Gema Maldonado
Teniendo como
sede el Teatro de la Casa de la Cultura de Tijuana, y en ocasión del centenario
luctuoso del compositor italiano Giacomo Puccini, la Fundación Opera de Tijuana
ofreció al publico bajacaliforniano que se hizo presente en las dos funciones que
se realizaron de la ópera Madama Butterfly. Algunos fuimos afortunados de poder
asistir no solo a las dos funciones si no también al ensayo general del día 5
de Septiembre, de esta forma fue posible ver de primera mano el desarrollo y
mejoramiento de la versión que se presenció, que fue un poco fuera de lo común,
pero que fue realmente agradable, ya que
inicialmente se anunció la ejecución de solo el segundo acto de la obra, sin
embargo la originalidad y visión del director escénico José Medina, quedo
manifiesta en su adaptación en las que se le mostró al público destellos del
primero y del tercer acto en los que algunos personajes fueron solamente
actuando, pero hubo un fondo musical y una narración con el objeto de hacer la función
mucho más comprensible y fluida, que tuvo una duración de aproximadamente una hora y quince
minutos, y con un calor poco menos que soportable. Así, a los papeles actuados
de Pinkerton y de Bonzo fueron personificados por Isaí García y por Jorge
López Ramos, respectivamente. El
elenco de cantantes fue encabezado por Norma Navarrete, soprano de voz
lirica squillante, que además de un bello fraseo nos mostró un conocimiento
profundo del rol de Cio cio San. Por su parte, el barítono Javier Carrillo
nos mostró un Sharpless espléndido y lleno de contrastes tanto vocales como
actorales; y una muy especial y linda sorpresa fue escuchar a la mezzosoprano Samantha García que
realmente le dio credibilidad al personaje de Suzuki, la adorable compañera de
Butterfly con estilo y una capacidad vocal de buen nivel. Otros cantantes
dignos de mención fueron el Goro alocado y simpático del tenor Alberto
Estañol que gustó mucho al público, el Yamadori cantado por el joven Carlos
Gutiérrez con buen futuro. Algunos de los personajes como ya mencioné
fueron actuados de forma creíble. Mención
también merece la participación del coro el Ensamble Lirico, que cantó bien, y
los figurantes que eran algunos niños y jóvenes quienes aportaron un toque de
realidad y un juego brillante a la obra. La narración clara y breve, fue bien
recitada por la voz de Jesús Márquez. Como es costumbre, el maestro José
Medina hizo una muy buena labor con los movimientos de los artistas, que hizo
que la obra fuera comprensible y
conmovedora, y acertada estuvo la conducción musical del maestro Iván Mares
con nobleza y destreza. Tanto el vestuario, como la escenografía, una producción
de la Opera de Tijuana, fue tradicional, sencilla pero bonita y bien iluminada
en cada momento de la obra en un trabajo a cargo de Mario Montenegro.
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