Ramón
Jacques
El maestro colombiano Andrés Orozco-Estrada,
quien fuera titular de la Houston Symphony -del 2014 al 2022- realizó su visita
anual a esta ciudad como director laureado de la orquesta, condición que asegura
su presencia para dirigir diversos conciertos en temporadas futuras, y la pieza
que eligió fue la cantata escénica Carmina Burana del compositor alemán
Carl Orff (1895-1982), quizás la obra coral más icónica del siglo XX, cuyo
estreno mundial tuvo lugar el 8 de junio de 1937 en el teatro Alte-Oper de
Frankfurt Alemania. El propio maestro
Orozco-Estrada, a propósito de esta serie de conciertos, señaló que Carmina Burana “es una de esas piezas que
uno piensa conocer, y que en realidad contiene muchos misterios, y tantas otras
cosas y matices que en realidad uno no escuchado antes y que son pura vida”;
una afirmación acertada, ya que si bien su coro inicial, y final, “O
Fortuna” se ha convertido en un fenómeno de la cultura popular – por ser
utilizado en el cine, tv, comerciales, publicidad- pocas veces se repara en el origen, la historia
y el significado de la obra, que está basada en poesías medievales alemanas, y
que hacen que se trate de un monumental oratorio que representa la vida, el
amor y la lujuria en la época medieval. Carmina
Burana, es una antología de poesía medieval en latín y lenguas vernáculas, realizada
en Austria alrededor de 1230. Según la leyenda, los poemas fueron obra de los
goliardos, que eran grupos de estudiantes irreverentes o pobres, que se
entregaban a las mujeres, la bebida, el juego y los versos satíricos mientras
deambulaban por las universidades. Aunque
esto ha sido discutido y debatido, los temas mundanos de muchos poemas de la
obra parecen encajar con la leyenda de los goliardos. Fueron precisamente estos
temas "goliardos" los que interesaron a Orff, quien para esta obra
maestra seleccionó veinticuatro y los organizó en varias secciones, en un
libreto en su mayoría en verso latino secular, con algunas piezas en alto alemán
medio y francés antiguo, que incluyen: "En primavera"; "En el
verde"; "En la taberna"; "La corte del amor"; y
"Blanziflor et Helena" que enmarcó con "O Fortuna", la
parte más reconocible y famosa de la pieza, que es un coro fatalista en
alabanza a la Fortuna, la diosa cruel que daba mucho placer y sufrimiento. Al
frente de una extensa agrupación de alrededor de doscientos músicos de la
orquesta; del Houston Symphony Chorus, sólida agrupación que se mantiene muy
activa por la variedad de programas vocales en que se programa en conjunto con
orquesta en cada temporada, y el coro de niños Houston Children’s Chorus; sobre
el escenario, con su conducción Orozco-Estrada
demostró como debe de sonar precisamente una obra “épica” ya que es un director
muy expresivo y entusiasta, cuya lectura, histriónica pero efectiva, contagió y
envolvió a los músicos y coristas, haciendo resaltar los rítmicos y
melancólicos coros, las lujuriosas melodías y baladas que crean un espacio para
beber y maldecir amantes volubles; además de himnos cargados de erotismo y amor.
Los músicos de la orquesta respondieron con una interpretación uniforme y
segura en cada una de sus secciones creando un marco musical adecuado. Se contó con buenos solistas, especialmente
con la presencia de Joélle Harvey sobresaliente soprano estadounidense,
cuya carrera se ha enfocado más en salas de concierto que en teatros de ópera,
que en cours d’amour o corte del amor, interpretó junto al barítono a
los personajes de los jóvenes amantes que se van encontrando, exhibiendo agilidad,
color, suavidad vocal, y brillantes agudos como los que exige la brillante Dulcissime.
El barítono Will Liverman y el
contratenor Reginald Mobley, sacaron adelante sus partes con los
desafíos que les plantean sus arias, como Olim lacus colueram, que
Mobley cantó en falsete evidenciando sufrimiento; y el barítono por las notas que
debe alcanzar y que son poco comunes en otras obras con partes para esta voz. Al inicio del concierto se realizó el estreno
mundial de la Sinfonía 4 First Contact “Eclipse” obra encargada por la
orquesta al joven compositor peruano Jimmy López Bellido, que ya ha estrenado
dos obras aquí en el pasado, y que se basa en su fascinación por el espacio, el
eclipse del 2017 conocido como “el gran eclipse americano” y la relación que
existe entre esta ciudad y el estudio de los fenómenos espaciales por parte de
la NASA, que transmite a través de una grata orquestación, que es moderna,
tonal, y que logra trasladar al espectador a adentrarse dentro de ese fenómeno maravilloso,
inexplicable, efímero pero placentero.
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