Ramón Jacques
West Side Story el musical concebido por
el coreógrafo y director de escena Jerome Robbins, con música del
célebre director musical Leonard Berstein, y letra de Stephen
Sondheim, estrenado en Broadway en 1957, es el siguiente título de la
actual temporada de la Houston Grand
Opera. De hecho se trata de la
reposición del título, que se escenificó en la temporada 2017-2018, pero que no
satisfizo ni a la administración de la
compañía ni al público, ya que como se recordara aquellas funciones se realizaron en una de
las enormes salas del centro de convenciones de la ciudad, cuando las
inundaciones ocasionadas por el huracán Harvey dañaron el escenario y el foso y
la zona inferior de butacas del Wortham Theatre, por lo que se buscó una sede
alterna, que aunque permitió que no se cancelara aquella temporada, al final resultó
ser un lugar poco idóneo por la cuestión de la acústica, del acomodo de la
orquesta, la comodidad para los asistentes, y las modificaciones que debieron
hacerse a las producciones escénicas. En
esta ocasión recurrió nuevamente a ese mismo montaje coproducido entre el
teatro de Houston, la Lyric Opera de Chicago, y el Festival Glimmerglass de
Nueva York, del cual es directora artística Francesca Zambello, encargada
de la dirección escénica de este espectáculo, que contó con los diseños y escenografías de Peter J.
Davidson, los vestuarios de Jessica Jahn y la adecuda iluminación de
Mark McCullogh. Como es sabido, el teatro de Houston tiene una larga
historia de programar con frecuentemente en su escenario musicales americanos,
así como comisionar y estrenar obras de compositores estadounidenses contemporáneos
e incluirlas en sus temporadas a la par de las obras maestras del repertorio
operístico; pero la realidad post pandémica que se observa hoy en día en los
teatros estadounidenses, por un tema financiero y quizás de supervivencia a largo plazo, que los
está llevando a prescindir paulatinamente de nombres reconocidos de la lírica,
sustituyéndolos mayormente por cantantes estadounidenses, algunos aun promesas en
ciernes y otros con carreras consolidadas, pero sobre todo hay una tendencia a buscar
nuevas alternativas de programación que apelen al gusto de los nuevos públicos,
programando recitales de voz y piano, galas operísticas o títulos
contemporáneos en lengua inglesa, con los que se pueda identificar el público,
y que se apeguen más a la cambiante realidad social que por la que están
atravesando actualmente los ciudadanos de este país, cuyos derechos y
libertades están siendo amenazados, y que han creado tensiones raciales. Dentro
del contexto anterior, entran títulos liricos recientemente programados que
entre otros incluye: The Handmaid’s Tale de Poul Rodgers vista la temporada
pasada en San Francisco, The Manchurian Candidate programada en Austin hace un
par de meses, o esta misma producción de West Side Story de Houston. La historia se
desarrolla en medio de un violento conflicto entre pandillas callejeras rivales
de Nueva York, mientras que dos jóvenes amantes desafían los prejuicios y el
odio para perseguir su romance prohibido. El concepto de Zambello apela no tanto a la
idea shakespereana en la que se basa la historia, si no a la complicada
realidad por la que atraviesa el ciudadano común y corriente, inmigrante, con dificultades
económicas y sociales en una ciudad multirracial, cosmopolita y conflictiva como
lo es la ciudad de Nueva York. Por lo
que su concepto escénico, nos sitúa en la actualidad en esa ciudad, en un
escenario dinámico en el que en el rápido cambio de escenas muestra el exterior
de un edificio con la arquitectura típica neoyorquina con escaleras de metal al
frente, en una transitada calle, en azoteas donde se observan atardeceres con
publicidad, cables etc o el interior del departamento donde habita María, con
su bandera de puerto rico. Las escenografías cambian rápidamente con cada
escena de manera fluida, y especialmente para dejar espacio para para las vivaces
coreografías, y para las peleas entre las pandillas rivales los Sharks
(puertorriqueños) y los Jets. Zambello incorporó las coreografías originales
utilizadas por Jerome Robbins en la versión que, hecha para el cine en 1961, así
como un extenso ballet de ‘sueños’ como Zambelllo misma lo describió, que no
fue incluido en la película, ya que los bailarines representan una sociedad
pacífica, en el utópico Somewhere" descrito en la letra de Stephen
Sondheim. El director Roberto Kalb realizó una buena conducción musical
al frente de la orquesta resaltando la paleta de sonidos asociados a cada
pandilla, como el jazz para los jets, y los complejos ritmos del mambo del
cha-cha-cha y el seis puertorriqueño, en pasajes como América, para identificar
a los Sharks. De la partitura resaltaron sus disonantes harmonías, explosivas síncopas
y los recurrentes leitmotivs con los que Bernstein intentó darle una cierta
personalidad operística a la obra, por lo que fue notable el desempeño de la
orquesta y el coro, conformado por pocos elementos, que dirige el maestro Robert
Bado. El elenco vocal fue encabezado
por la soprano Shereen Pimentel, quien proviene de Broadway donde personificó
el papel de María en la reposición del musical en el 2020, y que en esta
ocasión, se desempeñó con soltura, libertad y gratas tonalidades en su canto y
su desempeño escénico; misma situación de la mezzosoprano Yesenia Ayala,
quien interpretó el papel de Anita, tanto en Broadway, como en esta producción,
con una interpretación vocal, más ligera, por llamarla así, pero efectiva para
cantar y actuar su papel. Destacando el
dueto entre Anita y Maria “A boy like that/ I Have a Love” Por su parte el
tenor Brenton Ryan, dio vida al papel de Tony, quizás con menos soltura
actoral, pero una voz más refinada por su formación y trayectoria operística
que desplegó en su canto, y sobresalió la soprano portorriqueña Ana María
Martínez en su papel de la dueña de la tienda de novias. No se puede olvidar mencionar la conocida
pieza “Tonight”, que ocasionó una gran ovación de parte del público, que en
esta ocasión si se mostró satisfecho a lo largo de esta función. Una mención al
extenso grupo de artistas en participaron en escena redondeando el espectáculo
y que personificaron a las dos pandillas, a sus respectivas novias y al grupo
de personajes “adultos” como el doctor, el teniente Schrank, Krupke, todos
ellos con experiencia en cine, televisión y en escenarios de Broadway.
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