Saturday, December 30, 2023

Roméo et Juliette en Bilbao

Fotos: E. Moreno Esquibel

Ramón Jacques

Desde su creación en 1953 la ABAO (Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera) conocida también como Bilbao Ópera se ha erigido como una de las compañías operísticas más importantes de España, ya que escenario ha sido pisado a lo largo de su historia por los más destacados cantantes españoles e internacionales.  Es importante señalar que apenas en el 2022, con la opera Alzira, concluyó el proyecto llamado “Tutto Verdi” en el que a lo largo de más de 15 años realizó el montaje de todas las óperas de Giuseppe Verdi (1813-1901) una ardua y original tarea que pocos teatros en el mundo se han atrevido a realizar. Personalmente tuve la oportunidad de presenciar, en marzo del 2009, una de las funciones de la poco representada y muy exigente ópera Aroldo.  Como inicio de su temporada 72, la correspondientes al periodo 2023-2024 la compañía programo Roméo et Juliette ópera en un prólogo y cinco actos con música de Charles Gouond (1818-1893) y libreto en francés de Jules Barbier y Michel Carré que está basado en la obra homónima de Shakespeare.  Aunque se trata de un título conocido, al menos fuera de Francia donde es representada con regularidad, su presencia en los escenarios internacionales continúa siendo muy limitada.  La ópera ingresó por primera vez al repertorio de la ABAO en septiembre del 1983, con el legendario Alfredo Kraus, y la última ocasión que fue vista en este escenario fue en la temporada 2011 con José Bros y Patrizia Ciofi. Las exigencias vocales de la obra requieren de una pareja de destacados intérpretes principales, y para esta ocasión la ABAO ha logrado conjuntar a dos reconocidos intérpretes de la actualidad como el tenor mexicano Javier Camarena y la soprano estadounidense Nadine Sierra, quienes ofrecieron una sobresaliente prestación vocal. Camarena debutó el papel de Romeo, y mostró las cualidades para hacer frente a las exigencias, su voz es clara, dúctil, con gustoso color en el timbre, y aunque ha adquirido cuerpo en ciertos pasajes la hizo sentir algo pesada, pero es de reconocerse su grata interpretación del aria, “Ah! Lève-toi soleil!”  Por su parte Nadie Sierra se mostró a sus anchas con el virtuosismo vocal que le permite este personaje, derrochando dominio vocal en la coloratura, la nitidez y el dramatismo en arias como “Je veux vivre dans ce rêve” y especialmente en “Amour ranime mon courage” del Acto IV. Que en la función precedente a la que asistí yo bisó en un hecho poco habitual en la historia de este teatro. Del resto de los intérpretes del extenso elenco son dignos de mención al personaje de Stéfano al que dio vida con jovialidad y lucimiento la mezzosoprano catalana Anna Alàs i Jové, y el barítono polaco Andrzej Filończyk encarnando al ambicioso Mercutio con voz profunda. El bajo Marko Mimica dio vida al personaje de Frére Laurent.  Consistencia y equilibrio dieron al espectáculo los papeles menores totos interpretados por óptimos cantantes españoles como: Alejandro del Cerro (Tybalt), Itxaro Mentxaka (Gertrude), Gerardo López (Benvolio), Isaac Galán (Le Comte Pâris), José Manuel Diaz (Grégorio), y Fernando Latorre y Juan Laboreira como Le Comte Capulet y le y Le Duc de Vérone, respectivamente.  En la parte visual del espectáculo se estrenó un nuevo montaje, coproducido con otro teatro español como la Ópera de Oviedo, encomendado a la directora italiana Giorgia Guerra, quien propuso una idea sencilla, estilizada y visualmente interesante, que consistió en rodear el escenario de tres enormes muros sobre los que se realizaban video proyecciones que creaban diferentes ambientes, algunos lúgubres, otros brillantes, realizados por el Imaginarium Creative Studio, y elegantes vestuarios de época de Fiammetta Baldiserri. Sobre la escena no hubo elementos en escena salvo una mesa en el último acto que significaba el lecho de muerte de Juliette, y una especie de caseta que subía y bajaba como se necesitaba, quizas un punto discutible del montaje, que representaba la morada de Juliette, donde se ubicaba su balcón etc. Una idea firmada por Federica Parolini.  La idea de rodear y arropar el espectáculo dentro de tres muros, me recuerda a las ultimas puestas que he visto del director de escena estadounidense Peter Sellars, quien ha afirmado, que el espectáculo operístico debe centrarse en el canto, la música y un detallado trabajo de actuación, y que el futuro del teatro requiere de prescindir de elaboradas, estorbosas y en ocasiones innecesarias escenografías. El trabajo de Guerra fue correcto, salvo ciertos momentos de sobreactuación de los personajes en las escenas de batallas y muerte, y por momentos cargado dramatismo. No se puede hablar de un montaje memorable, pero si correcto y funcional.  El Coro de la Ópera de Bilbao se mostró muy activo en escena mostrando homogeneidad en sus intervenciones vocales como participación en los momentos que tuvo que interactuar en escena con el resto del elenco.  La fortaleza del espectáculo provino del foso de la mano del joven maestro italiano Lorenzo Passerini, quien, en su primera aparición en este foso, ofreció una lectura intensa, emocional, supo llevar muy bien en cada momento de la orquestación a los músicos de la orquesta logrando momentos de conmovedora sencillez con imperceptibles y ligeros sonidos hasta, los más dramáticos, estrepitosos e intensos a lo largo de toda la función. En suma, fue un gran acierto del ABAO el poder conjuntar dos artistas de nivel internacional en su escenario con un acompañamiento orquestal que no defraudo a ninguno de los presentes.



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