Johnny Teperman A.
Las voces femeninas destacaron
nitidamente en la versión internacional de la ópera 'El Trovador' de Giuseppe
Verdi, que se ofreció en el Teatro Municipal de Santiago, un relato de amor y
venganza, una de las obras más dramáticas del célebre compositor italiano. Actuaciones
destacadas en líneas generales, las de Mikhail Gubsky, Julianna Di Giacomo,
Vitaliy Bilyy y Elena Manistina en este elenco internacional, en la que
brillaron con dotes vocales imponentes, la soprano De Giacomo, como Leonora
y la mezzo soprano Manistina, como la gitana Azucena. La
soprano spinto californiana de origen italiano Julianna Di Giacomo,
verdiana por excelencia, fue la figura máxima de la velada. Con su voz
excepcional, de principio a fin de la obra encarnó una notable Leonora, rol que
interpretó recientemente en el MET de Nueva York. Su "tacea la notta
placida" del primer acto fue de una brillantez impresionante y ella
mantuvo su apostura a través de toda la ópera. Similares méritos exhibió la
mezzosoprano rusa Elena Manistina, como Azucena, en un rol dramático e intenso
como la gitana Azucena. Lució especialmente en sus interpretaciones del aria
'Stride la vampa' y sus dúos con el tenor (Manrico), al término de la
obra. También cumplió correctamente, el bajo alemán Andreas Bauer,
miembro estable de la Ópera Estatal de Berlín, quien destacó el año pasado como
Hermann en ‘Tannhäuser’ de Wagner, quien esta temporada lírica 2013 tuvo a su
cargo al el rol de John Claggart en la ópera inglesa 'Billy Budd' y que
ahora fue un Ferrando, capitán de la guardia, a ratos con imponente voz y gran
teatralidad.. El Conde de Luna del barítono ucraniano Vitaliy Bilyy y el del
tenor ruso Mikhail Gubsky, como el enamorado Manrico, fueron de menos a
más. Más parejo Bilyy, se mostró con un gran intérprete cuando brindó el 'Il
balen del suo sorriso' del acto segundo y con un buen aporte final, al igual
que Gubsky, éste con un correcto "Ah,si, ben mío' y una espléndida 'cabaletta'
en su 'Di quella pira', aparte del duo '"Soli or siamo", con Azucena.
Bilyy, con su Conde de Luna, asimismo, destacó en los tercetos con
Manrico y Leonora del acto inicial. Las celebraciones de los 200 años del
nacimiento del célebre compositor italiano contaron en 'El Trovador', con la
celebrada batuta del ruso Konstantin Chudovsky, todo un lujo a cargo de
la Orquesta Filarmónica de Santiago, capaz de dirigir -como siempre- sin
partitura y dominar la conducción de los ejecutantes, magníficos
instrumentistas en esta ocasión. Destacó también en esta nueva producción
de 'El Trovador', la 'regie' o dirección de escena, a cargo del argentino
Pablo Maritano. La labor del Coro del Municipal conducida por Jorge
Klastornick, una vez más, con acertadísimas versiones, como por ejemplo, el
Coro de los Gitanos y el Coro de los Soldados. En general, una vez más, ‘El
Trovador’ se convirtió en una fuente inagotable de ‘melodías de moda’, con un
poder de atracción irresistible, especialmente la “serenatta” de Manrico y su
‘stretta’. Los tonos dramáticos son penetrantes y llenos de contrastes: negro,
blanco y rojo.
Particularmente atractiva son la escena del segundo acto, en forma de una balada, que evoca la pesadillla de un recuerdo ‘Stride la vampa’ (‘crepita la hoguera’) que evoca la gitana Azucena (mezzosoprano): los breves y abruptos motivos del papel de canto y el ‘llameante’ quiebre del acompañamiento orquestal, proporcionan una imagen expresiva de su horrible visión. Hacia el final de la obra, Azucena es empujada de nuevo al terreno de la balada, cuando canta a su manera fatalista, ‘A nostri monti ritornaremo” ‘A nuestros montes regresaremos’. Muy bella es también la cabaletta “Di quella pira” (“en esta hoguera”), cuando Manrico (tenor) se decide a ir a rescatar a Azucena. La versión estelar, fue una presentación con un quinteto de cantantes sudamericanos en los roles principales: los chilenos, la mezzo soprano Isabel Vera (Azucena) y el tenor José Azócar ((Manrico); el bajo barítono chileno-cubano Homero Pérez-Miranda (Ferrando) y los argentinos, la soprano Mónica Ferracani (Leonora) y el barítono Omar Carrión (Conde de Luna), quienes, especialmente en la función de cierre de la ópera, superaron todo lo previsto, tras su débil actuación del pasado sábado 28. En especial hay que destacar la notable participación de la soprano argentina Mónica Ferracani, quien brindó una Leonora de exquisita voz, llena de matices y profundamente compenetrada de su rol. La siguió en méritos el tenor nacional José Azócar, con una pasión desbordante y una combinación de potencia y dulzura en su voz, que brilló en todos los aspectos. La mezzosoprano Isabel Vera como la sufrida pero vengativa gitana Azucena, dejó atrás una laringitis que la había afectado en su debut y salió del paso con una calidad vocal espectacular, con un tono de voz lírico, incluso agudo y un desplante a toda prueba, Su futuro se ve esplendoroso, ya que en el año 2014 proseguirá con su carrera en Alemania, cantando en la ópera de Frankfurt. También cumplieron en forma adecuada con sus personajes, el Conde de Luna, del barítono trasandino Omar Carrión, con dos arias y varios duos de notable factura técnica y el Ferrando del bajo barítono Homero Pérez-Miranda, quien impacta con su voz en Latinoamérica y que próximamente cumplirá compromisos en las ciudades de Lima y Montevideo. La Orquesta Filarmónica de Santiago dirigida en esta versión estelar, por José Luis Domínguez –Director Residente– de la agrupación musical, estuvo en lo suyo, al igual que el Coro del Teatro Municipal, dirigido por Jorge Klastornick, acompañando a la orquesta y los solistas, con gran intervención en los Coros de los Gitanos y de los Soldados.
Particularmente atractiva son la escena del segundo acto, en forma de una balada, que evoca la pesadillla de un recuerdo ‘Stride la vampa’ (‘crepita la hoguera’) que evoca la gitana Azucena (mezzosoprano): los breves y abruptos motivos del papel de canto y el ‘llameante’ quiebre del acompañamiento orquestal, proporcionan una imagen expresiva de su horrible visión. Hacia el final de la obra, Azucena es empujada de nuevo al terreno de la balada, cuando canta a su manera fatalista, ‘A nostri monti ritornaremo” ‘A nuestros montes regresaremos’. Muy bella es también la cabaletta “Di quella pira” (“en esta hoguera”), cuando Manrico (tenor) se decide a ir a rescatar a Azucena. La versión estelar, fue una presentación con un quinteto de cantantes sudamericanos en los roles principales: los chilenos, la mezzo soprano Isabel Vera (Azucena) y el tenor José Azócar ((Manrico); el bajo barítono chileno-cubano Homero Pérez-Miranda (Ferrando) y los argentinos, la soprano Mónica Ferracani (Leonora) y el barítono Omar Carrión (Conde de Luna), quienes, especialmente en la función de cierre de la ópera, superaron todo lo previsto, tras su débil actuación del pasado sábado 28. En especial hay que destacar la notable participación de la soprano argentina Mónica Ferracani, quien brindó una Leonora de exquisita voz, llena de matices y profundamente compenetrada de su rol. La siguió en méritos el tenor nacional José Azócar, con una pasión desbordante y una combinación de potencia y dulzura en su voz, que brilló en todos los aspectos. La mezzosoprano Isabel Vera como la sufrida pero vengativa gitana Azucena, dejó atrás una laringitis que la había afectado en su debut y salió del paso con una calidad vocal espectacular, con un tono de voz lírico, incluso agudo y un desplante a toda prueba, Su futuro se ve esplendoroso, ya que en el año 2014 proseguirá con su carrera en Alemania, cantando en la ópera de Frankfurt. También cumplieron en forma adecuada con sus personajes, el Conde de Luna, del barítono trasandino Omar Carrión, con dos arias y varios duos de notable factura técnica y el Ferrando del bajo barítono Homero Pérez-Miranda, quien impacta con su voz en Latinoamérica y que próximamente cumplirá compromisos en las ciudades de Lima y Montevideo. La Orquesta Filarmónica de Santiago dirigida en esta versión estelar, por José Luis Domínguez –Director Residente– de la agrupación musical, estuvo en lo suyo, al igual que el Coro del Teatro Municipal, dirigido por Jorge Klastornick, acompañando a la orquesta y los solistas, con gran intervención en los Coros de los Gitanos y de los Soldados.
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