con complicidad de sus músicos.




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