Wednesday, January 29, 2025

La Bohème en Houston


 
Foto: Lynn Lane

Ramón Jacques

Inició la segunda parte de la temporada de la Houston Grand Opera con La Bohème de Giacomo Puccini, obra que desde su estreno en 1896 en el Teatro Regio de Turín bajo la conducción de Arturo Toscanini, y es hoy en día uno de los títulos representados con mayor frecuencia por los teatros del mundo.  Es indudable que la historia es conmovedora y apreciada y que musicalmente contiene los argumentos necesarios que le dio el compositor para hacerla atractiva. Después de asistir a una nueva presentación de la obra, y de escuchar el repetitivo argumento utilizado por los teatros, de que se trata de un título muy solicitado y querido por el público; me hace pensar si verdaderamente es una excusa para que las organizaciones se mantengan en su zona de zona de confort, y con poco, pretender dar mucho porque es un título que difícilmente falla; ya que en base a mi experiencia personal, no he sabido que los teatros programen títulos de acuerdo a encuestas o preguntas al público  sobre que es en realidad lo que le gustaría presenciar y escuchar. Esto último adquiere mayor relevancia en un mercado operístico, como lo es el estadounidense, donde el público aporta una considerable cantidad de recursos necesarios para el funcionamiento de los teatros. Por otro lado, una nueva producción de La Bohème debe contar con los mejores elencos posibles para un escenario del nivel que tiene el de Houston, lo cual no parece ser ya el caso en este teatro. Los nombres que alguna vez brillaron aquí, hoy se mantienen alejados.  De cualquier manera, los artistas escuchados en esta función son los menos culpables de cuestiones y decisiones propias del teatro, y salieron a dar lo mejor de sí, en esta noche de estreno; así, se pudo escuchar a la delicada y comprometida Mimi de la soprano chilena Yaritza Veliz – a quien ya había escuchado en el Sueño de Frida y Diego en San Francisco- y que es una cantante sensible que emitió sus notas con delicadeza, brillantez y expresividad, y poseedora de una voz por momentos más resonante de lo requerido. A su lado, el tenor Michael McDermott, miembro del estudio del teatro, que sustituyó al inicialmente anunciado tenor Joshua Guerrero, mostró buenas cualidades vocales, aunque debe pulirlas, y por momentos fue cubierto por la emisión de Veliz, y no estuvo a la altura de las circunstancias para convencer plenamente en lo actoral como en lo escénico en un papel principal como Rodolfo. Por su parte, la soprano Brittany Renee descolló con su explosiva y brillantez interpretación de Musetta, con una voz de grato color, flexible y una actuación acorde con la volubilidad y frivolidad que requiere el personaje; y el barítono Edward Parks actuó con simpatía, cierta explosividad y una colorida, y robusta tonalidad baritonal.  Simplemente cumplieron en cada una de sus partes el bajo Cory Mcgee como Colline y el barítono Navasard  Hakobyan como Schaunard.  En su doble interpretación de los personajes de Alcindoro y Benoit sobresalió el notable y experimentado barítono Héctor Vázquez, con muchos años a cuestas en el ambiente operístico local, su interpretación no solo se basa en tablas adquiridas con el tiempo, si no con verdaderos medios artísticos empleados para realizar un personaje creíble y verosímil.  La producción escénica del teatro, en cuya creación forman parte la Canadian Opera Company y San Francisco Opera, lució poco atrayente y sugerente, si bien se apega al tiempo y el lugar que indica la trama, careció de cierto brillo y vivacidad, algo pálida y oscura, quizás porque la dirección escénica de John Caird careció de foco y atención a los detalles y movimientos artísticos, cayendo en los conocidos clichés y sobreactuación asociados a este título y que aquí poco ayudaron.  La conducción musical de Karen Kamensek al frente de la orquesta fue una de las fortalezas de la función, musicalmente cada nota estuvo en su lugar, con matices Puccinianos – si se puede utilizar la expresión- con cohesión entre los músicos de la orquesta, seguridad  y adecuada dinámica. En lo que corresponde al coro del teatro, este despuntó en los momentos en los que fue requerido, y lo hizo de manera seria y profesional. Al final fue una bohéme a la que le hizo falta pasión, que no es mucho pedir, y aunque el público aplaudió al finalizar con cierto entusiasmo, sigue en el aire la incógnita planteada anteriormente. ¿Es este el título que tanto quiere tanto y solicita el público? ¿Son estas las condiciones en las que se le debe ofrecer? Lo que se sabe es que indudablemente el público merece más.    



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