Thursday, May 16, 2024

The Sound of Music en Houston

Fotos: Michael Bishop / Houston Grand Opera

Ramón Jacques

Tradicionalmente han sido muy pocos los teatros de ópera estadounidenses que se interesan en programar musicales como parte de sus temporadas.   Existe una línea muy tenue que divide este género -el musical- y la ópera lirica, que en esencia se asemejan en que ambos requieren de competentes cantantes, buenas escenografías y vestuarios, actuación, orquesta y coro- aunque tradicionalmente la visión siempre fueran otros los que se encargaran de los musicales.  La Gran Opera de Houston es uno de los teatros de ópera importantes – en una lista a la que se ha agregado la Lyric Opera de Chicago- que recurrentemente programan obras de la “lirica americana” si se permite el termino, y es precisamente con el célebre The Sound of Music con música de Richard Rogers y letras de Oscar Hammerstein II la obra que el teatro texano eligió para concluir sus actividades de esta temporada. La administración de la compañía ha tenido a lo largo de su historia la misión de encargar y estrenar al menos una ópera por año, especialmente de compositores estadounidenses - aunque esa lista incluye dos óperas en español de Daniel Catán-; así como el compromiso de representar títulos de compositores estadounidenses, aunque no hayan sido comisionados por el teatro.  Dentro de este ultimo rubro entran los musicales, como parte de una estrecha relación que el teatro bautizó como “Broadway en la Houston Grand Opera” y que el teatro quiso evidenciar, montando en el vestíbulo y los pasillos del teatro, una exposición muy completa y detallada que contenía: interesantes documentos, programas de mano, partituras, vestuarios etc sobre los musicales que aquí se han presentado, a propósito del estreno en este escenario de The Sound of Music.  Fue precisamente la Ópera de Houston quien hizo que muchos teatros de ópera estadounidenses voltearan hacia los musicales, y el detonador ocurrió en 1982 con la Show Boat (1927) de Jerome Kern y Oscar Hammerstein II, cuya producción originada en el teatro de Houston tuvo tanto tan éxito, que fue llevada de gira por diversas ciudades y teatros de Estados Unidos y del extranjero, además de un exitoso periodo en Broadway. Este espectáculo ayudó a establecer el teatro musical clásico como una forma de arte indiscutiblemente americana que se ganó con justicia su lugar en los teatros de ópera. Entre los títulos de los musicales que se han visto en este recinto, algunos en más de una ocasión, se pueden mencionar: Porgy and Bess de George Gershwin, Hello, ¡Dolly! de Jerry Hermann, Sweeney Todd de Stephen Sondheim, Carousel de Richard Rogers y Oscar Hammerstein II, My Fair Lady de Frederick Loewe, A Little Night Music de Stephen Sondeheim y West Side Story con música de Leonard Bernstein y Stephen Sondheim, que ya forma parte de la temporada del próximo año, entre otros titulos.  The Sound of Music tuvo su estreno en Broadway en noviembre de 1959, y esta basada en las memorias de Maria von Trapp (The Story of the Trapp Family Singers) de 1949. Situada en Austria en 1938, Maria Reiner, el personaje principal, se convierte en la institutriz de una extensa familia con niños, mientras decide entrar a un convento, termina enamorándose y casándose con el Capitan von Trapp, el padre de familia viudos, para terminar, huyendo de Austria antes del Anschluss – la anexión de Austria por parte de Alemania.  Apegándose a los ambientes descritos por la historia: como los bosques y montañas nevadas, visibles en enormes pinturas en el telón colocado al fondo del escenario, un convento, el opulento salón y la recamara de una casa; fue lo que inspiró a Peter J. Davison, diseñador de las escenografías, a Francesca Zambello, la directora de escena, y vestuarios de época de Aleš Valášek; para crear y ofrecer un espectáculo visualmente estético, sugestivo y de buen gusto en su elaboración. La producción escénica, coproducida entre el teatro de Houston y el Festival de Glimmerglass de Nueva York, del que Zambello es directora artística, tuvo estreno en el verano del 2022. La orquesta y el coro del teatro tuvieron su aporte para crear ese ambiente mágico y alegre, tocando los pasajes musicales conocidos con los redondearon un valioso espectáculo, ambos fueron dirigidos por la entusiasta conducción del maestro Richard Bado, con una carrera de cuarenta años con la compañía en el que ha ocupado diversas posiciones, como la preparación y dirección del coro.  El extenso elenco fue encabezado por la mezzosoprano Isabel Leonard, quien no escatimó recursos en lo vocal ni en su actuación para personificar una afable y afectuosa Maria Rainer, cantando con claridad, buena dicción, pasión y sentimiento. Sobresalieron también el barítono Alexander Birch Elliott como el Capitan Georg von Trapp, la soprano Katie Van Kooten como la madre superiora, la soprano Tori Tedeschi Adams como Liesl, el barítono Daniel Belcher como Max Detweiler, la mezzosoprano Megan Marino en el papel de Elsa Schraeder, y el resto de los cantantes y los niños que interpretaron bien a cada uno de sus personajes.  Las nueve funciones que se programaron estuvieron repletas de público que aplaudió efusivamente y gozó el escuchar piezas conocidas como: Edelweiss, Climb Ev’ry Mountain, My Favorite Things, y obviamente The Sound of Music, entre otras piezas conocidas de la singular obra musical.



Monday, May 13, 2024

Carmen en Austin, Texas

Foto: Erich Schlegel

Eduardo Andaluz

Aunque representa diversos retos: en la parte vocal, por la conformación de un extenso elenco con buenos solistas principales  y en especial con una mezzosoprano que convenza en el papel principal; un reto musical para la orquesta y el coro; un reto escénico por mostrar sobre el escenario una ambientación y una narración coherente que se apegue a la historia de la protagonista, la mujer libre y seductora, evitando caer en las clichés tan vistos y conocidos asociados a este título, que tan fácilmente pueden desvirtuar una producción; y especialmente un reto económico y financiero para los teatros que programan  Carmen de  Georges Bizet, esta seguirá siendo siempre una de las óperas más queridas por el publico y sin dudas un imán de taquilla. Lo anterior quedo de manifiesto con el último título de la temporada de la Opera de Austin.  El teatro The Long Center de Austin – a cuantas ciudades les gustaría poder tener un teatro como este- lució a rebosar como pocas veces de público, y de todas las edades. Lo que me hace pensar y mencionar las consideraciones anteriormente, más allá del hecho de que personalmente disfruto y agradezco poder presencia de nuevo esta ópera, fue el anuncio que se hizo antes de la función en el sentido que esta Carmen, que consistió en apenas tres funciones, superó todo récord de ventas de entradas para la compañía de Austin. Me pregunto si ¿La satisfacción y el éxito artístico y musical superará ampliamente y compensará el esfuerzo económico que hacen los teatros cuando se enfrentan a estos títulos? ¿Será una obligación y una responsabilidad de cada teatro abordar enfrentarse a estos títulos sin alejarse del repertorio más popular?  Resumiendo lo anterior, considero que poder ver una ópera como Carmen en los tiempos que corren debe considerarse un privilegio, además de un reconocimiento para los teatros que no le huyen a su razón de existir.   Alejada de los reflectores que tienen los grandes teatros de este país y de los nombres de cantantes reconocidos, sin ir muy lejos de las compañías de ópera vecinas y cercanas a Austin, como las de Houston y Dallas, esta Carmen, conformada por valiosos y experimentados cantantes estadounidenses tuvo en la mezzosoprano Cecelia Hall a una creíble y seductora interprete del papel estelar, que supo cómo añadirle el toque de seducción y tentación que requiere el personaje, y vocalmente satisfizo en sus mas conocidas arias, con una tonalidad vocal oscura, sombría pero bien enfocada.  El tenor Samuel Levine fue un correcto Don José que mostró buenos medios vocales, aunque a mi parecer, actoralmente no logró meterse completamente dentro de la piel del papel, luciendo algo superfluo y desconectado por momentos de la escena.  El barítono Seth Carico, hizo un Escamillo vocalmente adecuado con su robusta expresividad vocal, aunque no estuvo exento de cierta sobreactuación y sutilezas con las que se desplazaría un torero.  Agradó mucho, a decir por la evidente reacción del público, la soprano Raquel González por su canto diamantino, firme y cautivador en sus arias de Micaela, y por la recreación que hizo de una joven ingenua, cándida pero sincera. Muy bien estuvieron el resto de los personajes que conformaron el elenco.  El montaje llevado a cabo por la directora Rebecca Herman se mantuvo dentro de los parámetros que indica el libreto y se apegó a la historia lo mas posible. Nunca falta un director que no quiera dejar su sello, con ciertos movimientos que parecían por momentos recrear un musical, personajes que se quedaban literalmente congelados en escena mientras las protagonista se desplazaba a sus anchas por el escenario o las trabajadoras cigarreras que descendían unas escaleras fumando hacia los intérpretes masculinos que las esperaban en el centro del escenario o una escena final, un asesinato que luce más gráfico, visual a lo que se espera redondean un trabajo actoral satisfactorio.  De igual manera los vestuarios de Susan Memmot Allred, las creaciones escenográficas de R. Keith Brumbley, iluminadas con colores intensos y reforzando la tensión y el sentido del drama, por parte de Marcella Barbeau, cumplieron su cometido.  Bien estuvo el coro cada vez que fue requerido y la concertación de Timothy Myers, que tuvo altibajos, subiendo con fuerza e intensidad o siendo suave y harmónica en ciertos pasajes, fue adecuada, algunas ligeras pifias en las entradas de los cantantes y alguno que otro desfase son situaciones que ocurren inexorablemente en una función en vivo, y no restan ningún mérito, si no que dan cuenta de que no todo puede ser perfecto en la vida real, como no lo es la ópera, como no lo puede ser siempre un proyecto que involucra  a tantas personas, como no lo es Carmen, y como no lo es la vida misma.  Mención para los músicos de la orquesta por su arduo trabajo, como parte indispensable del espectáculo.



Carmina Burana en Houston

Fotos: Houston Symphony 

Ramón Jacques

El maestro colombiano Andrés Orozco-Estrada, quien fuera titular de la Houston Symphony -del 2014 al 2022- realizó su visita anual a esta ciudad como director laureado de la orquesta, condición que asegura su presencia para dirigir diversos conciertos en temporadas futuras, y la pieza que eligió fue la cantata escénica Carmina Burana del compositor alemán Carl Orff (1895-1982), quizás la obra coral más icónica del siglo XX, cuyo estreno mundial tuvo lugar el 8 de junio de 1937 en el teatro Alte-Oper de Frankfurt Alemania.  El propio maestro Orozco-Estrada, a propósito de esta serie de conciertos, señaló  que Carmina Burana “es una de esas piezas que uno piensa conocer, y que en realidad contiene muchos misterios, y tantas otras cosas y matices que en realidad uno no escuchado antes y que son pura vida”; una afirmación acertada, ya que si bien su coro inicial, y final, “O Fortuna” se ha convertido en un fenómeno de la cultura popular – por ser utilizado en el cine, tv, comerciales, publicidad-  pocas veces se repara en el origen, la historia y el significado de la obra, que está basada en poesías medievales alemanas, y que hacen que se trate de un monumental oratorio que representa la vida, el amor y la lujuria en la época medieval.  Carmina Burana, es una antología de poesía medieval en latín y lenguas vernáculas, realizada en Austria alrededor de 1230. Según la leyenda, los poemas fueron obra de los goliardos, que eran grupos de estudiantes irreverentes o pobres, que se entregaban a las mujeres, la bebida, el juego y los versos satíricos mientras deambulaban por las universidades.  Aunque esto ha sido discutido y debatido, los temas mundanos de muchos poemas de la obra parecen encajar con la leyenda de los goliardos. Fueron precisamente estos temas "goliardos" los que interesaron a Orff, quien para esta obra maestra seleccionó veinticuatro y los organizó en varias secciones, en un libreto en su mayoría en verso latino secular, con algunas piezas en alto alemán medio y francés antiguo, que incluyen: "En primavera"; "En el verde"; "En la taberna"; "La corte del amor"; y "Blanziflor et Helena" que enmarcó con "O Fortuna", la parte más reconocible y famosa de la pieza, que es un coro fatalista en alabanza a la Fortuna, la diosa cruel que daba mucho placer y sufrimiento. Al frente de una extensa agrupación de alrededor de doscientos músicos de la orquesta; del Houston Symphony Chorus, sólida agrupación que se mantiene muy activa por la variedad de programas vocales en que se programa en conjunto con orquesta en cada temporada, y el coro de niños Houston Children’s Chorus; sobre el escenario, con su conducción  Orozco-Estrada demostró como debe de sonar precisamente una obra “épica” ya que es un director muy expresivo y entusiasta, cuya lectura, histriónica pero efectiva, contagió y envolvió a los músicos y coristas, haciendo resaltar los rítmicos y melancólicos coros, las lujuriosas melodías y baladas que crean un espacio para beber y maldecir amantes volubles; además de himnos cargados de erotismo y amor. Los músicos de la orquesta respondieron con una interpretación uniforme y segura en cada una de sus secciones creando un marco musical adecuado.  Se contó con buenos solistas, especialmente con la presencia de Joélle Harvey sobresaliente soprano estadounidense, cuya carrera se ha enfocado más en salas de concierto que en teatros de ópera, que en cours d’amour o corte del amor, interpretó junto al barítono a los personajes de los jóvenes amantes que se van encontrando, exhibiendo agilidad, color, suavidad vocal, y brillantes agudos como los que exige la brillante Dulcissime. El barítono Will Liverman y el contratenor Reginald Mobley, sacaron adelante sus partes con los desafíos que les plantean sus arias, como Olim lacus colueram, que Mobley cantó en falsete evidenciando sufrimiento; y el barítono por las notas que debe alcanzar y que son poco comunes en otras obras con partes para esta voz.   Al inicio del concierto se realizó el estreno mundial de la Sinfonía 4 First Contact “Eclipse” obra encargada por la orquesta al joven compositor peruano Jimmy López Bellido, que ya ha estrenado dos obras aquí en el pasado, y que se basa en su fascinación por el espacio, el eclipse del 2017 conocido como “el gran eclipse americano” y la relación que existe entre esta ciudad y el estudio de los fenómenos espaciales por parte de la NASA, que transmite a través de una grata orquestación, que es moderna, tonal, y que logra trasladar al espectador a adentrarse dentro de ese fenómeno maravilloso, inexplicable, efímero pero  placentero.



Sunday, May 12, 2024

Cavalleria Rusticana e Pagliacci - Teatro Coccia Novara 10 maggio 2024

Foto: Teatro Coccia Novara

Renzo Bellardone

CAVALLERIA RUSTICANA e PAGLIACCI – Teatro Coccia Novara 10 maggio 2024 Musica di PIETRO MASCAGNI/RUGGERO LEONCAVALLO Libretto di Giovanni Targioni-Tozzetti e Guido Menasci/Ruggero Leoncavallo Direttore Fabrizio Maria Carminati Regia Matteo Mazzoni Scene Matteo Capobianco Costumi Roberta Fratini Visual Designer Luca Attili Luci Ivan Pastrovicchio. Santuzza - Cristina Melis Turiddu - Zizhai Guo Lucia - Giorgia Gazzola Alfio - Marcello Rosiello Lola - Mariangela Marini Nedda- Alessandra Adorno Canio - Gustavo Porta Tonio - Marcello Rosiello Peppe- Enrico Maria Piazza Silvio - Andrea Piazza Orchestra Filarmonica Italiana Schola Cantorum San Gregorio Magno Maestro del Coro -Alberto Sala Coro voci bianche di Novara Maestro del Coro - Paolo Beretta Produzione Fondazione Teatro Carlo Coccia di Novara

I sentimenti umani: quante reazioni, accettazioni, rifiuti, adattamenti e ribellioni scaturiscono dall’animo umano ferito, vilipeso, tradito! Il caso è proprio questo...il binomio della tragedia in lirica, ovvero Cavalleria e Pagliacci: diverse storie e stessi sentimenti ed epilogo! Il classico binomio di Cavalleria Rusticana e Pagliacci, nella messa in scena al Coccia di Novara è realizzato con un solo impianto scenico, tratteggiato da caratterizzazioni sceniche per ognuna delle due storie a forte valenza sociale e ben inserite nel momento storico in cui avvengono, ispirate a fatti di cronaca realmente accaduti. La scelta delle proiezioni in 3d è sempre vincente: aumentano gli spazi e restando dentro alla narrazione qui rappresentata in modo classico, che ben fotografa la dura realtà delle campagne, della terra e l’immersione totale nell’acqua! Risulta anche interessante la proiezione del siparietto con Arlecchino e Colombina ai lati: la classicità incontra il contemporaneo senza invadenze, ma con rispetto della storia e della partitura.  Apprezzabili il Visual designer Luca Attilii, e lo scenografo Matteo Capobianco, con una doverosa evidenza per il regista Matteo Mazzoni che ha curato dettagli quali il pulirsi la bocca di Santuzza dopo aver urlato ‘A te la mala Pasqua’ o Mamma Lucia che presagisce la morte di Turiddo e lo segue verso l’orto del duello per arrestarsi conscia dell’inevitabile. Quale cronaca contemporanea non mancano scene di violenza all’interno della coppia. Il ‘Verismo’ in scena nell’abbinamento delle due opere, risale al 22 dicembre 1893 al Metropolitan di NewYork dove per la prima volta le commoventi arie di Mascagni e Leoncavallo si alternarono in un susseguirsi di emozioni. E’ realmente difficile non commuoversi all’Intermezzo di Cavalleria o ‘Mamma quel vino è generoso’ preludio alla tragedia, così come in ‘Pagliaccio non son’ in Pagliacci  con l’atteso ‘Prologo’ per poi ultimare  con la beffarda battuta ‘La Commedia è finita’. Venendo alle voci interpretative di questa edizione novarese  si può globalmente apprezzare il cast, il Coro della Schola Cantorum Gregorio Magno sempre eccellente sotto alla direzione di Alberto Sala quanto le voci bianche dirette da Paolo BerettaSantuzza incontra Cristina Melis che interpreta con passione e bei colori; Zizhai Guo sale sul palco nel ruolo di Turiddo e si fa apprezzare per l’indubbia duttilità. Lucia Gazzola, contralto ben timbrato e molto accorata. Marcello Rosiello lo troviamo convincente prima in Alfio e poi in Tonio sia musicalmente che attorialmente. Mariangela Marini è accattivante e ‘fedelmente’ sprezzante in Lola e Alessandra Adorno ben si trova in Nedda che interpreta con agilità. Gustavo Porta sa travalicare abilmente la realtà che prevarica la finzione e vocalmente è assolutamente credibile con bei toni. Andrea Piazza è appassionatamente un brillante Silvio. I costumi di Roberta Fratini caratterizzano bene i vari personaggi e sempre interessanti le luci di Ivan PastrovicchioFabrizio Maria Carminati, ben conosciuto direttore, tiene l’Orchestra Filarmonica Italiana  con un bel gesto chiaramente leggibile. Insomma ancora una volta il Coccia di Novara ha saputo realizzare una messa in scena di valore e carismatica. La Musica vince sempre.



Wednesday, May 8, 2024

Avi Avital - Ensemble Camerata Ducale | Viotti Festival, Vercelli Italia

Foto: Viotti Festival

Renzo Bellardone

Le ricorrenze vanno celebrate e per i 200 anni dalla morte del grande compositore vercellese Gian Battista Viotti, La‘Camerata Ducale’ ha calendarizzato una serie di concerti celebrativi, raccolti nelle ventiseiesima edizione del ‘Viotti Festival’ nel cuore pulsante di Vercelli, il Teatro Civico.

AVI AVITAL - ENSEMBLE CAMERATA DUCALE | VIOTTI FESTIVAL D. Bruce, S. Tsintsadze, A. Piazzolla, B. Bartók, A.Avital Sabato 4 maggio 2024 ore 21.00 Teatro Civico | Via Monte di Pietà, 15, Vercelli Avi Avital  mandolino Giulia Rimonda violino Alexander Goldberg violino Lorenzo Lombardo   viola Giorgio Lucchini       violoncello Tommaso Fiorini       contrabbasso Amir Wahba  percussioni

Il VIOTTI FESTIVAL è la stagione concertistica della Camerata Ducale che dal 1998 rappresenta una delle più interessanti realtà musicali del panorama nazionale ed internazionale. La rassegna “Viotti Festival” nasce da un’idea dei fondatori dell’Associazione Camerata Ducale, il Maestro Guido Rimonda direttore musicale e la moglie Cristina Canziani direttrice artistica, con l’obiettivo di far riemergere dall’oblio le composizioni di Giovan Battista Viotti e altri celebri autori vissuti a cavallo tra il Settecento e l’Ottocento.Il solista ospite della serata è l’eclettico e carismatico mandolinista Avi Avital  primo solista di mandolino che sia stato nominato per un Grammy Award per la musica classica e ritenuto il più bravo mandolinista al mondo. Il New Yor Times lo ha definito appassionato ed “esplosivamente carismatico” ed effettivamente coinvolge il pubblico accalappiandolo emotivamente con umiltà e maestria. Avi Avital ha  studiato mandolino all’Accademia Musicale di Gerusalemme e al Conservatorio Cesare Pollini di Padova e suona su un mandolino del liutaio israeliano Arik Kerman esaltando le sue esplorazioni tra i vari generi musicali. Il concerto presentato al “26 Viotti festival” è preceduto da un incontro al Ridotto del Civico condotto dalla direttrice artistica Cristina Canziani e dallo stesso Avi Avital che con la semplicità dei grandi ha raccontato alcuni particolari sulla musica che si andrà poi a sentire. La Musica è esplosiva e colorata per farsi poi intima e meditativa con la vitalità delle musiche dei Balcani e con il sentimento più struggente di popoli provati… e così le festose risate nei cortili e nei prati si dileguano miti in malinconici sguardi: Piazzolla e Bartok, stasera superbamente interpretati, esprimono esattamente tutto l’arcobaleno dei sentimenti e delle sensazioni. A titolo di citazione non si può ignorare il brano di Bruce in tre movimenti che rappresentano la saga della vita attraverso le immagini dell’alba che scaturisce dal nulla, il mezzogiorno che si espande in colori vitali ed esplosivi e poi il tramonto  raccolto e saggio; la scrittura è rilevante e come la vita finisce nel punto da cui si è arrivati, così il brano termina con le stesse note dell’inizio con la sequenza a rovescio per finire in un sussurro impalpabile! Sul palco, nella presentazione del brano, Avital racconta della definizione che l’autore ha dato del suono del mandolino: “il colore dell’oro... del sole” e non si può che comprenderne tutta la motivazione. L’ultimo brano del programma è Avi’s song, composta dallo stesso Avital e per il bis Danze rumene di Bartok. Il metro sensibile del “mi piace” o “non mi piace” qui vede vincente il “mi piace”! Avital è caparbiamente bravo, eclettico e virtuoso e le sue abilità rafforzate da quelle della Camerata Ducale Ensemble, esplodono nei duetti con Giulia Rimonda, sensibile interprete di avvolgente dolcezza, e con Amir Wahba mai invasivo con le percussioni che restano ritmicamente discrete. La Musica vince sempre.




Friday, May 3, 2024

Madama Butterfly en San Diego

Fotos: Karli Cadel

Ramón Jacques

La Ópera de San Diego concluye su temporada con Madama Butterfly, sin duda una de las obras más populares y queridas de todo el repertorio operístico.  Con su elección el teatro se adhiere al homenaje que han hecho muchos teatros por los doscientos años de la muerte del compositor Giacomo Puccini, ocurrida el 29 de noviembre de 1924 en Bruselas, Bélgica a la edad de 65 años, motivo por el cual su última ópera Turandot quedó inconclusa.  Desde el 2014, cuando se anunció que esta compañía desaparecería, después de largos años de auge cosechando éxitos artísticos y musicales, muchos de los cuales tuve la fortuna de presenciar, y que la colocó dentro del ranking de los diez teatros estadounidenses más importantes, por presupuesto y por el nivel de los artistas invitados -que entre tantos que por aquí pasaron se podría mencionar a: Renée Fleming, Ferruccio Furlanetto, Vivica Genaux, Richard Leech,  Piotr Beczała, Krassimira Stoyanova, Dmitri Hvorostovsky, Sondra Radvanovsky, Carol Vaness -nativa de esta ciudad- Ildebrando D’Arcangelo, Jerry Hadley, Denyce Graves, Barbara Bonney, Jane Eaglen, Placido Domingo, Luciano Pavarotti y Ramón Vargas etc, y notables directores de orquesta y de escena -desde entonces las cosas no volvieron a ser iguales para este teatro en su nueva etapa. Se redujo considerablemente el número de producciones y de funciones, los grandes nombres se alejaron, y aunque se intentó complementar las temporadas con óperas de cámara, conciertos y recitales, esto pareció no ser lo suficientemente interesante para involucrar al público como en el pasado; incluso hace algunos años se habló nuevamente la posibilidad de desaparecer la compañía, que tuvo que cancelar algunas producciones.  No había asistido a este teatro en muchos años, hasta que la temporada pasada presencié una muy digna Tosca, donde constaté que la compañía sigue adelante por su camino a pesar de las dificultades que ha enfrentado. Debo reconocer, que esta Madama Butterfly, superó todas mis expectativas.  El espectáculo inició y concluyó con el escenario abierto, nunca se abrió o se cerró el telón, y sobre el escenario había una casa de madera con sencillos diseños, paredes, paneles y elementos de la cultura japones colocada de manera horizontal, que tenía una tarima hasta el centro del escenario, que es donde se desarrolló gran parte de la acción; al fondo había un puente, por el que ingresaban los artistas, y en una pantalla al fondo se proyectaban el mar y escenas el cielo.  Este montaje -proveniente de los teatros de los Ángeles y del Utah Symphony & opera- concebido por John Gunter, no cambió durante los tres actos, lo que de inicio parecía que sería una puesta muy rígida. Sin embargo, las cosas mejoraron gracias a los detallados y elegantes vestuarios confeccionados por Alice Bristow, de auténticos y coloridos kimonos y sombrillas japonesas, elegantes vestuarios militares de gala para los marineros americanos, y los refinados trajes en tonalidades grises y claras para Sharpless.

El mérito lo tuvo el director de escena argentino José María Condemi, quien aprovechó el espacio escénico, para los movimientos lentos y pausados de los personajes japones, especialmente de Cio Cio San.  Fue evidente la manera como se adentró en la cultura japonesa para representarla de una manera fidedigna en escena. Los lentos y suaves movimientos, los rituales, el comportamiento y la acción de cada personaje lograban que se entendiera la trama de la historia, y detalles simples e imperceptibles, que no se ven en otros montajes de la ópera, y que aquí salieron a relucir.  Pocos directores de escena, como Condemi son capaces de contar y hacer comprensible la trama a partir de la actuación, y de manera respetuosa abordó temas que hoy podrían ser sensibles: como el imperialismo, las invasiones, el choque de culturas y las diferencias religiosas. Aderezó la escena con un juego de colores claros, pastel que se reflejaban sobre el fondo del escenario creando escenas evocadoras, ni que decir de la tupida lluvia de pétalos de flores que cayeron de lo alto del escenario e inundaron la escena; y la brillante y efectiva iluminación de Thomas Hase, en radiantes tonalidades azules, amarillas e intenso rojo que anunciaban la tragedia y la muerte.  Un detalle de buen gusto en el trabajo de Condemi fue que las escenas intimas del primer acto entre Cio Cio San y Pinkerton, así como la muerte de la geisha en la escena final se vieron solamente con sombras reflejadas a contraluz en un panel color amarillo. Notable fue la presencia de la soprano Corinne Winters, que ha hecho una carrera dando vida de manera exitosa a personajes de óperas checas y del repertorio eslavo. Su menuda, esbelta y juvenil apariencia, y su desempeño escénico lucieron ideales para representar a la joven e infantil Cio Cio San, y sus movimientos y expresividad hicieron que su actuación fuera veraz y convincente.  Su voz, es colorida y ágil, y aunque no posee una amplia extensión o demasiado cuerpo, si es capaz de sobrecoger con notas delicadas, ligeras y piannisimos que imprimió a su canto, por momentos casi susurrado, sutil y penetrante.  El papel de Pinkerton le correspondió al tenor Adam Smith, quien sobreactuó la arrogancia del personaje, así como el dramatismo y remordimiento que muestra al final de la obra. Posee buen porte escénico, y a pesar de los desfases en las entradas, agudos estrangulados en el primer acto, su canto fue in crescendo a lo largo de la función. La mezzosoprano Stephanie Doche le dio una valiosa notoriedad vocal y escénica a Susuki, donde se notó la mano de la dirección escénica, cuando es común ver al personaje casi intrascendente, alejado e incluso anónimo en la historia.  Por su parte, el barítono Kidon Choi desplegó una grata, colorida y caudalosa voz de barítono, pero escénicamente por su evidente juventud, no se le vio como Sharpless. Correctos estuvieron los intérpretes que encarnaron al resto de los personajes, actuando en línea con las directrices de Condemi; y que vale la pena mencionar a los que demostraron cualidades en su canto: el barítono Søren Pedersen como el Príncipe Yamadori, el tenor Joel Sorensen como Goro, y el bajo Deandre Simmons como Bonzo. Emotivo y sentimental se escuchó el coro del teatro, en el conocido coro “a bocca chiusa” bajo la conducción de Bruce Stasyna.  En el foso y conduciendo a la San Diego Symphony, que vuelve a colaborar con la compañía, que tenía su propia orquesta, estuvo el maestro canadiense Yves Abel, un director experimentado y con mucho oficio, que realizó un óptimo trabajo resaltando la belleza de la orquestación compuesta por Puccini, con atención a los detalles y consideración por las voces. Se hicieron algunos anuncios antes de iniciar el espectáculo, como el del contrato del maestro Abel, cuyo contrato como director principal del teatro se extendió hasta el año 2027, así como los tres títulos que conforman la próxima temporada, Salomé, La Traviata – que conducirá el propio Abel- y La Bohème.