Tuesday, June 3, 2025

Tannhäuser en Houston

Foto: Michael Bishop

Ramón Jacques 

La Houston Grand Opera concluyó de manera exitosa una temporada más con Tannhäuser o Tannhäuser und der Sängerkrieg auf Wartburg (El torneo de canto del Wartburg su título completo) ópera en tres actos con música y libreto en alemán de Richard Wagner (1813-1883) que como la mayoría de su producción lirica se basa en fabulas medievales alemanas. Tannhäuser, que es la quinta ópera compuesta por Wagner, y que tuvo su estreno el 19 de octubre de 1945 en Dresde bajo la conducción musical del propio compositor ha sido considerada una de las piedras angulares, y elemento básico, del repertorio de los principales teatros de ópera hasta este siglo XXI. Sin embargo, desde el periodo pospandémico el titulo ha sido visto en muy pocas ocasiones en este país, a excepción de los montajes realizados por la ópera de Los Ángeles en el 2021 y por el Metropolitan de Nueva York 2023. Son entendibles las exigencias de tipo musical, vocal y económico que requiere un título de este calibre, por lo que es meritoria la labor del teatro de Houston de llevarla a escena, en la que será la única producción de la obra programada para este año. El título aquí mismo no se había visto desde el 2001 cuando se presentó con una estupenda producción escénica del legendario director de cine Werner Herzog. Como se sabe, en la trama, Tannhauser desaíra las rígidas normas sociales de los trovadores medievales y se aventura al reino místico que libera la libido de Venus, quien reina sobre un amor eterno. En lugar de ser fiel a sí mismo, Tannhäuser es rechazado por su comunidad – aquí muy religiosa- por relacionarse con la insaciable diosa Venus. Sin embargo, regresar a una sociedad que se niega a cambiar no es fácil, aunque al final es milagrosamente redimido por el sacrificio de su admirada Elizabeth.  Esta es la historia que fue representada al público de manera notable plasmándola en la refinada, elegante y vistosa puesta de Peter J. Davidson, con vistosos vestuarios de Constance Hoffmann, la buena iluminación de Amith Chandrashaker y las proyecciones al fondo de la escena por parte de S. Katy Tucker, que hicieron que el bosque frente al que pasan los peregrinos en su camino a Roma, fuera una de las imágenes más sugestivas y artísticas de toda la función. Las escenografías, que como siempre, forman parte de una coproducción hecha entre  los teatros de Houston, Washington National Opera, Seattle Opera y  la Canadian Opera Company de Toronto, es sin duda uno de los mejores trabajos que le he visto a la directora escénica Francesca Zambello, ya que situó el antiguo relato germánico a principios del siglo XX, dentro de la secta aislada de una comunidad muy religiosa; el concurso de canto, por ejemplo, se lleva en el interior de un templo religioso; y el Venusburg, que aquí representa el mundo exterior se realiza en un salón hedonista o un burdel, en el interior de un opulento departamento en Nueva York, donde habita Venus, la diosa del amor y sus musas, donde hay fiestas, con bailarinas haciendo extravagantes y exóticas coreografías, sin recurrir en ningún momento a desnudos, vulgaridades o escenas fuera de tono. En este montaje Tannhäuser ha vivido seducido en mundo seducido más de un año, pero la culpa por abandonar a Elizabeth su anterior amor virginal, es demasiado pesada para soportar y es instantáneamente transportado a su comunidad, es allí donde surgen los problemas de sus elecciones.  El enfoque novelesco, muy operístico diría, de Zambello no hace gran daño a Wagner, al contrario, cuenta una historia directa con personajes más humanos, con las implicaciones de pertenecer y enfrentarse a una rígida entidad religiosa y sus valores, una situación que parecería no estar alejada de lo que se vive en la actualidad.  Al final Tannhäuser queda encerrado dentro una luz celestial frente al cuerpo de Elizabeth, dejando la duda si vivirá para cantar nuevamente o si volverá al lado oscuro para unirse una vez más a Venus.  Vocalmente el elenco contó con valiosos cantantes y artistas, principalmente estadounidenses, como Russell Thomas, un tenor dramático spinto, de buenas cualidades vocales, si bien no podría considerársele como un heldentenor puro, su incursión en este repertorio y su experiencia cantando papeles wagnerianos (como lo hiciera con este mismo papel en Los Ángeles en el 2021 o en Parsifal aquí mismo en el 2024) lo ha hecho perfeccionar y conocer el estilo, pero sobre todo a saber gestionar la voz para sacar avante al personaje de Tannhäuser y sus exigencias. Su proyección es adecuada, y aunque no posee una voz potente y robusta, se distingue por la calidez de su timbre, su homogeneidad y la solidez técnica para emitir agudos dándole sentido y expresividad  a su parte. Por su parte, y en el papel de Elizabeth, la soprano Tamara Wilson, egresada del estudio del teatro y en la actualidad una reconocida interprete, destacó en su canto, y posee una voz de adecuada proyección, firme y vigorosa. En escena supo intercalar una actuación  entre la chica sencilla con alborozo, timidez, con fuerza y convicción abogando por la redención de Tannhäuser. Agradó la mezzosoprano Sasha Cooke, por la imagen sensual que irradió como Venus, con una voz que ha adquirido cuerpo, y que le ha permitido poco a poco entrar a este repertorio, cantando con tonalidad oscura, atractiva, demostrando que el canto wagneriano también puede ser grato si se canta con estilo y arresto que  sobre la energía y la fuerza; como lo fue el Ladgraf Hermann del bajo griego Alexandros Stavrakakis quien desplegando potencia y nervio supo cantar con matizadas tonalidades y eficacia. Buen desempeño y condiciones para este repertorio ofrecieron el tenor Martin Luther Clark como Walther von de Wogelweide; así como el barítono Luke Sutliff como Wolfram von Eschenbach, el bajo-barítono Cory McGee como Biterolf, el tenor Shawn Roth como Heinrich der Schreiber, así como el bajo chino Ziniu Zhao como Reimar von Sweter y la mezzosoprano Ani Kushyan en el papel del pastor. Estos últimos cinco cantantes son exalumnos o pertenecen actualmente al estudio del teatro, por lo que no pasará mucho tiempo para que estén cantando papeles de mayor envergadura en importantes teatros.  Buena fue la participación del coro del teatro cuando fue requerido, particularmente en el coro de los peregrinos, donde cantaron con determinación, exaltación y entusiasmo, con el profesionalismo que los caracteriza, bajo la conducción del maestro Richard Bado.  Una gran impresión dejó el maestro Erik Nielsen en su debut local. El maestro estadounidense, quien rara vez dirige en este país, mostró oficio como concertador desde el foso operístico, además de pericia y la autoridad que le ha dado su extensa carrera, dirigiendo principalmente operas en importantes escenarios. Desde la icónica obertura, ofreció  una ruta musical de la ópera con sus tres leitmotivs centrales presentes, así como buen manejo de los tiempos, de las brillantes texturas, evocaciones y éxtasis orquestales.  Los músicos de la orquesta se mostraron motivados y regalaron una memorable velada con su desempeño desde el foso.  La próxima temporada comenzará con un clásico estadounidense: Porgy and Bess de Gershwin, en la versión original del compositor, que la ha valido a este teatro en el pasado, la obtención de premios Grammy y Tony, y para la cual ya inició la venta de entradas.




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