Renzo Bellardone
Ante el cierre del Teatro Regio
de Turín a mediados del 2021 por remodelaciones, y que reabrirá sus puertas en
el 2022 con una temporada operística, de ballet y conciertos que durará doce
meses, la dirección del teatro ha decidido mantener activos a sus cuerpos
estables en diferentes sedes de la ciudad, en un programa de conciertos
titulado Regio Metropolitano. Este
concierto se realizó en la sala de concierto G. Agnelli-Lingotto de la ciudad.
El programa sinfónico vocal incluyó Nänie (la 'canción fúnebre’ para coro y
orquesta, op. 82 de Johannes Brahms, el poema sinfónico Ricardo III poema
sinfónico de Smetana, así como Gesang der Parzen (el canto de las parcas) de
Brahms, y la Sinfonía n.º 8 en sol mayor, op. 88 de Dvořák. ¡Dulzura inmediata! así es la atmósfera que
rodea los primeros compases de Nenia de
Brahms, con la vital y dinámica conducción de Gianadrea Noseda, antiguo director musical y artístico del teatro,
quien, envuelto por la emoción, no perdió la atención ni el temperamento que lo
ha llevado a los podios más importantes, ofreciendo la majestuosidad de la
composición, alcanzando alturas de absoluta excelencia y belleza, considerando
que se trata de una orquesta operística. El prensado rítmico del tambor resaltó
cada pasaje del coro dirigido por Andrea
Secchi. El canto coral se tornó celestial, no por la alta asignación, sino
por la gran experiencia y fuerza que puede expresar el abrazo musical que la
Nenia quiere lograr: el canto fúnebre que llora la belleza que debe morir con
los sublimes versos de F. Schiller. Con
Richard III de Smetana obviamente la atmósfera cambió y luego de un ataque casi minimalista, aunque
profundo, la música evolucionó hacia un crescendo mesurado que creó expectación, expectación y suspenso, hasta que
emerge el corpus de escritura cerebral mezclada con espiritualidad; con la orquesta
del Regio y Noseda esta tomó forma
descriptiva y aquí se encontraban las explosiones y la sangre que fluyen entre visiones
fantásticas que habitan en las pesadillas, mezcladas con celebraciones
emocionantes. En el majestuoso Canto de las parcas realmente destaca el canto
con las yuxtaposiciones de timbre y tonalidad con lo profundo y oscuro de las
voces masculinas, enriquecidas por la plateada femenina. La segunda parte del
concierto incluye la Sinfonía n. 7 de A. Dvořák donde los bailes son los
maestros y lo sinfónico se fusiona con la tradición popular, dando vida a un
cuadro de fuerza y vigor insólito, que exhibe una gran riqueza sinfónica
impregnada de sentimiento. La tormenta de emociones de esta sinfonía se adapta
bien a la dirección de Noseda, capaz de obtener todos los colores, los vapores
y las sugerencias de una música hipnotizante.
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