Nicola Barsanti
Agosto 2, 3, 4, 5 Hagamos un
balance de las funciones de la primera semana de agosto durante cuatro noches
en la Arena di Verona donde asistimos tanto a las actuaciones de los artistas
de los "estrenos" de junio y julio, como a las actuaciones de los
nuevos intérpretes que asumieron los principales roles.
AIDA ( miércoles 2 de agosto
de 2023)
En el marco del centenario del
Festival de Ópera de la Arena di Verona, el director, escenógrafo, coreógrafo y
vestuarista Stefano Poda firmó íntegramente
la nueva producción de la ópera reina del festival: Aida. Desde su estreno, la
ópera de Giuseppe Verdi, con libreto de Antonio Ghislanzoni y basada en un tema
original del arqueólogo francés Auguste Mariette (primer director del museo
egipcio de El Cairo), no ha dejado de sorprender a quienes la escuchan; no sólo
por la dramática sucesión del relato, sino también y sobre todo por la
alternancia de momentos íntimos con otros solemnes y gloriosos. Por esta razón,
desde 1913, Aida es tan querida por el público veronés y, después de más de un
siglo, Stefano Poda tiene el honor y la cargo de hacer justicia a un título muy
querido. Si tuvo éxito o no en este empeño sigue siendo una cuestión de gustos,
por lo que nos limitaremos a describir sus características distintivas. La
elección del director concibe un escenario atemporal. Prueba de ello es un
brazo mecánico y una columna rota de estilo dórico colocados en las escaleras
de la Arena en extremos opuestos del escenario: una clara referencia al futuro
y al pasado. La historia se desarrolla justo en medio de estos dos lapsos de tiempo
indefinidos, bajo el dominio de una mano mecánica situada en el centro, que
(según las exigencias del libreto) se mueve subiendo o bajando, dominando a los
protagonistas como si fuera la mano de una esencia superior y que todo lo ve,
que todo lo sabe y todo lo mueve. Dicho esto, el sistema escénico permanece
casi estático. Los protagonistas indiscutibles de esta producción son las
luces, que (alternándose con láseres, cetros fluorescentes y bolas brillantes),
hacen que la escena brille continuamente, enfatizando los majestuosos trajes de
los distintos personajes. No faltaron pequeños momentos estridentes (por
ejemplo, la momificación de los cuerpos al comienzo del segundo acto, justo
cuando Amneris hace creer a Aida que su amado Radamès ha caído en la batalla)
pero, aparte de eso, sigue siendo un espectáculo eficaz que sorprende y merece
ser visto, aunque sólo sea para mejorar las habilidades críticas En cuanto al
reparto, para la Aida del 100º Festival sólo podía haber una soprano estelar
del calibre de Anna Netrebko. Su
interpretación deja embelesado, alcanzando la máxima intensidad en el aria del
tercer acto "O cielo azzurri", en la que su filo y precisión,
combinados con una emisión dulce y poderosa, la confirman como una de las más
grandes artistas del panorama operístico internacional. A su lado, en el papel
del querido Radamès, Yusif Eyvazov
(compañero de Netrebko también en la vida) comenzó con una buena "Celeste
Aida", si excluimos su interpretación de si bemol en diminuendo. Sin
embargo, en el transcurso de los actos mejoró en emisión y protagonismo,
demostrando buena técnica y válido fraseo, y ganándose el aplauso del
público.Otra intérprete excepcional es la mezzosoprano Olesya Petrova, quien en el papel de Amneris destacó por la
claridad y dramatismo de sus acentos, enriqueciéndolo todo con una excelente
presencia escénica; De particular relieve fue el momento del juicio, donde la
emisión alcanzó el máximo refinamiento.
Otra estrella fue Amartuvshin Enkhbat
(Amonasro), quien, como siempre, maravilló con una claridad de dicción y una
proyección de sonido inigualable. El Ramfis de Christian Van Horn estuvo ligeramente cubierto durante el primer
acto, mientras que, en la evolución de la obra, logró emerger con una vocalidad
fuerte y distinta que muestra un timbre adecuado para subrayar la inamovible
austeridad del personaje. Los actores secundarios también estuviron bien: el
Rey de Simon Lim, Un Messaggero de Carlo Bosi y Una sacerdotisa de Francesca Maionchi. Si excluimos
algunos pequeños efectos desafinados de los trombones, la Orquesta de la
Fondazione Arena di Verona, dirigida por el maestro Marco Armilliato, se mostró compacta y puntual, facilitando la
línea de canto tanto en las partes solistas como en las corales. este último
dirigido ad hoc por el maestro Roberto
Gabbiani. "Crystal
Aida" (como la han definido en sentido figurado tanta prensa italiana y
extranjera) terminó con ovaciones generales para todos y un "segundo
triunfo" atribuible a un reparto estelar.
Con la dirección histórica de Gianfranco de Bosio, Nabucco de
Giuseppe Verdi cobró vida dentro de la evocadora Arena di Verona. Es una
producción que transporta al pasado: los movimientos de las masas son
limitados, mientras que grandes columnas y escaleras dominan la escena,
transformándose a lo largo de los cuatro actos y creando así los ambientes
adecuados para satisfacer las diferentes necesidades del público. libreto.
Llegando al reparto, encontramos al bajo Rafal
Siwek en el papel de Zacarías (bíblicamente el profeta Jeremías), quien
tiene un instrumento con buena proyección y profundidad, pero débil en cuanto a
legato y fraseo, desconectado desde su cavatina “D’Egitto là sui lidi” Por otro
lado excelente estuvo la Fenena de Vasilisa
Berzhanskaya, que con su hermosa emisión contribuyó a tríos y cuartetos,
hasta la valiosa interpretación de su única aria “Oh, dischiuso è il
firmamento”. Otro excelente intérprete fue el tenor Riccardo Rados (Ismaele), que inmediatamente mostró una excelente
proyección y un sólido registro agudo, cualidades que le permitieron afrontar
mejor todas las dificultades de la partitura. En el papel principal, el
barítono Roman Burdenko (dotado de
buena presencia escénica) dominó astutamente sus medios, saliendo victorioso
tanto en las partes imperiosas como cuando se convierte de Dios en
"Padre" y persona humana, dotada de compasión y piedad. Destacaron “Chi
mi toglie il regio scettro” e “Dio di Giuda”," en los que esta dualidad
fue más que evidente. Bien estuvo María
José Siri en el papel de Abigaille. Aunque en varias ocasiones no contó con
la ayuda del director, la soprano tiene una vocalidad refinada y muy sólida en
la parte alta del registro, apreciable sobre todo en aquellas arias en las que
domina el bel canto. Completaron el reparto El Gran Sacerdote de Belo de Gianfranco Montresor, Abdallo de Carlo Bosi y Anna de la buena Elena Borin. Pasando al aspecto
puramente orquestal, la dirección del maestro Alvise Casellati fue confusa y engorrosa, penalizando en ocasiones
las partes solistas, con un error ante el trío en el primer acto y un cambio de
ritmo en el aria de Abigaille “Anch'io discuso un día ". Por el contrario,
el Coro de la Fondazione Arena maravilla por la dicción y la proyección sonora,
excelentemente preparado por el maestro Roberto
Gabbiani, que sabe resaltar cada matiz escrito en la partitura. Magnífico
el "Va, pensiero" al que le concedieron un bis. La velada finaliza
con un cálido aplauso para todos los presentes.'
Esta función en la Arena de
Verona fue cancelada debido a condiciones climáticas adversas.
TOSCA (sabado 5 agosto 2023
)
Ya vista y reseñada con motivo
del Festival 2019, la puesta en escena Arena de Tosca firmada por el director Hugo De Ana confirma su siempre
excelente espectáculo. La producción contó con un elenco adecuado que incluyó a
Sonya Yoncheva en el papel de Tosca;
la soprano hace que el personaje sea muy vanidoso y seguro de sí mismo en el
primer acto, para luego dejar espacio a su lado más emocional durante el
segundo, que culmina con el asesinato del tirano Scarpia (interpretado por el
eficaz Roman Burdenko). Yoncheva
posee un instrumento muy refinado, caracterizado por una emisión llena de
colores y matices que embellecen el fraseo. La voz es más fuerte en la parte
superior del registro, aunque en ocasiones hay alguna ligera dificultad en el
soporte, que deja entrever un ligero vibrato, percibido en mayor medida con
motivo de su aria principal "Vissi d'Arte". Otro intérprete
excepcional desde el punto de vista vocal y actoral fue Vittorio Grigolo (Mario Cavaradossi), quien, gracias a su marcada
presencia escénica, creó un vínculo empático con el público que lo sumergió completamente
en la obra. Excelente su interpretación de "E lucevan le stelle" a la
que se le concedió un bis. También obtuvieron buenos resultados los dos bajos Giorgi Manoshvili (Angelotti) y Giulio Mastrototaro (el Sacristán), ambos
dotados de interesantes matices. El reparto lo completaron Spoletta de Carlo Bosi, Sciarrone de Nicolò Ceriani, Un carcelero de Dario Giorgelè y El pastorcillo de la
talentosa Erika Zaha. La dirección
musical estuvo a cargo de las manos expertas del maestro Francesco Ivan Ciampa, quien intentó facilitar la línea de canto
hasta el final, dominando la difícil partitura y enfatizando los innumerables
temas que se suceden y contribuyen a la textura melódica de la obra. También es
digno de elogio el coro, bien preparado por el maestro Roberto Gabbiani. La actuación finalizó con gran entusiasmo por
parte del público.
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