Foto: Melissa Taylor
Ramón Jacques
Compuesto en 1741, el oratorio
el Mesías (Messiah, HWV 56) de Georg
Friedrich Händel (1685-1759) es una obra tan intensa y penetrante hoy como lo
fue hace más de 280 años, inspirando alegría y asombro para quienes lo escuchan
por primera vez como para aquellos que regresan para escucharla año con año. En
Houston se ha convertido ya en una tradicional anual de la Houston Symphony,
que antes solía programarla cada dos años, pero que, ante el éxito e interés,
generado entre su público, ha decidido programarla cada temporada, alrededor de
las fechas festivas decembrinas. De hecho, otras importantes orquestas
estadounidenses, que la consideran también una pieza fundamental de su
repertorio la ofrecieron en estas fechas como la: New York Philharmonic,
Philadelphia Symphony Orchestra y la National Symphony Orchestra de Washington
D.C. entre muchas otras. En Estados
Unidos ha resultado ser de especial interés para el público, no solo por la
carga emotiva y religiosa que contiene, si no por su texto en lengua inglesa, que
la hace accesible y comprensible. En cada teatro o sala de concierto donde se
ejecuta se incluir el libreto, que es leído con atención por los asistentes, y
en ciertas ocasiones incluso se invita al público a cantar las partes
corales. Al ser una obra que pertenece
ya al repertorio sinfónico tradicional, pocas orquestas se ocupan de ofrecer o
buscar una aproximación filológica y suelen ejecutarlas con instrumentos
modernos y amplios ensambles. En esta
ocasión la orquesta fue reforzada con clavecín, tiorba, bajo continuo, ya que
la conducción musical estuvo a cargo Jeannette
Sorrell, en su debut con esta orquesta, y que es conocida en el ambiente
musical estadounidense por haber sido discípula de Leonard Bernstein, y por ser
la fundadora y directora del grupo de música barroca Apollo’s Fire, que tiene su sede en la ciudad de Cleveland, y que una
de las pocas agrupaciones especializadas en la en la música barroca reconocidas
de este país, por su amplia discografía y por la asociación que realizara hace
algunos años con el contratenor francés Philippe
Jaroussky, con quien realizaron una gira de presentaciones por Europa. La
conducción de Sorrell fue detallada y atenta a cada detalle, y condujo con la
escrupulosidad y atención al detalle que suelen tener los directores de música
antigua buscando la musicalidad y timbres adecuados, así como un balance entre los
solistas, la orquesta y el coro, imprimiéndole dinamismo y ligereza al sonido
que emanó de los instrumentos. La orquesta ofreció una grata sonoridad musical,
en la que destacaron especialmente los metales y las trompetas. La idea de Sorrell, buscó, según ella mismo
expresó, recrear la manera como se especula, se solía escuchar la pieza con cercanía
con el público, por lo que los cuatro solistas cantaron sus piezas de memoria,
sin la ayuda de partituras como suele suceder, y como si se tratara de una
pieza escénica actuada, y que, gracias a los movimientos y gestos de cada
solista, en vez de cantar parecían contar una historia rompiendo por momentos con
esa barrera que parece existir y que aleja a los solistas con la audiencia.
Sorrell exploró esta novedosa y valida idea, al menos lo fue para mí como
seguramente para muchos de los presentes. La idea funcionó bien en la práctica,
sin embargo no hay que olvidar que de todos los oratorios handelianos, este es complejo y distinto a los demás, ya que a
excepción de Israel in Egypt, cuyo
texto proviene de la biblia; el Mesías,
que está basado en el nuevo testamento, es el único oratorio de Händel sin una
trama dramática, además de que a lo
largo de la vida del compositor se presentaba en espacios consagrados; y es por
lo tanto una reflexión sobre algo sagrado, no así sobre la naturaleza dramática
de su contenido. Es un oratorio conformado de extensas partes corales por lo
que sus solistas, aquí se convierten en una especie de comentaristas o relatores,
más que personajes de una trama o historia. Las partes vocales lucieron de manera especial
por la presencia de la soprano Amanda
Forsythe, que, en mi apreciación, es quizás una de las mejores sopranos estadounidenses,
que ha optado por hacer una carrera de bajo perfil, principalmente en la música
antigua, y sus brillantes apariciones en escenarios operísticos, cuando las ha
hecho han sido notables. Amanda posee una grata brillantez vocal, y una línea
musical, que es conmovedora y apasionante. Con mucha claridad en su canto y una
impecable dicción hizo que sus arias fueran los momentos más altos del
concierto. El contratenor Cody Bowers,
se mostró expresivo, en su entonación y fraseo; y el tenor Ed Lyon cautivó con una voz seductora, ligera, pero muy precisa. completó el cuarteto de solistas el bajo
barítono Kevin Deas, con una voz
potente, algo desmedida y áspera por momentos pero que al igual que los demás
interpretes ofreció una interpretación idiomática y atenta a cada palabra. El
coro Houston Symphony Chorus, mostró buen nivel y momentos intensos y emotivos
en cada una de sus apariciones sin dejar de mencionar el conocido ¡Aleluya! Que
tanto jubilo causa entre el público. El coro se mantiene muy activo gracias que
el titular de la orquesta Juraj Valčuha es
especialmente afecto a la música vocal, coral y a la lírica.
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