Tuesday, June 6, 2023

Andrea Chenier en Milán

Foto: Brescia & Amisano

Massimo Viazzo

Volvió a la Scala, pero con otro elenco, el Andrea Chenier que había inaugurado con éxito la temporada 2017-2018 del teatro.  El espectáculo firmado por Mario Martone mostró una vez más su eficacia dramática con una escenografía respetuosa del libreto y de los ambientes – el salón de fiestas de castillo de Coigny, la estancia de Gerard, el tribunal y el patio de la prisión- que destacaban sobre un luctuoso y atemporal fondo lúgubre negro, heraldo de tristes presagios, y con la presencia de inquietantes espejos deformantes que subrayaban la vacuidad y la hipocresía. Ideal lucio la plataforma giratoria diseñada por Margherita Palli, que permitía pasar de un escenario a otro de manera inmediata y natural, haciendo que la historia avanzara de modo apremiante. La baqueta confiada a Riccardo Chailly en el 2017, fue esta vez empuñada por Marco Armiliato quien concertó apuntando hacia la teatralidad del paso orquestal sin particulares retoques ni sutilezas cromáticas, por el contrario, matizado en ocasiones una cierta pesadez con una dinámica que tendía hacia el forte y el fortissimo. El esperado Chenier de Jonas Kauffmann desilusionó en parte las expectativas. Para entender mejor, el artista es notable desde el punto de vista actoral como vocal, y con una presencia potente en escena que se hizo apreciar por la pericia de los movimientos escénicos y por la verdad interpretativa que salía de un personaje siempre vivido en su entusiasta exaltación. Su línea de canto se benefició de un fraseo siempre acertado y muy móvil: cada palabra, cada frase sonaba casi nueva ante ciertas interpretaciones que se centraban sobre todo en un acento más estentóreo. Pero el tenor alemán se mostró un tanto cauteloso en algunos momentos por lo que al final a su canto le faltó esa electricidad que sabe inflamar al público. Algo que en cambio sí estuvo presente en gran nivel en el canto de Amartuvshin Enkhbat, un Gerard suntuoso, viril, de voz de acero sólidamente proyectada y un acento comunicativo. Su «Nemico della patria» fue justamente aclamado con una ovación de varios minutos, aplausos del público a escena abierta, que abarrotó la sala de Piermarini en el momento más emocionante de la velada. Sonya Yoncheva en el papel de Maddalena convenció sobre todo por su capacidad para delinear un personaje que de ser puro y frágil a su ingreso al escenario evolucionó hacia la madurez y la determinación al final de la obra. Agradó su canto apasionado y exuberante, si bien en el registro agudo cuando fue requerido se notaba cierto esfuerzo en mantener la redondez de la emisión. Óptimos estuvieron los personajes de acompañamiento comenzando con Carlo Bosi,un maestro del canto sul fiato, que personificó un increíble astuto y malicioso. Francesca di Sauro fue una desenvuelta Bersi, muy bien cantada y de timbre muy agradable, Elena Zilio fue una Madelon emocionada y emocionante, y Giulio Mastrototaro fue un Mathieu extrovertido y sonoro.  El Corpo di Ballo y el Coro del Teatro alla Scala estuvieron perfectamente a sus anchas al interno del espectáculo.

No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.