Friday, May 17, 2024

Cavalleria Rusticana y Pagliacci en Novara, Italia

Fotos: Teatro Coccia di Novara

Renzo Bellardone

El binomio clásico de Cavalleria rusticana de Pietro Mascagni y Pagliacci de Ruggero Leoncavallo, en la puesta en escena del Teatro Coccia di Novara, se realizó con una sola escenografía para cada una de las dos histórias, bien insertadas en el momento histórico en el que se desarrollan.  La elección de las proyecciones 3D siempre es ganadora, pues aumentan los espacios y se mantienen dentro de la narrativa aquí representada de forma clásica, que fotografía bien la dura realidad del campo, de la tierra y de la inmersión total en el água. También es interesante la proyección del telón con Arlequín y Colombina a los lados: el clasicismo se encuentra con lo contemporáneo sin intrusión, pero con respeto por la história y la partitura. Destacaron el diseñador visual Luca Attilii y el escenógrafo Matteo Capobianco, y el director Matteo Mazzoni se encargó de detalles como el de limpiar la boca de Santuzza después de gritar ‘A te la mala Pasqua’ o Mamma Lucia, que predice la muerte de Turiddu y lo sigue hacia el jardín de duelo para detenerse, consciente de lo inevitable.  El verismo en escena, en la combinación de las dos óperas, se remonta al 22 de diciembre de 1893 en el Metropolitan Opera de Nueva York, donde por primera vez se alternaron las conmovedoras histórias de Mascagni y Leoncavallo en una sucesión de emociones. Es realmente difícil no conmoverse ante el Intermezzo de Cavalleria o el ‘Mamma, quell vino è generoso’, preludio de la tragedia, al igual que con ‘Pagliaccio non son’ de Pagliacci, con el esperado “Prólogo”, para luego terminar con la broma burlona: ‘La commedia è finita!’. En cuanto a las voces de esta edición se pudo apreciar el siempre excelente Coro Schola Cantorum Gregorio Magno bajo la dirección de Alberto Sala, así como las voces infantiles dirigidas por Paolo BerettaCristina Melis interpretó con pasión y hermosos colores a Santuzza; Zizhai Guo subió al escenario en el papel de Turiddu y fue apreciado por su indudable flexibilidad. Giorgia Gazzola como Mamma Lucia fue una contralto afinada y muy sentida. Encontramos a Marcello Rosiello convincente, primero como Alfio y luego como Tonio, tanto musical como actoralmente. Mariangela Marini fue cautivadora y «fielmente» desdeñosa como Lola y Alessandra Adorno estuvo bien situada como Nedda, a quien interpretó con agilidad. Gustavo Porta como Canio supo trascender hábilmente la realidad que supera la ficción y vocalmente fue absolutamente creíble, con hermosos tonos. Andrea Piazza fue un Silvio apasionado y brillante. El vestuario de Roberta Fratini caracteriza bien a los distintos personajes y la iluminación de Ivan Pastrovicchio fue siempre interesante. Fabrizio Maria Carminati, conocido director de orquesta, sostuvo a la Orquesta Filarmónica Italiana con un gesto claramente legible.



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