Renzo Bellardone
!Desde un chalet hasta un hotel de
lujo! Así es la nueva producción de la primera versión en un acto de Betly de
Donizetti, que ha sido transportada de manera eficaz, por el director de escena
Luigi Baroli, a los años 20 o 30 en un lujoso hotel montano administrado por la
determinada Betly. Con algunas reminiscencias de Elixir, la ópera en cuestión
es bastante rica en belleza musical, cavatinas, brillantes duetos, toda muy
interesante. Aquí, los recitativos no son solo cantables sino también
recitados, y los intérpretes dieron muestra de que son buenos actores, aun con
esta ocurrencia. En el Bergamo Musica Festival, el papel de Betly fue
interpretado por una excepcional Linda
Campanella, con seguridad una de las mejores voces del panorama. La
partitura la limitó a rocambolescas
variaciones, infinitas y variadas coloraturas, que afrontó con segura
naturalidad, a pesar de los tiempos no siempre briosos de la orquesta, que le
impusieron una admirale administración del fiato. Interpretó su “Se crudel il cor mostrai” y
fascinó en cada aria con una emisión clara, fresca, en realidad
cristalina. En la función, el enamorado
Daniele, fue interpretado por Angelo Scardina, quien después de una
emoción inicial sobre la escena, tomó posesión total del papel dando prueba de
una buena interpretación. Mostrando un timbre agradable y agudos bien
sostenidos, además de que escénicamente interpretó el papel del rico
““giovincello di belle speranza” con divertida credibilidad. Vittorio Prato interpretó el papel del
buen hermano, pero burlón, que convenció a la hermana de la necesidad de no
quedarse sola y buscarse un marido (Daniele), aquí de manera divertida. El barítono se valió de una buena presencia
que indudablemente coadyuvó a estar bien
sobre la escena, aunque en si sabe moverse con agilidad y convicción fruto de
su experiencia y sus cualidades personales. Además posee una solida técnica
vocal que le permite afrontar escrituras agudas como esta, sin perder el bello
color oscuro bronceado y envolvente, rico en temperamento y sensibilidad. Giovan Battista Rigon dirigió de manera
agradable pero con “quel pizzico di brio in più, mientras que el coro dirigido
por Fabio Tartari, resultó estar
bien amalgamado y correcto, también en sus movimientos. Buena fue la ambientación escénica con
proyecciones de imágenes de inicio del siglo 18 de Luca Dal Bosco, como simpáticos estuvieron los vestuarios de Alfredo Corno, y buena la iluminación
de Renato Lecchi. Asistir a una representación en el Teatro
Sociale de Bargamo es una experiencia de vida teatral única, ya que el teatro
con detalles de madera natural crean una atmosfera fuera de este tiempo, casi
en una bolla del tiempo. Finalmente, ¡La Música vence siempre”
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