Saturday, September 23, 2017

Tamerlano en el Teatro alla Scala de Milán

Maria Grazia Schiavo
Foto:Brescia & Amisano

Massimo Viazzo

Este Tamerlano será recordado como uno de los espectáculos mejor logrados de la temporada actual del Teatro alla Scala de Milán.  En primer lugar, el mérito es del elenco de altísimo perfil encabezado por la extraordinaria prestación de dos de los mejores contratenores en la plaza como: Bejun Mehta en el papel del personaje del título, un cantante de vocalidad sana con inflexiones en el timbre, de reflejos dorados y notable capacidad expresiva; y Franco Fagioli, un vulnerable Andronico, combativo e introvertido, de voz de color muy bruñido y con una destacada predisposición al fraseo; eso sin hablar de la virtuosa habilidad de ambos cantantes, que fue absolutamente fuera de lo común en la coloratura más intrépida, siempre precisa y sobresaliente. Es de remarcar también la victoriosa presencia de Plácido Domingo como Bajazet, aún en grado de mostrar un acento esculpido y una dicción perfecta y comunicativa, así como una voz firme y un timbre inconfundible, poco importando si en realidad tuvo algunos olvidos e imprecisiones en el canto de agilidad que ya se habían señalado en el ensayo.  La escena de la muerte de Bajazet conmovió al público ya que fue un ¡gran momento de teatro! Las dos intérpretes femeninas, Maria Grazia Schiavo fue una Asteria dulce y combativa, transparente y cristalina, que supo calentar el corazón en sus arias más patéticas y melancólicas; como también la luchadora y obstinada Irene de Marianne Crebassa, de grato timbre pulido y siempre determinada en el acento. Completó un reparto de notable bravura, el sólido y autoritario Leone de Christian Senn. En el podio Diego Fasolis dirigió con cuidado, pero en un modo que por momentos pareció un poco mecánico. 
Plácido Domingo 
La agrupación de instrumentos históricos de la orquesta del Teatro alla Scala, reforzada en esta ocasión por elementos de I Barocchisti, ensamble suizo del que Fasolis es su fundador y director. Dejando hasta el final -last but not least- escribo de Davide Livermore el creador del espectáculo. El director de escena italiano dio una lectura a esta obra maestra handeliana (¡una muy grande obra!) de una rara fuerza dramática y notable impacto en el público, trasladando la trama original a la primera parte del siglo dieciocho en la Rusia de la revolución de octubre, una Rusia fría y brumosa, azotada continuamente de tormentas de nieve, y una Rusia que daba un guiño al gran cinema de Sergei Eisentein.  Livermore cuidó con atención cada detalle haciendo vivas y escénicamente interesantes las numerosas arias con da capo, verdadero talón de Aquiles de los montajes de óperas barrocas (con cantantes dejados frecuentemente a merced de ellos mismos, o peor aún, enfrascados en escenas insensatas o exageradas). Como Livermore es también musico, evitó con inteligencia esas trampas metiendo a los cantantes a sus anchas y dando un modo a los espectadores con un subtexto casi escondido con la presencia en escena del propio Stalin, Lenin y el Zar Nicolás en persona.  ¡Inútil hablar del gran éxito que al final involucró a todos! 

Tamerlano di Handel - Teatro alla Scala

Foto: Brescia&Amisano

Massimo Viazzo

Questo Tamerlano sarà ricordato come uno degli spettacoli più riusciti della stagione in corso del Teatro alla Scala di Milano. Merito in primo luogo di un cast di altissimo profilo, guidato dalla prestazione straordinaria di due dei migliori controtenori sulla piazza:  Bejun Mehta nei panni del personaggio del titolo, un cantate dalla vocalità sana, con inflessioni timbriche dai riflessi dorati e notevoli capacità espressive, e Franco Fagioli, Andronico vulnerabile, combattuto e introverso dalla voce di colore più brunito, e con una attitudine al fraseggio mai scontata; per non parlare delle abilità virtuosistiche dei due cantanti, abilità assolutamente fuori dal comune nella coloratura più spericolata, sempre precisissima e svettante. Da rimarcare, poi, la presenza vincente di un Placido Domingo, come Bajazet, ancora in grado di sfoggiare una scolpitura d’accento e una dizione perfetta e comunicativa, con una voce ancora fermissima e una timbrica inconfondibile, poco importando in realtà se qualche amnesia e qualche imprecisione nel canto di agilità ne abbiano segnato la prova. La scena della morte di Bajazet ha commosso il pubblico: un grande momento di teatro! Le due interpreti femminili, Maria Grazia Schiavo, una Asteria dolce e pugnace, limpida e cristallina, che ha saputo scaldare i cuori nelle sue arie più patetiche e malinconiche, e la volitiva e caparbia Irene di Marianne Crebassa, dal bel timbro brunito e sempre determinata nell’accento, completavano, con il solido e autorevole Leone di Christian Senn, un cast davvero di notevole bravura. 
Marianne Crebassa
Dal podio, Diego Fasolis, ha diretto sicuramente con cura, ma in modo che a volte è parso un po’ meccanico, i complessi dell’Orchestra del Teatro alla Scala su strumenti storici, per l’occasione rinforzati da elementi de I Barocchisti, l’ensemble svizzero di cui Fasolis è fondatore e direttore. Ed eccoci infine - last but not the least - a scrivere di Davide Livermore, l’ideatore dello spettacolo. Il regista italiano ha dato una lettura del capolavoro haendeliano (un grandissimo capolavoro!) di rara forza drammatica e notevole impatto sul pubblico, traslando la vicenda della trama originaria dal primo Settecento alla Russia della Rivoluzione d’Ottobre, una Russia fredda e brumosa, una Russia battuta continuamente da tempeste di neve, una Russia che strizzava anche l’occhiolino al grande cinema di Sergei Ejsentein. Livermore ha curato con attenzione ogni dettaglio rendendo vive e interessanti scenicamente le numerose arie con da capo, vero tallone d’achille degli allestimenti di opere barocche (con cantanti lascati spesso in balia di loro stessi o, peggio ancora infarcite di controscene spesso insensate o esagerate). Ma Livermore è anche musicista e ha evitato con intelligenza queste trappole mettendo sempre a proprio agio i cantanti, e dando modo agli spettatoti di leggere un sottotesto nemmeno poi così nascosto, con la presenza in scena proprio di Stalin, Lenin e dello Zar Nicola in persona.  Inutile parlare del grande successo che alla fine ha coinvolto tutti!




Friday, September 22, 2017

Estreno de La Fanciulla del West en el Palacio de Bellas Artes de México D.F.

Fotos cortesía INBA

Lázaro Azar / Periodico Reforma.com

Cd. de México (19 septiembre 2017).- Pocos compositores hay tan queridos por el público operístico como Puccini, por ello resulta inexplicable que, aun siendo uno de sus títulos menos programados, La Fanciulla del West (1910) no se hubiera presentado en México; enterarnos que en 1909 Justo Sierra vislumbró la posibilidad de que su estreno mundial ocurriera aquí con motivo de las fiestas del Centenario de la Independencia, es todavía más sorprendente. Este 17 de septiembre La Fanciulla fue estrenada en el Palacio de Bellas Artes, y José Octavio Sosa aclara en el programa de mano que el 24 de febrero de 1920, fue presentada en el desaparecido Teatro Arbeu bajo la concertación de Alfredo Padovani. Si el telón se alzó media hora tarde o si Puccini se adelantó al decir que los bad hombres que ahí aparecen son mexicanos, es lo de menos. Lo importante, es la exuberante orquestación con que esta partitura arropa un libreto de "vivo sentido teatral" y que, como señala Roger Alier, "es de las pocas en el repertorio, en las que lo que sucede en escena atrae al espectador casi por sí mismo, haciendo de la música un mero subrayado de la acción". Desgraciadamente, una cosa es lo que escribió Puccini y otra, mal resuelta y con notables desatinos, la que llega hasta nosotros firmada en su trazo escénico, escenografía e iluminación por Sergio Vela, quien correspondió a los intercambios que ha tenido con Luiz Fernando Malheiro, invitándolo como concertador. El problema, no es lo minimalista de la escenografía ni si por la pretendida corrección política de esa caricatura de partido que se hace llamar ecologista, fue que se prescindió del caballo sobre el cual galopa la protagonista para entrar a escena en el tercer acto, tal y como lo concibió Puccini. A cambio de tan emocionante golpe teatral, Vela incurrió en sus consabidas maniobras con montacargas que subían y bajaban plataformas del escenario, además de su proverbial gestualidad forzada -la "cámara lenta" del segundo plano- o de hacer descender a esa masa de amontonados gambusinos a un inesperado sótano que cómo habrían deseado mis tías beatas para esconder cristeros. Más hilarante aún resultó la alfombra voladora donde nuestra fanciulla puso a levitar a su amado y que le habrían envidiado los hermanos Almada, Juan Orol y hasta al mismísimo Ed Wood pues nos hizo pensar que Ramérrez estaba siendo abducido por un ovni. Lástima que hasta ahí llegara el intento de preservar la nada novedosa estética pseudo cinematográfica presentada en un principio y relegada después. Del vestuario adocenado y las plastas con que rudimentariamente pretendieron maquillar al elenco mejor ni hablar. Confío que serían menos peores de lo que la pésima iluminación, ¡ay, tan estrellada! permitía vislumbrar; al fin y al cabo, el coro sonó decorosamente y pese a que muchas veces tapó a los cantantes, la orquesta hizo un buen papel. Vocalmente, el elenco fue dispar: de los 17 roles secundarios, Rodrigo Urrutia (Ashby) y Enrique Ángeles (Sonora) demostraron solvencia y los demás batallaron hasta con la pronunciación. De los tres protagónicos, fue grato escuchar nuevamente a Jorge Lagunes (Jack), si bien Andeka Gorrotxautegui (Dick/Ramérrez) fue quien cosechó la única ovación unánime tras entonar Ch'ella mi creda libero e lontano. ¿Tendrán una cover para las funciones restantes, o precisarán que lo que se oirá, será La fámula del West? Porque escuchar los berridos y la pobreza de agudos con que Ángeles Blancas abordó a Minnie fue tan lamentable como desastrosos los gritos con que masacró el dueto del segundo acto. En fin, que así fue el oneroso retorno de Sergio Vela al escenario del Blanquito [Palacio de Bellas Artes], sumando otro capítulo a un nutrido historial de títulos, muchos de ellos auténticos estrenos en México, que jamás se han vuelto a reponer conforme a su propuesta. ¿Por qué será?

****Esta crítica corresponde a la función de estreno, lamentablemente el resto de las funciones de Fanciulla del West en el Palacio de Bellas Artes fueron canceladas debido al terremoto que azotó la ciudad de México el martes 19 de septiembre. 


Thursday, September 21, 2017

La Traviata en el Colón de Buenos Aires

Ermonela Jaho 
Foto crédito: Prensa Teatro Colón /Máximo Parpagnoli

Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica

Buenos Aires, 12/09/2017. Teatro Colón. Giuseppe Verdi: La Traviata. Ópera en 3 actos, libreto de Francesco María Piave. Franco Zeffirelli, dirección escénica y escenografía. Raimonda Gaetani, vestuario. Producción escénica original de la Ópera de Roma. Stefano Trespidi, reposición de la puesta escénica. Andrea Miglio, reposición de la escenografía. Anna Biagiotti, reposición del vestuario. Martín Miranda, coreógrafo repositor. Ermonela Jaho (Violetta Valery), Saimir Pirgu (Alfredo Germont), Fabián Veloz (Giorgio Germont), María Victoria Gaeta (Flora Bervoix), Daniela Ratti (Annina), Santiago Burgi (Gastón), Gustavo Gibert (Barón Douphol), Alejandro Meerapfel (Marqués d’Obigny), Mario De Salvo (doctor Grenvil), Ariel Casalis (Giuseppe), Cristian De Marco (Mensajero y Mayordomo). Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Director del Coro Estable: Miguel Martínez. Dirección Musical: Evelino Pidò.

El Teatro Colón presentó una razonable versión de La Traviata de Verdi con una buena puesta en escena, una versión musical diferente y adecuadas voces. Merced a un convenio con la Ópera de Roma se recurrió a una puesta en escena de Franco Zeffirelli, estrenada en abril de 2007, esto permitió que se aprecie por primera vez una puesta de Zeffirelli en la Argentina. Poco se puede agregar a lo conocido sobre la labor del gran maestro italiano como director escénico: grandilocuencia, barroquismo, tradición, perfección en los movimientos de masas, delineadas acciones paralelas de figurantes y coro, admirable manejo del espacio. Con todo se nota el concepto escénico un poco avejentado. Variado y de estricta época el vestuario de Raimonda Gaetani, razonable las coreografías repuestas por Martín Miranda y adecuada la iluminación que entendemos pertenece al director de escena repositor: Stefano TrespidiEn la dirección musical el maestro Evelino Pidò resaltó los aspectos belcantistas de la escritura verdiana buscando un sonido trasparente e intentando resaltar detalles y matices dinámicos; a la vez decidió abrir todos los cortes que las tradiciones impusieron a la partitura. La respuesta de los profesores de la Estable fue de primer nivel. La soprano albanesa Ermonela Jaho fue una Violetta Valery que no defraudó. No es una voz grande pero dosifica las intensidades con cuidado e inteligencia fue convenciendo y compenetrándose a medida que transcurría la noche y aunque en el primer acto se la notó algo insegura y con vibrato, su canto fue creciendo hasta lograr un final de notable impacto. Desplegó una importante gama de matices que van desde el susurro proyectado con voz pequeña y calculadamente frágil hasta el agudo a plena voz. A su lado su compatriota Saimir Pirgu fue un Alfredo de perfecta estampa, sin gran volumen pero con una voz bien trabajada, emisión prolija y sutileza interpretativa. Mientras que el Giorgio Germont de Fabián Veloz fue frío y autoritario, cantado con buen volumen y adecuada línea. Ajustado el Coro Estable y de muy buen desempeño el resto del elenco.

Monday, September 18, 2017

La Cenerentola en el Teatro Municipal de Santiago de Chile

Foto: Patricio Melo

Joel Poblete

Aunque notoriamente se ha representado en menos ocasiones en el Teatro Municipal de Santiago en comparación con la obra más célebre y popular de las 39 que Gioachino Rossini compuso para la escena, El barbero de Sevilla -que se ha ofrecido ahí en más de 50 temporadas-, en el caso de La cenerentola de todos modos el público local ha contado con muy memorables versiones. Y la encantadora y chispeante partitura regresó en la segunda quincena de agosto a ese escenario, precisamente en este 2017 en que se cumplen 200 años desde su estreno. Presentada por primera vez en Chile en las primeras décadas del siglo XIX, en el siglo pasado regresó recién en 1985, en una recordada producción que contó con tres artistas italianos considerados verdaderas eminencias en este repertorio: la mezzosoprano Lucia Valentini-Terrani, el bajo Paolo Montarsolo y el director de orquesta Bruno Campanella. También en un formidable nivel musical estuvo la última vez que se había presentado en ese escenario, en 2004, con cantantes tan destacados como Vivica Genaux, John Osborn, Pietro Spagnoli y Luca Pisaroni.

En esta ocasión se contó con el debut local de una conocida producción del prestigioso director teatral franco-argentino Jerôme Savary, fallecido en 2013. Esta puesta en escena, creada hace más de dos décadas, ha seguido presentándose en teatros europeos, y acá se ofreció con la reposición a cargo de la francesa Frédérique Lombart, conservando la eficaz y funcional escenografía de Ezzio Toffolutti (quien además diseñó el adecuado vestuario), mientras la correcta iluminación original de Sébastien Bohm fue retomada por el chileno Ricardo Castro. Dinámico y lleno de energía, este montaje resalta especialmente la comicidad, por momentos incluso rondando lo circense, en particular en la exagerada y bufonesca caracterización de las dos hermanastras; en instantes se atiborra demasiado la escena y algunos pasajes de danza -con coreografía a cargo de la propia Lombart- ayudan a recargar un poco más todo, pero el conjunto es muy efectivo para divertir al público. Como esta ópera es tan famosa y cuenta con varios registros audiovisuales, fue inevitable que la producción evoque y recuerde recursos e ideas de otras ya conocidas, como la genial y deliciosa película de en 1981 a cargo de Jean-Pierre Ponnelle.

En lo musical, se contó con una excelente versión. El talentoso director español José Miguel Pérez-Sierra, quien debutara en el Municipal en 2014 con I puritani, ya demostró ahí con El turco en Italia de 2015 su certero acercamiento a Rossini, compositor que conoció muy bien gracias a su trabajo junto a quien fue la mayor autoridad rossiniana del último siglo, el maestro y musicólogo italiano Alberto Zedda, fallecido hace pocos meses. Guiando con brío a la Filarmónica de Santiago, la suya fue una lectura luminosa y llena de energía, atenta a los detalles de instrumentación y al equilibrio entre la agrupación y los cantantes en escena, y que brilló particularmente en los "accelerando" que resaltan la contagiosa agilidad de la música rossiniana. Se contó con un lucido y muy afiatado grupo de cantantes para los siete roles solistas, con casi todos los protagonistas ya fogueados en el epicentro mundial del canto rossiniano: el Festival de Pesaro. La mezzosoprano italiana Josè Maria Lo Monaco, quien se ha presentado en escenarios como la Scala de Milán y el Teatro Real de Madrid, tuvo un buen debut en Chile encarnando a la protagonista; aunque en algunos momentos su reducido volumen en las notas medias o graves hizo que la cubriera la orquesta, su voz es atractiva, físicamente es ideal para el rol y resolvió bien su esperado número solista al final de la obra.

También debutando en ese país y con una ascendente carrera en teatros como el Covent Garden de Londres y el MET de Nueva York, el tenor estadounidense Michele Angelini fue un excelente príncipe Ramiro. Efectivo en lo escénico y resuelto en su canto, tiene un timbre grato, canta con estilo, sabe adecuar su material tanto en las agilidades como en las exigentes notas agudas y abordó con inteligencia su gran escena solista del segundo acto. Y una vez más el Municipal tuvo el privilegio de contar con uno de los grandes cantantes internacionales en este repertorio, el barítono italiano Pietro Spagnoli, quien desde su debut en ese teatro hace ya más de dos décadas, ha cantado previamente ahí en cinco roles diferentes, y mientras en La cenerentola de 2004 encarnó a Dandini, ahora fue el padrastro de la protagonista, Don Magnifico; tanto en esta obra como en El barbero de Sevilla, La italiana en Argel y El turco en Italia, los personajes de Spagnoli han sido garantía de auténtica calidad rossiniana en el Municipal, y esta ocasión no fue la excepción, con una entrega muy bien cantada y actuada, con dignidad y la comicidad precisa, sin caer en excesos o clichés farsescos, y su entrega en las arias, con la agilidad precisa y estirando las notas finales, mereció los aplausos que le brindó el público.

Quien también se ganó el entusiasmo de la audiencia fue el barítono español Joan Martín-Royo, quien antes había cantado en el Municipal en Peter Grimes y La flauta mágica, y luego de una década volvió ahí, ahora para encarnar con simpatía y vivacidad cómica al divertido Dandini, muy bien cantado y con inagotable chispa escénica. Los otros tres personajes del elenco estuvieron a cargo de estupendos solistas chilenos. Las dos hermanastras, Clorinda y Tisbe, fueron encarnadas por las sopranos Yaritza Véliz y Marcela González, respectivamente; excelentes y seguras cantantes, fueron un lujo en sus roles, y en lo actoral se plegaron sin reservas a las demandas de la puesta en escena, que no sólo les exigió afearse gracias a un caricaturesco maquillaje, sino además un excesivo y desbordado juego teatral rayando en el ridículo. Y aunque nos quedamos con las ganas de escuchar al siempre notable Ricardo Seguel en el rol del tutor Alidoro, quien canceló por enfermedad, a cambio pudimos apreciar el gran desempeño del joven bajo-barítono Matías Moncada, quien asumió este desafío con gran profesionalismo y excelentes resultados; afrontando con seguridad su muy exigente escena solista en el primer acto y con una excelente química teatral con sus mucho más experimentados compañeros del reparto, lució su voz sonora y robusta, que destaca especialmente en los tonos medios y graves. Un gran talento que vale la pena tener en cuenta, pues puede tener una carrera de alcances internacionales.


Il segreto di Susanna de Wolf Ferrari en México D.F.

Foto: Cultura Unam / Barry Domínguez
Luis Gutierrez Ruvalcaba

Cultura UNAM presenta IM–PULSO, iniciativa que busca convertirse en un espacio anual en el que crezcan los más eclécticos lenguajes de las artes escénicas, en palabras expresadas en el programa de mano. Uno de los proyectos es la presentación de la ópera bufa Il segreto di Susanna que Ermanno Wolf–Ferrari compuso en 1909, en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario. El argumento de este caramelo, que así caracterizo por su brevedad y buen sabor, describe las aventuras mentales de una pareja de recién casados, el Conde Gil y la Condesa Susanna. El Conde detesta el olor a cigarrillo, mismo que percibe continuamente en su casa; estima que quien lo causa es un hipotético amante de su joven esposa, aunque descubriremos que lo que el secreto de la Condesa Susanna es el hecho de que ella es quien fuma. Al “confesar” el hecho, su ahora amante esposo decide fumar también. La música, aunque de corta duración, unos 50 minutos destaca por la presencia de alusiones al Preludio a la siesta de un Fauno de Debussy, que sugieren el movimiento voluptuoso del humo expelido por Susanna, así como motivos cómicos desde la obertura –sí, cuanta con una pequeña obertura que el director de escena respetó sin introducir escenas graciosas como lo hacen muchos ponedores – y la presencia recurrente de una gavota, que creo nació en Il crociato in Egitto del Meyerbeer italiano, habiendo pasado por Manon y llegando hasta la escena de Ascot de My Fair LadyEl director de escena, Hernán del Riego, decidió poner la obra con el lenguaje de los comics, impresos y en la televisión, logrando una espléndida producción. La diseñadora de escenografía e iluminación, Xóchitl González y el diseñador de vestuario y utilería, Mario Marín del Río, lograron un brillante trabajo, en comunión total con el concepto. La ejecución vocal y actoral de Irasema Terrazas como Susanna y Josué Cerón como el Conde Gil fue estupenda. Aunque breve, las partes de ambos cantantes no son simples, de hecho, son muy demandantes en cuanto a la duración, rango y variación de la dinámica durante sus largos solos. Alejandro Camacho como actor mudo ayudó a subrayar la comicidad de la puesta en escena. Gustavo Rivero dirigió la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, formada por becarios menores a los 30 años, es decir jóvenes de verdad. Bajo la batuta de Rivero la orquesta logró una muy buena ejecución, destacando la del clarinetista Luis Arturo Cornejo. No exagero al decir que pasé una gran tarde de domingo gracias a todos los artistas que nos bridaron generosamente su trabajo

Kathia Buniatishvili - London Symphony, Stresa Festival 2017

Renzo Bellardone

Prima di scrivere dei due concerti diretti da Gianandrea Noseda allo Stresa Festival 2017 mi sono preso una pausa di riflessione. All’ascolto di entrambe le direzioni mi sono sentito molto piccolo di fronte alla monumentale genialità e con doveroso senso di moderazione e conoscenza dei propri limiti mi sono fermato un attimo. Più tardi però ho riflettuto sul fatto che quando scrivo non intendo ‘spacciare’ conoscenze universali che non ho e lungi da me il voler ‘apparire’, pervaso invece dal piacere di condividere le emozioni scaturite e vissute all’ascolto, attraverso quelle che definisco ‘recensioni emozionali’. Armandomi quindi di coraggio ci provo !

STORIE RUSSE e CREAZIONI INNOVATRICI – STRESA FESTIVAL  2017
STORIE RUSSE – Palacongressi Stresa 3 settembre
Khatia Buniatishvili, pianoforte
London Symphony Orchestra
Gianandrea Noseda, direttore

S. RACHMANINOFF, Concerto per pianoforte e orchestra in do min. op. 18
P.I. ČAJKOVSKIJ, Sinfonia n. 4




CREAZIONI INNOVATRICI – Palacongressi 8 settembre
Enrico Dindo, violoncello
Filarmonica Teatro Regio Torino
Gianandrea Noseda, direttoreW.F. BACH, Sinfonia in re min.
D. ŠOSTAKOVIČ, Concerto per violoncello e orchestra n. 1
L. VAN BEETHOVEN, Sinfonia n. 6 in fa magg. op. 68 “Pastorale”


Il sottotitolo che istintivamente avrei dato ad entrambi i concerti è ‘Monumentali Genialità’. Gli autori considerati sono dei veri geni  della scrittura musicale, segnando non solo la loro epoca, ma anche quelle a venire! Gli interpreti sono dei ‘monumenti’ nel panorama musicale internazionale, a partire dalle orchestre: la LSO è a buon diritto ai vertici musicali  ed ad ogni ascolto trasmette forte emozioni e pare diventare sempre più eccellente nello scavo e nella ricerca di meandri di bellezza; la Filarmonica del Teatro Regio di Torino, nata nel 2003 su iniziativa  dei componenti dell’orchestra del TRT con Noseda,  direttore musicale TRT esprime una forte intesa che produce colori raffinati ed eleganti sonorità. Il 3 settembre Khatia Buniatishvili, al pianoforte nel celebre concerto op.18 di S.Rachmaninoff, ha incantato il pubblico per l’elegante vigore ed il suono caldo e pieno, tratto dal virtuosistico ed appassionato tocco della tastiera; è seguita la sinfonia n.4 di P.I. Čajkovskij: l’introduzione è la narrazione del destino ineluttabile che impedisce la felicità per descrivere poi la malinconia che svanisce prima o poi con un po’ di leggerezza, fino all’ardore del finale che il cuore pulsante dell’orchestra ha esaltato in una esplosione di festa. Il concerto di chiusura dell’8 settembre, ha invece visto Enrico Dindo quale solista al violoncello nel concerto n. 1 di   D. Šostakovič, dove fin dall’attacco iniziale è apparso un grande: partitura bellissima che ha interpretato con trasporto e passione esprimendosi nell’intera estensione. La seconda parte è stata protagonista la Filarmonica TRT nella sinfonia n. 6, la ‘Pastorale’  di Beethoven rappresentata in un susseguirsi di quadri variopinti e sonorità silvane ed agresti. Entrambi i concerti sono stati diretti dal Maestro Gianadrea Noseda, direttore artistico del Festival ed ai vertici della piramide dei grandi direttori d’orchestra. Direzione sempre molto leggibile con gesto chiaro ed espressivo; con la Lso è il principale direttore ospite, mentre per la Filarmonica è il direttore musicale del Teatro Regio di Torino. Mantenuto il suo atteggiamento di grande attrattore e coinvolgitore, ringrazia i professori d’orchestra con continui sorrisi e gratificanti espressioni del volto. Questo rapporto di amicizia crea un’intesa che dà poi i migliori frutti sul palcoscenico, come in queste due occasioni di grande soddisfazione per l’ascolto . Un grazie doveroso al Maestro Noseda per il suo coinvolgimento con lo Stresa Festival, per la scelta dei programmi, per la sua professionalità e passione nella direzione. La musica vince sempre.

Il segreto di Susanna - Città del Messico

Foto: Cultura Unam / Barry Domínguez

Luis Gutierrez Ruvalcaba

Cultura UNAM presenta IM–PULSO, iniziativa che aspira a tramutarsi in uno spazio annuale di crescita per i linguaggi più eclettici delle arti sceniche, secondo quanto dichiarato nel programma di sala. Uno dei progetti è la rappresentazione dell'opera buffa Il segreto di Susanna, che Ermanno Wolf–Ferrari compose nel 1909, nella Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario. L'argomento di questa chicca, breve e saporita, descrive le avventure psicologiche di una coppia appena sposata, il Conte Gil e la Contessa Susanna. Il conte detesta l'odore delle sigarette, che pure sente di continuo per casa; immagina che la causa sia un ipotetico amante della sua giovane sposa, finché non scopriamo che il segreto della Contessa Susanna è proprio il fatto che sia una fumatrice. Alla "confessione" lo sposo innamorato decide di iniziare anche lui a fumare. Nella musica, nella sua breve durata di una cinquantina di minuti, si distinguono allusioni al Prelude à l'après-midi d'un faune di Debussy a suggerire il movimento voluttuoso del fumo espirato da Susanna, così come motivi comici fin dall'ouverture  – sí, c'è anche un piccola ouverture che il regista rispetta senza introdurre, come spesso avviene, graziose scenette – e la presenza ricorrente di una gavotta, che credo sia nata con Il crociato in Egitto del Meyerbeer italiano per passare attraverso Manon fino alla scena di Ascot di My Fair LadyIl regista, Hernán del Riego, ha deciso di lavorare con il linguaggio di fumetti, giornali e televisione, realizzando uno splendido spettacolo. L'autrice di scene e luci, Xóchitl González, e il costumista e attrezzista, Mario Marín del Río, hanno svolto il loro compito brillantemente, in totale comunione con l'idea registica.  La resa vocale e attoriale di Irasema Terrazas come Susanna e Josué Cerón come Conte Gil è stata stupenda. Per quanto brevi, le parti di entrambi non sono semplici, anzi, assai esigenti quanto a durata, estensione e varietà dinamica nei loro ampi interventi solistici. Alejandro Camacho come presenza muta ha aiutato a tener viva la comicità dell'allestimento.  Gustavo Rivero ha diretto la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata, formata da borsisti sotto i trent'anni, ovvero realmente giovani. Sotto la direzione di Rivero l'esecuzione è risultata assai buona, distinguendosi in particolare il clarinettista Luis Arturo Cornejo. Non esagero nel dire d'aver passato un gran pomeriggio grezie a tutti gli artisti che hanno offerto generosamente il loro lavoro.

La Cenerentola - Santiago del Cile

Foto: Patricio Melo

Joel Poblete

Benché sia apparsa al Teatro Municipal de Santiago in meno occasioni rispetto all'opera più celebre e popolare fra le trentanove composte da Gioachino Rossini, Il barbiere di Siviglia - presentato finora in più di cinquanta stagioni -, per quanto concerne La cenerentola il pubblico locale ha avuto occasione di apprezzarne edizione memorabili. E la partitura incantevole e spumeggiante è tornata nella seconda metà di agosto su queste scene proprio per celebrare i duecento anni dalla prima assoluta. Dopo l'esordio in Cile nei primi decenni dell'Ottocento, nel secolo passato è tornata solo nel 1985, in una produzione ricordata anche per la presenza di tre artisti italiani considerati autentiche autorità in questo repertorio: il mezzosoprano Lucia Valentini-Terrani, il basso Paolo Montarsolo e il direttore Bruno Campanella. Nondimeno a un livello formidabile è riapparsa l'ultima volta, nel 2004, con artisti del calibro di Vivica Genaux, John Osborn, Pietro Spagnoli e Luca Pisaroni. In questa occasione si è potuto contare sul debutto locale della nota produzione del celebre regista franco-argentino Jerôme Savary, scomparso nel 2013. Questo allestimento, in circolazione già da più di vent'anni nei teatri europei, è stato ripreso dalla francese Frédérique Lombart, sempre con la scenografia efficace e funzionale di Ezio Toffolutti (autore pure dei pregevoli costumi), mentre le luci originali di Sébastien Bohm sono state rinnovate dal cileno Ricardo Castro. Dinamico e pieno di energia, questo spettacolo mette in risalto soprattutto la comicità, a tratti rasentando il circense, in particolare per la caratterizzazione esagerata e buffonesca delle due sorellastre; talora la scena appare un po' troppo affollata e alcuni passi coreografati - a cura dello stesso Lombard - contribuiscono a un ulteriore sovraccarico, tuttavia l'insieme è di grande effetto per divertire il pubblico. Essendo quest'opera tanto famosa e diffusa attraverso varie registrazioni, è stato inevitabile che il pensiero corresse a soluzioni e idee già note, come il film geniale e delizioso di Jean-Pierre Ponnelle. Dal punto di vista musicale, si è trattato di un'edizione eccellente. Il talentuoso concertatore spagnolo José Miguel Pérez-Sierra, che aveva debuttato al Municipal nel 2014 con I puritani, ha già dimostrato con Il turco in Italia del 2015 la sua indubbia affinità con Rossini, compositore che ha ben approfondito lavorando con una delle amggiori autorità in materia dell'ultimo secolo, il maestro e musicologo Alberto Zedda, scomparso pochi mesi fa. Guidando con brio la Filarmónica de Santiago, ha offerto una lettura luminosa e piena di energía, attenta ai dettagli strumentali e all'equilibrio fra buca e palco, brillando soprattutto nei crescendo in cui risalta la contagiosa verve della musica rossiniana.

La compagnia di solisti è parsa splendente e ben affiatata, con quasi tutti i protagonisti già ben noti nell'epicentro mondiale del canto rossiniano: il Festival di Pesaro. Il mezzosoprano italiano Josè Maria Lo Monaco, dopo essere apparsa in teatri come la Scala di Milano e il Teatro Real de Madrid, ha compiuto un buon debutto i Cile nei pani della protagonista; per quanto talora il volume ridotto nelle note centrali e gravi abbia fatto sì che fosse coperta dall'orchestra, la voce è accattivante, fisicamente è ideale per il ruolo e ha risolto assai bene il suo atteso rondò finale. Parimenti al debutto cileno e con una carriera in ascesa fra il Covent Garden di Londra e il MET di New York, il tenore statunitense Michele Angelini è stato un eccellente principe Ramiro. Efficace come attore e deciso nel canto, possiede un timbro gradevole, buono stile, sa gestire il suo materiale tanto nelle agilità quanto nel sollecitato registro acuto e ha affrontato con intelligenza la sua grande aria del secondo atto. E una volta in più il Municipal ha avuto il privilegio di ospitare une dei grandi interpreti di questo repertorio a livello mondiale, il baritono italiano Pietro Spagnoli, che dopo il suo debutto in questo teatro una ventina d'anni fa ha cantado ha poi cantato qui cinque diversi ruoli e, mentre nella Cenerentola del 2004 aveva incarnato Dandini, oggi è stato il patrigno della protagonista, Don Magnifico; tanto in quest'opera come nel Barbiere di Siviglia, L'italiana in Algeri e Il turco in Italia, i personaggi di Spagnoli sono stati garanzia di autentica qualità rossiniana al Municipal. Questa Cenerentola non ha fatto eccezione, con un'interpretazione assai ben recitata e cantata, con dignità ed esatta comicità, senza cadere in eccessi o clichés farseschi. Le sue arie, precise nell'agilità e con note finali ben tenute, hanno meritato gli applausi tributati dal pubblico.

Chi, nondimeno, si è guadagnato l'entusiasmo della sala è stato il baritono spagnolo Joan Martín-Royo, che già aveva cantato al Municipal in Peter Grimes e Die Zauberflöte e dopo un decennio è tornato per incarnare con simpatia e vivacità un divertito Dandini, ottimo nel canto e con una scintilla teatrale inesauribile. Gli altri personaggi in locandina sono stati interpretati da eccellenti solisti cileni. Le due sorellastre, Clorinda e Tisbe, sono state appannaggio dei soprani Yaritza Véliz e Marcela González, rispettivamente: ottime cantanti, sono state un lusso in questi ruoli, e si sono prestate senza riserve alle esigenze della regia, che non solo ha imposto loro un trucco caricaturale, ma anche una recitazione eccessiva e debordante, rasentante il ridicolo. E anche se siamo rimasti con il desiderio di ascoltae il sempre notevole Ricardo Seguel, che ha cancellato per indisposizione, nei panni di Alidoro, in compenso abbiamo potuto apprezzare la bella prova del basso-baritono Matías Moncada, che ha assunto l'impegno con gran professionalità ed eccelenti risultati, affrontando con sicurezza la sua ardua scena del primo atto. Con una eccellente chimica teatrale con colleghi molto più esperti ha saputo far brillare la sua voce sonora e robusta, pregevole soprattutto nei centri e nei gravi. Un grande talento che val la pena di tenere d'occhio, prché potrebbe lanciarsi in una carriera di portata internazionale.

Wednesday, September 6, 2017

Werther de Massenet en Puerto Rico

Foto: david.villafane@gfrmedia.com


Luis Hernández Mergal / Especial El Nuevo Día

Aunque el compositor francés Jules Massenet completó “Werther” en 1887, no fue sino hasta el 1892 que este drama lírico adaptado de la famosa novela de Goethe recibió su estreno en lengua francesa en Ginebra. La versión operística de Massenet, que sepamos, no desató la “fiebre Werther” que incendió a toda Europa tras la publicación de la novela en 1774, convirtiendo a Goethe en una sensación literaria de la noche a la mañana y causando no pocos suicidios entre adolescentes que imitaban al trágico héroe. Y es que para la fecha del estreno del drama lírico de Massenet ya había pasado mucho tiempo desde los fogosos años del Sturm und Drang (“tormenta y golpe”) alemán, movimiento proto romántico de sentimientos extremos y grandes pasiones, del que las cuitas del joven Werther fue un paradigma emblemático.  Massenet, al contrario, vivió un romanticismo tardío y cansado que había sufrido el embate realista de la Madame Bovary de Flaubert. Sin embargo, el secreto del éxito del Werther de Massenet es precisamente el regresarnos a aquel pretérrito mundo romántico apasionado. Si la Bovary, como ha dicho Vargas Llosa, representa la alienación del ser humano en la época industrial, Werther representa el conflicto entre la pasión y el deber moral, conflicto que sólo encuentra solución en la propia inmolación del héroe. El genio del drama lírico de Massenet es plasmar con sabiduría musical esa relación conflictiva entre el personaje principal y su contraparte femenino, Charlotte. A su vez, el reto para los cantantes y para la orquesta y su director es traer a la vida estos personajes y representar su atribulada relación con realismo y convicción. El público puertorriqueño tuvo la fortuna de presenciar el pasado miércoles una producción de CulturArte de Puerto Rico y su director artístico Guillermo Martínez del Werther de Massenet, en versión semi escenificada, en la Sala Sinfónica Pablo Casals del Centro de Bellas Artes de Santurce, con la participación del gran tenor Piotr Beczala (Werther), la mezzo soprano Kate Aldrich (Charlotte), el barítono Alexei Lavrov (Albert), la soprano Larisa Martínez (Sophie) y el bajo Ricardo Lugo (Le Bailli). También actuaron Justin Márquez y Carlos Ortiz como Johann y Schmidt, respectivamente, y un coro de niños dirigido por Jo Anne Herrero. La producción contó con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico dirigida por Maximiano Valdés. El diseño de escenografía estuvo a cargo del reconocido artista Jaime Suárez. Gilberto Valenzuela fue el director de escena. La expectativa ante una producción semi escenificada de una ópera suele ser la de que se va a escuchar una versión de concierto con alguno que otro movimiento para recordar (por lo general malamente) el contexto escénico.  

En este caso, muy al contrario, tan solo un diván, un escritorio y dos sillas fueron suficientes para traer esta ópera a la vida. Claro está, la excelsa actuación y suprema voz tanto de Beczala como de Aldrich fueron el agente catalizador de esta sorprendente transformación mágica. Quizá el aspecto más satisfactorio, en la suma de las arias y duetos de Beczala y Aldrich, residió en la gran sutileza de sus voces al transmitir impecablemente la ingente gradación de emociones contenidas en las hermosas melodías de Massenet: la esperanzada alegría de Werther en “Ya no sé si estoy soñando” y el dueto con Charlotte en el primer acto, el desencanto y la resignación en “Otro, su esposo” y “Sí, esto que me ordena” de Werther en el segundo acto, así como su encuentro con Albert, cuya actitud amistosa pero severa fue bien expresada por Lavrov. En el tercer acto, la gran actuación de Aldrich en sus arias fue lamentablemente interrumpida por un público entusiasta pero desconocedor de las costumbres de este tipo de drama lírico francés, que requiere el flujo continuo entre las arias y las intervenciones de los demás personajes, razón por la cual el director Valdés se vio obligado a detener la música en varias ocasiones. En todo caso, la química entre la pasión y el remordimiento de Charlotte y la ingenuidad de su hermana Sophie, excelentemente interpretada por la límpida voz de Larisa Martínez, fue uno de tantos momentos excelsos de esta versión. Finalmente, el desenlace trágico entre Charlotte y Werther en el cuarto acto, con el suicidio del héroe, fue un desbordamiento de pasión emotiva y virtuosismo vocal.  Vale destacar también la actuación del maestro Valdés y la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, quienes supieron manejar exitosamente el frágil equilibrio entre la orquesta colocada en el escenario junto a los cantantes.  La ovación del público fue merecida por demás.

Fisarmonica nei secoli - Stresa Festival, 2017

Renzo Bellardone

In un paesaggio fiabesco sulla rocca sopra la città di Angera sul Lago Maggiore si staglia la fortificazione che ospita musei e raccolte della famiglia Borromeo. L’incanto del luogo è bastante per una visita.

Fisarmonica nei secoli Teodoro Anzellotti, fisarmonica J.J. FROBERGER –  Tombeau sur la mort de Monsieur Blancheroche (1652) T. HOSOKAWA, Slow motion  J.P. RAMEAU, Pièces de Clavecin J. SCHÖLLHORN – „reprise“  (2017) X. DAYER – Cantus 6 (2017) N. VASSENA – palinsesto nero (2017) L. BERIO, Sequenza XIII (chanson)  B. BARTÓK, Sei Danze popolari rumene Sz 56 Consueto appuntamento festivaliero alla Rocca Borromea di Angera, dove nella sala della Giustizia si è potuto ascoltare l’inconsueta proposta di Teodoro Anzelotti alla fisarmonica;  l’accostamento di brani di epoche sostanzialmente diverse ha creato qualche perplessità venendosi ad interrompere una sorta di filo conduttore a favore di un concerto quasi sperimentale per un Festival come quello stresiano. L’interpretazione di Anzelotti è peraltro risultata di tutto livello, dove il virtuosismo e la consolidata confidenza con lo strumento hanno condotto a trarre delle bellissime armonie e delle interessanti tristi dissonanze o melanconiche sonorità organistiche. Le scene musicali sono molte: il surreale, quadri pastorali, danze gioiose e tristi momenti intimistici. Decisamente interessanti le Pièces de Clavecin di Rameau e le conclusive Danze Rumene di Bartòk ed apprezzata Slow Motion di Hosokawa per le dissonanze concettuali e le irruenti voci cavernose che popolano il brano.L’artista è stato generoso anche nell’offerta di bis. La Musica vince sempre.


Macbeth en Turín

Foto: Ramella&Giannese
Renzo Bellardone

La puesta en escena de Emma Dante exaltó el poder maléfico de Lady Macbeth, así como los conflictos internos del protagonista, atormentado por los delitos cometidos.  La escena es expedita y hecha con pocos elementos escénicos, pero también es muy rica y bien contextualizada, no solo por los fáciles movimientos de las masas si no por la acción e interacción entre los personajes. Los colores sobresalen y el rojo permanece silencioso en contraste con el fondo negro, así como el color metálico de las coronas que aparece para invadir la escena. Solo hubo algunas perplejidades como los higos de la india o un esqueleto de caballo, que seguramente tenían algo de filológico y de un simbolismo no inmediato. De cualquier manera, la dirección fue vivaz y vivida con interesantes ideas y referencias, como la de San Sebastián en la representación de la muerte del rey Ducano. El director musical del teatro Gianandrea Noseda, estuvo indispuesto para dirigir por lo que designó a Giorgio Laguzzi, quien demostró habilidad para saber buscar el mejor ‘sonido’ para comunicar de la manera más completa, así como gesto claro y buena intensidad con el foso. El coro dirigido por Claudio Fenoglio en todas sus partes, tuvo buena presencia y movimientos coreográficas apegados a la idea de la dirección. Dalibor Jenis, barítono de voz bruñida y bien modulada tanto en los pasajes de incertidumbre como en su redescubierto coraje, se jactó de una buena presencia escénica que estuvo a favor de una cautivamente interpretación. 
Lady Macbeth fue personificada por soprano muy probada Anna Pirozzi, quien capturó los mejores acentos de la maldad del personaje y moduló la voz de manera apropiada.  Como Banco, Marko Mimica, se mostró decisivamente en su parte y sobresalió con voz profunda y colores muy interesantes, dando la apariencia exacta del personaje. El noble escoces, Macduff, tuvo a Piero Pretti, conocido del público turinés, quien entusiasmó particularmente en sus partes solistas. La narración tuvo a diversos intérpretes, de los cuales cabe resaltar la bravura de Alexandra Zabala en el breve, pero incisivo, papel de la dama de Lady Macbeth. Bien estuvieron, Sabino Gaita como Malcolm, el bajo Giuseppe Capoferri como el sirviente, y Lorenzo Battagion que con tremenda voz, imprimió vigor a la primera aparición, así como el sicario de Marco Spotelli.  En conjunto fue un sólido espectáculo desde la dirección, la interpretación y varios elementos como los vestuarios de Vanessa Sannino, las elegantes escenografías de Carmine Maringola y las esplendidas coreografías de Manuela Lo Sicco. Hace años acuñé una frase conclusiva que todavía me parece adecuada hoy. La música gana siempre.





Tonhalle-Orchester Zürich - Stresa Festival 2017

Renzo Bellardone

La vita è fatta anche di musica, in ogni suono che udiamo, in ogni rumore in un cinguettio o miagolio! Quando poi questi suoni vengono assemblati da grandi maestri, che dalla vita comune sanno trarre capolavori, allora bisogna considerarsi fortunati, quando si possono  ascoltare e vivere!

PIANOFORTE e TONHALLE, PIANOFORTE e MULTIMEDIALITA’ Luci del Nord Domenica 27 agosto, ore 20.00 - Stresa, Palazzo Congressi  Francesco Piemontesi, pianoforte Tonhalle-Orchester Zürich Lionel Bringuier, direttore J. BRAHMS, Concerto per pianoforte e orchestra n. 1 E. GRIEG, Peer Gynt Suite n. 1 E. ELGAR, Variazioni Enigma Festa d’immagini Giovedì 31 agosto, ore 20.00 - Stresa, Palazzo dei Congressi Alexander Romanovsky, pianoforte Francesco FrongiaFerdinando Bruni, regia multimediale R. SCHUMANN, Arabeske; Carnaval op. 9 M. MUSORGSKIJ, Quadri di un’esposizione* *Progetto multimediale su commissione Stresa Festival
Un pianoforte suonato da Francesco Piemontesi ed  una grande orchestra come la  Tonhalle-Orchester Zürich hanno costituito l’importane appuntamento  con grande musica e multimedialità, regia ormai di casa presso lo Stresa Festival. Circa la Tonhalle è consolidata la meritata fama ed anche sotto la direzione dell’attento Lionel Bringuier offre belle emozioni. Con gesto ampio e chiaro e partecipato entusiasmo Bringuier ha buona intesa sia con l’orchestra che con Piemontesi, sensibile interprete di Brahms ed appassionato con Grieg ed ancor più con Elgar. L’insieme è risultato molto gradevole: un punto di incontro delle anime  musicali  che qui convergono e da qui diffondono luci ed ombre di varia gradazione di intensità. La seconda serata di pianoforte, sempre al Palacongressi di Stresa ha visto come interprete solista Alexander Romanovsky, già ascoltato nell’ edizione festivaliera  del 2011 all’Isola Bella. Interpretazioni veloci e vigorose, con ampia gamma dinamica,  hanno raggiunto la migliore espressività con i ‘Quadri’: il tocco rapido e deciso   imprime forza descrittiva alla partitura sottolineata dalla regia multimediale di Francesco Frongia e Ferdinando Bruni. Favolistica interpretazione dove compaiono campanili, gufi, gatto e topo, occhi alati, cappelli, ruote, ortaggi e paracaduti: una festa per gli occhi ed un catapultarsi nell’immaginario colorato anche musicalmente La Musica vince sempre.

Amleto e classicita - Stresa Festival 2017,

Renzo Bellardone
‘Amleto’ è probabilmente una delle figure più conosciute al mondo, anche per chi poco interesse nutre per la lettura, l’arte teatrale; si tratta di un lavoro talmente interessante che  è stato portato in scena innumerevoli volte sui palcoscenici di tutto il mondo e tradotto in tantissime lingue, oltre ad incontrare fortuna anche nelle trasposizioni sul grande schermo. Le musiche da scena oggetto del programma di stasera si riferiscono proprio all’omonimo film di Kozintsev sulla traduzione addirittura di Boris Pasternak. Impossibile non subire il fascino dell’attrazione. 
AMLETO e CLASSICITA’ Olivia Manescalchi, voce recitante alTREtracce, teatro d’ombra Stresa Festival Orchestra Daniele Rustioni, direttore Programma W.A. MOZART, Sinfonia n. 31 “Paris”\ S. PROKOF’EV, Sinfonia Classica D. SHOSTAKOVICH, Hamlet op. 32a – musiche di scena* *Testo originale e drammaturgia di Monica Luccisano

La prima parte del programma prevede la sinfonia n. 31 in re maggiore ‘Paris’ di Mozart che trasuda prima dolcezza e poi vigore in un crescendo gioioso e fortemente emozionale. Segue poi  la Sinfonia Classica di  Prokof’ev che espande brillantezza e temperamento in una elegante e raffinata narrazione fatta di pizzicati e sonorità squillanti. Ottima la direzione di Daniele Rustioni, decisamente apprezzato per i ritmi serrati ed i tempi veloci che hanno impresso sapore e vitalità a pagine di una bellezza infinita; queste ricchezze interpretative si sono amplificate ancor più in Hamlet op 32, dove  Rustioni ha saputo trarre delle bellissime ricercatezze scevre da inutilità, ricche invece  di profondità e forte comunicazione. La partitura di Shostakovich è tale meraviglia che nonostante la ricercatezza dei testi di Monica Luccisano e l’ottima interpretazione di Olivia Manescalchi,  induce a pensare che tale bellezza musicale bastava a se stessa, senza null’altro! Quale oggetto visivo a narrare Hamlet anche il teatro d’ombra di  alTREtracce in un susseguirsi di immagini in ombra con luci diverse. Il concerto si è rivelato decisamente importante e decisamente apprezzato da un pubblico che non ha lesinato i consensi.

Scarlatti por Cañizares –Stresa Festival

Renzo Bellardone 
Molta Spagna e molto flamenco in cartellone allo Stresa Festival 2017, alla ricerca di proposte coinvolgenti ed attrattive. Nella elegante Sala Tiffany del prestigioso Hotel Regina, grandi nomi del mondo del flamenco, hanno coinvolto un pubblico eterogeneo, in larga parte turisti!
Scarlatti por Cañizares –Stresa Festival – Hotel Regina 25 agosto 2017 Cañizares, chitarra Juan Carlos Gómez, chitarra Charo Espino, baile flamenco e palmas Ángel Muñoz, baile flamenco, cajón e palmas Presentazione Programma Scarlatti por Cañizares D. SCARLATTI, Sonata K 208; Lejana (Balada); D. SCARLATTI, Sonata K34; Mar Caribe (Guajira); D. SCARLATTI, Sonata K9; El Abismo (Bulerías); D. SCARLATTI, Sonata K 32; Lluvia de Cometas (Rumba); D. SCARLATTI, Sonata K11; Palomas (Vals);
D. SCARLATTI, Sonata K291; Collar de Perlas (Alegrías)
Idea certamente interessante, quella di proporre il flamenco tra i fils rouge  di questa edizione del festival. Il gruppo è capeggiato dal grande Juan Manuel Cañizares, vincitore del "Premio Nazionale di Musica" (1982) e "Music Award" (2008); vanta collaborazioni con Paco de Lucia oltre che con la  Berlin Philharmonic Orchestra nel 2011, per il concerto al Teatro Real di Madrid, dove ha eseguito il celebre Concierto de Aranjuez con l'orchestra diretta da Sir Simon Rattle. L’aspetto interessante del concerto proposto sta nel duplice aspetto della partitura originale di Domenico Scarlatti (nato a Napoli e morto a Madrid) il quale  amava molto la terra ispanica, dove visse a lungo, oltre che nella contemporanea dell’eclettica trascrizione di Canizares. La riscrittura ha mantenuto il carattere napoletano ed esaltato il ritmo e le melodie che caratterizzano il flamenco che nell’interpretazione del grande chitarrista trovano davvero un terreno fertile di atmosfere ed armonie. In accompagnamento alla chitarra Juan Carlo Gomez oltre alle percussioni di  Ángel Muñoz che in coppia con l’elegante  Charo Espino, propongono danze ! Ritengo apprezzabile l’accantonamento del folclore fine a se stesso, privilegiando l’essenza della musica, del ballo e delle mani che ritmano…. espandendo la forza della vita ed il ‘sangre caliente’. La Musica vince sempre