Ramón Jacques
Con La Traviata de Verdi, una de las óperas más conocidas y
representadas del repertorio, inició una nueva temporada de la Houston Grand
Opera. El titulo con la producción
escénica utilizada y vista en esta ocasión, trae a la memoria un sinfín de
buenos y malos recuerdos, y vicisitudes por las que tuvo que atravesar el
teatro para llegar a este día. A lo largo de la historia los teatros de ópera han
tenido que sobreponerse a desastres naturales o a decisiones humanas que han
causado su cierre como: incendios, terremotos, inundaciones, recientemente una
pandemia, o guerras y remodelaciones, para cumplir su propósito de producir ópera;
pero quizás ninguno otro, además de Houston, ha sufrido la destrucción causada
por la fuerza de un huracán - como Harvey, en agosto del 2017- tan solo unas
semanas antes de la inauguración de su temporada, que iniciaría con La
Traviata, con la que se estrenaría un nuevo montaje de la directora Arin Bus, y el diseñador Riccardo Hernández, realizado en
coproducción con la Lyric Opera de Chicago. Para entender la magnitud de la
situación afrontada por este teatro, que debió cancelar su temporada por la
inundación y daños a la sala, foso, escenario, oficinas, bodegas de vestuarios
y escenografías, estacionamientos subterráneos etc; cabe señalar que Harvey ha
sido el huracán de mayor categoría que ha tocado tierra en Texas, con vientos
de más de 215 kms por hora, y lluvias, que en solo 4 días, vertieron sobre la
región y ciudad de Houston, 54 pulgadas de agua, que equivalen a
aproximadamente 41 billones de litros de agua. Un par de meses después, se pudo rescatar parte
de la temporada, y en un escenario creado ex profeso en una de las inmensas
salas del centro de convenciones, y pesar de no contar con las condiciones
ideales – por acústica, orquesta situada detrás de los intérpretes, falta de
espacio para el coro que cantó entre el público, pero con el elenco
originalmente anunciado, se llevaron a cabo en versión semi-escénica, ocho
funciones de Traviata. Es por ello, que esta inauguración, tiene un valor
especial para la compañía y fue obviamente recordada, ya que ¡en una historia
digna de un libreto operístico! cinco años después, se vio finalmente la obra
con este montaje. Situado en una época y tiempo indefinido, aunque los
elegantes vestuarios de Cait O’connor,
nos remitían al siglo diecinueve, y bajo la premisa que los hechos que suceden
en la ópera pueden suceder en la actualidad, la directora de escena Bus se
permitió algunas ocurrencias como el uso de máscaras, marionetas, exagerada
actuación a manera de representar los excesos y el libertinaje, cargados simbolismos,
que, si bien no eran novedosos, no interfirieron en el desarrollo de la
escena. La escena se desarrolló dentro
de un muro semicircular al fondo del escenario, con algunos elementos de
utilería, y resaltó el juego de iluminación, con claroscuros de Marcus Doshi. Vocalmente y en su debut local, la soprano Angel Blue, cargó con el peso de la
función, con una voz rotunda, ágil, y nítida en sus agudos y proyección.
Escénicamente se le vio involucrada y convincente en su papel y supo
administrar y conjugar bien su desempeño vocal con su el escénico. El tenor Matthew
White, que ocupó el lugar del originalmente anunciado Bryan Hymel, mostró
buenas cualidades vocales, pero una evidente falta de conexión y química entre
su Alfredo y Violetta. A pesar de su
amplia voz y grato timbre baritonal, tampoco logró convencer el barítono
ucraniano Andrei Kymach como Giorgio
Germont, en escena más preocupado y atento a dar las notas correctas, que por
mostrar una conjunción con los demás intérpretes. Emily Triegle dio vida a una sensual y atractiva Flora, y el resto
de los interpretes en papeles menores, la mayoría miembros del Houston Gran
Opera Studio cumplieron satisfactoriamente.
Por su parte el coro, bajo la experta conducción de Richard Bado, su titular desde 1989, agradó por su intensidad,
uniformidad y participación. La conducción musical de Matthew Aucoin, el joven compositor y director de orquesta
estadounidense, en su debut local, careció de ímpetu y chispa, sin profundizar
en la búsqueda del color y matiz de las óperas verdianas. Su lectura lenta,
rutinaria y poco estilizada, causo algunos desfases con el escenario y con los
músicos de la orquesta quienes se notaban algo condicionados.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.