Fotos: Prensa Teatro Colon / Maximo Parpagnoli
Gustavo Gabriel Otero
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Buenos Aires, 04/12/2019. Teatro Colón. Jacques
Offenbach: Les contes d’Hoffmann (Los Cuentos de Hoffmann). Opera en un
prólogo, tres actos y epílogo, libreto de Jules Barbier. Eugenio Zanetti, dirección
escénica, escenografía y diseño multimedia. Bruno Arantes, realización de video. Eugenio Zanetti y Sebastián Sabas, vestuario. Irene Martens,
coreografía. Eli Sirlin, iluminación. Ramón Vargas (Hoffmann),
Rachele Gilmore (Olympia); Virginia Tola (Antonia), Milijana Nikolic (Giulietta); Rubén Amoretti (Lindorf, Copelius,
Miracle y Dapertutto); Sophie Koch (La
Musa y Nicklausse); Osvaldo Peroni (Frantz,
André, Cochenille y Pittichinaccio); Omar
Carrión (Spalanzani), Alejandro Spies (Crespel); María Luisa Merino Ronda (voz de la madre); Gabriel Renaud (Nathanaël); Ernesto Bauer (Hermann); Emiliano Bulacios (Schlémil); Christián De Marco (Luther); Gabriela Ceaglio (Stella). Orquesta y
Coro Estable del Teatro Colón. Director del Coro: Miguel Fabián Martínez.
Dirección Musical: Enrique Arturo Diemecke.
El Teatro
Colón cerró su Temporada Lírica 2019 con una nueva puesta en escena de ‘Los cuentos de Hoffmann’ que,
lamentablemente, no pasó de la medianía por una puesta a todas luces
grandilocuente y vacía, una dirección musical rutinaria y un cuadro de
cantantes desparejo. Los
aspectos escénicos fueron confiados a Eugenio Zanetti quien diseñó un
vestuario ecléctico sin un anclaje temporal definido, una escenografía grandilocuente,
proyecciones que sólo distraen la atención y un movimiento escénico rutinario y
escenográfico sin precisiones o hallazgos actorales o teatrales.La idea
principal es introducir un equipo de filmación que está realizando una
biografía de Hoffmann que aparece en determinados momentos a lo que se añaden
fotógrafos y curiosos varios.
Dos
escaleras laterales conectadas con un cilindro octogonal, de inspiración
gótica, donde están tanto al principio como al final las tres mujeres -Olympia,
Antonia y Giulietta- marcan la ambientación escenográfica. Las escaleras y el
cilindro cambian permanentemente de posición con el constante uso del escenario
giratorio y por detrás se proyectan edificios, catedrales, pájaros, la luna, montañas,
el mar, un incendio de bosques, la torre Eiffel, fuegos artificiales y hasta dirigibles
que van y vienen. Complementado con multiplicidad de objetos, humo, autos,
góndolas, faroles, barcas, estatuas monumentales, figurantes y bailarines. Todo
el trabajo de Zanetti luce pesado, barroco y recargado; con poca
atención a la labor teatral y actoral en una estética gastada y kitsch. Correcto
el trabajo de Eli Sirlin en la iluminación y rutinaria la coreografía de
Irene Martens. Sin pasar
de una lectura rutinaria resultó la dirección musical de Enrique Arturo
Diemecke, con notables desbalances y con tiempos lentos y pesados al
principio y mejores a medida que avanzó la representación. Ramón Vargas exhibió profesionalismo, entrega y
compenetración en su Hoffmann. Alternó momentos de mayor valía con otros donde
la fatiga vocal era evidente, con todo redondeó una buena prestación artística. El bajo
español Rubén Amoretti interpretó a los cuatro villanos (Lindorf,
Copelius, doctor Miracle y Dapertutto) con estilo, elegancia, maldad a flor de
piel y perfectos recursos vocales. De los
personajes femeninos descollaron Rachele Gilmore y Sophie Koch.
Rachele Gilmore fue sin duda lo mejor de la noche. Deslumbró
con su interpretación de Olympia por su exquisito timbre, por su extraordinaria
extensión y por intercalar sobreagudos no marcados en la partitura que deslumbraron
al público. La
exquisita mezzosoprano Sophie Koch fue un verdadero lujo en el doble rol
de la Musa y Nicklausse. Cada frase adquiere en su interpretación el matiz y el detalle justos que
complementan su extraordinaria línea de canto y su bello color vocal. Con
algunas irregularidades en sus prestaciones cumplieron sus cometidos tanto Milijana
Nikolic en el rol de Giulietta como Virginia Tola en el rol de
Antonia. Osvaldo Peroni aportó en los roles característicos de (Frantz, André, Cochenille y Pittichinaccio) su inocultable calidad
vocal y actoral; irreprochable Omar
Carrión como Spalanzani así como el Crespel de Alejandro Spies. Muy buena
la prestación del Coro Estable que dirige Miguel Martínez y de buen nivel los
cantantes de flanco con la excepción de Gabriel Renaud (Nathanaël) por sus
agudos destemplados.
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