Foto: © Toni Suter / Opernhaus Zürich
Por José Noé Mercado [Articulo Cortesía Notimex]
[Dos relevantes artistas de la música clásica
perdió Italia en febrero pasado justo en el momento en que la nación europea
comenzaba a sufrir los estragos del Coronavirus…]
El mundo de la ópera ha perdido recientemente,
apenas en febrero pasado, a dos de los mayores y últimos exponentes de la
llamada vieja escuela lírica italiana. El jueves 6 murió el director de
orquesta Nello Santi, a los 88 años, en su casa de Zúrich, Suiza, a causa de
una infección sanguínea. Tres días
después, el domingo 9 de febrero, en su natal Módena, fue la soprano Mirella
Freni quien falleciera, a los 84 años, como consecuencia de una enfermedad
crónico-degenerativa y diversos derrames cerebrales que la agravaron. Aunque
ambos intérpretes, octogenarios, estaban en el ocaso de sus vidas, lo que
supone plenitud y un cercano final del ciclo de existencia humana, al dolor de
sus deudos personales y privados debe sumarse el público significado de sus
bajas artísticas, que de ningún modo resultan vacíos menores.
Legado
Y es que tanto Santi como Freni brillaron con
sus reconocidos talentos durante la segunda mitad del siglo XX, una de las
épocas de mayor esplendor operístico gracias al auge de los registros en audio
y video: a la radio, al disco y a la televisión, propiciando vínculos entre el
viejo arte operístico que rebasa los cuatro siglos de historia y las nuevas
generaciones de públicos e intérpretes. Entre los dos acumulan un legado
cercano al centenar de grabaciones en las que no sólo desfilan los elencos mundiales
más notables de su momento, sino que se encuentran las interpretaciones
referenciales de todos los tiempos para un cúmulo de títulos, estilos y
compositores, en especial del catálogo italiano. Y por si esas presencias como
intérpretes no fueran suficiente herencia para la cultura operística, también
debe mencionarse que conforme sus facultades artísticas personales fueron
mermando, sus facetas pedagógicas, docentes, crecieron como guías para nuevos
interesados en el quehacer lírico, tal como ellos mismos recibieron ese
conocimiento técnico y estilístico de sus maestros, en una conexión intemporal
sobre la forma distinguida y acaso esotérica de realizar este arte.
Palabras mayores
Nello Santi nació el 22 de septiembre de 1931
en Adria, región del Véneto, en Italia. Ya a los 20 años había debutado en su
país al dirigir Rigoletto, de Giuseppe Verdi, uno de los autores en el que se
le consideraría una autoridad. Pero unos años más tarde, en 1958, se
trasladaría a Zúrich con el nombramiento de director de aquella casa operística
en la que alcanzaría su mayor notoriedad, en una colaboración extendida por
seis décadas, en las que también tuvo apariciones en los teatros más relevantes
del mundo, entre ellos el Covent Garden de Londres, La Scala de Milán o el Met
de Nueva York, recinto en el que dirigió más de 400 funciones. Además de
referencia en el repertorio verdiano, Nello Santi lo fue también en el de
compositores como Gioachino Rossini, Gaetano Donizetti o Giacomo Puccini.
Dirigió a cantantes estelares de la talla de Cesare Siepi, Franco Corelli,
Sherril Milnes, Carlo Bergonzi, Plácido Domingo y Juan Diego Flórez; y de Joan
Sutherland, Anna Moffo, Montserrat Caballé o Anna Netrebko. Su estilo podría
valorarse a partir de su aproximación respetuosa de la partitura hasta llegar a
cierto purismo que prescinde de los excesos, los lucimientos o las tradiciones
que no vinieran del puño y letra del compositor. En ese sentido, representa un
claro vínculo entre Arturo Toscanini y Riccardo Muti. Palabras mayores, sin
duda. Otro aspecto para ponderar en la concertación de Santi fue precisamente
su gusto y entendimiento del canto lírico, de las capacidades y condiciones
particulares de sus elencos, lo que le permitía potenciar una interpretación
gracias a su cuidado de las voces, del volumen orquestal y de la imagen sonora
del conjunto. Existen numerosos videos donde se aprecia al director cantar, con
una simpática voz de bajo-barítono, durante los ensayos, prueba tanto de su conocimiento
integral del libreto cuanto de su afición canora. Nello Santi es el decano de los directores de
ópera italianos. Punto de conexión entre la antigua escuela de dirección de
maestros como Tullio Serafin y Gianandrea Gavazzeni, y la escuela de nuestros
días, continuada por figuras como Riccardo Muti. A él se le debe también la
revaloración de títulos como L’amore di tre re de Italo Montemezzi, el cual
grabó con un Plácido Domingo en plenitud de medios vocales. El legado de Santi
permanece en generaciones y generaciones de cantantes al haber tenido una
longeva vida artística. Será recordado con ese apelativo de fraternidad, estima
y admiración con que era conocido: Papá Santi.
Sello distintivo
Foto:VivaModena.it |
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