Foto: Marco Brescia & Rudy Amisano
Massimo Viazzo
El ultimo capitulo de la Tetralogía wagneriana
firmada por Guy Cassiers ha confirmado sustancialmente las impresiones
positivas suscitadas en la ediciones anteriores. Haciendo uso, aunque no abuso, de la tecnología,
siempre virtuosas las proyecciones de video elaboradas por el dúo de Arjen
Klerkx y Kurt D'Haeseleer, captaban imagines muy sugestivas, por momentos y en
otros antropomorfas- y del lenguaje de coros y danzas (verdaderamente
sorprendente en Wagner! Con mimos y bailadores que encontraron su mejor expresión
bajo la cubierta del “timón mágico”, tan vivo, tangible y respirante, el director
de escena belga captó su mejor momento justo
en la escena épica de la conclusión de la opera, bastante envolvente y
emocionante. Formidable estuvo la Brunhilde de Irene
Theorin, vocalmente segura y de gran temperamento. Generoso y sólido el
Siegfried de Lance Ryan aunque cantó con un timbre pobre de colores y un fraseo
uniforme. Mihhail Petrenko personificó un Hagen menos “negro” de lo normal,
mientras que el Gunther de Gerd Grochowski fue cantado con la sutileza de un
liederista. No particularmente seductor en su timbre estuvo la Gutrune de Anna Samuil,
mientras que Waltraud Meier dio su habitual gran lección de canto wagneriano
con una Waltraute de antología, aturdida y conmovida. Completaron el elenco el
experto Alberich de Johann Martin Kraenzle y sus dos afiatados tercios de
Nornas y HIjas del Reno (aun con Maier y Salmuil). Dinámica y óptima por paso teatral y por
variedad de fraseo fue la dirección de Karl-Heinz Steffans quien sustituyó a un
indispuesto Daniel Barenboim.
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