Ramón Jacques
Con más de setenta años de existencia, la OFUNAM (Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional de México) es el conjunto sinfónico más antiguo que existe en la Ciudad de México, y se ha convertido en una de las orquestas más importantes del país. Si bien su origen se remonta a 1929, cuando un grupo de estudiantes y maestros de música crearon una orquesta de la entonces Facultad de Música de la UNAM (Universidad de México), su fundación como conjunto profesional ocurrió en 1936. En 1966, fue designado como director artístico de la orquesta el celebre director mexicano Eduardo Mata, con lo que dio inicio una de las etapas de mayor desarrollo de la agrupación, y durante este periodo la Orquesta Sinfónica de la Universidad, como originalmente se le denominó, adoptó su actual nombre y la personalidad que conserva en la actualidad.
Para el programa numero 5 de la actual temporada 2009, se eligió la interpretación de la famosa pieza sacra o cantata religiosa del compositor checo Antonín Dvořák, que fue el primer texto religioso musicalizado por dicho autor, y cuya composición comenzó en 1876, y concluyó en 1877. Para su creación se inspiró, como varios compositores (como Palestrina, Haydn, Mozart, Schubert, Rossini y Poulenc), por un texto medieval del siglo XIII, cuyo autor se cree que fue el poeta italiano Jacopone da Todi o San Bonaventura.
Dvořák comenzó a redactar la partitura con tan solo 35 años de edad, y después de la muerte de su hija Josefa, tan solo dos días después de haber nacido. La tragedia marco la conclusión de la obra, ya que terminó de orquestarla después de perder a dos hijos más en el lapso de un mes, y sirvió como alivio en su dolor. El estreno tuvo lugar en Praga, un 23 de diciembre del 1880.
La obra cargada de emotividad en la que el compositor transmite su dolor a las notas musicales, está dividido en diez partes o movimientos individuales, entre las cuales solo entre la primera y la ultima existe una conexión temática. El primer movimiento es una sonata extendida en estilo sinfónico, que abre con una larga introducción orquestal, que es repetida por el coro. Un contrastante segundo tema es introducido por los solistas. Una sección de desarrollo lleva la obra al inicio del material inicial.
Solo en el cuarto movimiento, se escucha un órgano que aparece acompañando un coro femenino. El ultimo movimiento recuerda el tema inicial de la obra, y se convierte en el amen, una fuga triunfante de considerable complejidad.
En la obra cargada de intensidad espiritual y rango emocional, la orquesta, bajo la batuta de su director titular, el maestro ingles Alun Francis, mostró una enérgica y lucida calidad sinfónica. Francis exhibió un control y seguridad en su batuta convirtiendo el carácter triste de la obra y enalteciéndolo con emoción. Su conducción fue cuidada, atenta y mostrando conocimiento de la obra, marcando las entradas, y con adecuada dinámica.
En los momentos finales del Stabat Mater, que atraviesa diferentes cambios de ánimo que van del dolor y la desesperación a la esperanza y fe, y la orquesta queda en silencio, el coro inicia, sin acompañamiento un inesperado himno de alabanza, un monumental final de éxtasis: el ‘Quando corpus moriertur’, que fue interpretado por el el Coro Filarmónico Universitario (formado en el 2008 y asociado a la OFUNAM), que mostró su conjunción, y confianza en cada una de sus intervenciones, que fueron primordiales en el desarrollo y éxito de la obra.
Cada uno de los solistas también aportó lo suyo en cada una de sus intervenciones como solistas y en conjunto, resaltando el timbre cristalino y límpido exhibido por la soprano Guadalupe Jiménez, el timbre lírico de adecuada proyección del tenor Leonardo Villeda, y la suntuosidad en la voz oscura y línea de canto de la mezzosoprano Grace Echauri. Finalmente, el bajo alemán Patrick Rohbeck mostró una potente voz y profunda voz, de tono terso, muy adecuado para las partes mas solemnes de la obra.
Para el programa numero 5 de la actual temporada 2009, se eligió la interpretación de la famosa pieza sacra o cantata religiosa del compositor checo Antonín Dvořák, que fue el primer texto religioso musicalizado por dicho autor, y cuya composición comenzó en 1876, y concluyó en 1877. Para su creación se inspiró, como varios compositores (como Palestrina, Haydn, Mozart, Schubert, Rossini y Poulenc), por un texto medieval del siglo XIII, cuyo autor se cree que fue el poeta italiano Jacopone da Todi o San Bonaventura.
Dvořák comenzó a redactar la partitura con tan solo 35 años de edad, y después de la muerte de su hija Josefa, tan solo dos días después de haber nacido. La tragedia marco la conclusión de la obra, ya que terminó de orquestarla después de perder a dos hijos más en el lapso de un mes, y sirvió como alivio en su dolor. El estreno tuvo lugar en Praga, un 23 de diciembre del 1880.
La obra cargada de emotividad en la que el compositor transmite su dolor a las notas musicales, está dividido en diez partes o movimientos individuales, entre las cuales solo entre la primera y la ultima existe una conexión temática. El primer movimiento es una sonata extendida en estilo sinfónico, que abre con una larga introducción orquestal, que es repetida por el coro. Un contrastante segundo tema es introducido por los solistas. Una sección de desarrollo lleva la obra al inicio del material inicial.
Solo en el cuarto movimiento, se escucha un órgano que aparece acompañando un coro femenino. El ultimo movimiento recuerda el tema inicial de la obra, y se convierte en el amen, una fuga triunfante de considerable complejidad.
En la obra cargada de intensidad espiritual y rango emocional, la orquesta, bajo la batuta de su director titular, el maestro ingles Alun Francis, mostró una enérgica y lucida calidad sinfónica. Francis exhibió un control y seguridad en su batuta convirtiendo el carácter triste de la obra y enalteciéndolo con emoción. Su conducción fue cuidada, atenta y mostrando conocimiento de la obra, marcando las entradas, y con adecuada dinámica.
En los momentos finales del Stabat Mater, que atraviesa diferentes cambios de ánimo que van del dolor y la desesperación a la esperanza y fe, y la orquesta queda en silencio, el coro inicia, sin acompañamiento un inesperado himno de alabanza, un monumental final de éxtasis: el ‘Quando corpus moriertur’, que fue interpretado por el el Coro Filarmónico Universitario (formado en el 2008 y asociado a la OFUNAM), que mostró su conjunción, y confianza en cada una de sus intervenciones, que fueron primordiales en el desarrollo y éxito de la obra.
Cada uno de los solistas también aportó lo suyo en cada una de sus intervenciones como solistas y en conjunto, resaltando el timbre cristalino y límpido exhibido por la soprano Guadalupe Jiménez, el timbre lírico de adecuada proyección del tenor Leonardo Villeda, y la suntuosidad en la voz oscura y línea de canto de la mezzosoprano Grace Echauri. Finalmente, el bajo alemán Patrick Rohbeck mostró una potente voz y profunda voz, de tono terso, muy adecuado para las partes mas solemnes de la obra.
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