Ramón
Jacques
A pesar de permanecer cerrado por remodelaciones, el Teatro Comunale de Bolonia continúa ofreciendo temporadas muy completas y varias en cuanto a la cantidad de producciones liricas, danza, ballet, jazz, conferencias; así como su temporada de música sinfónica, que muchas otras orquestas fácilmente podrían envidiar, por la cantidad de conciertos que se programan anualmente, con la presencia de importantes solistas y directores, que en el presente año incluye los nombres de: James Conlon, Riccardo Frizza, Zubin Mehta, Frédéric Chaslin, Daniel Oren, Donato Renzetti, Roberto Abbado y Oksana Lyniv, por mencionar algunos, conduciendo obras del repertorio sinfónico de los ciclos 19 y 20 hasta la música contemporánea. Siempre debe considerarse como una meritoria iniciativa que las orquestas de los teatros liricos realicen conciertos de música sinfónica de manera paralela a su labor en el foso operístico, y aunque es una práctica que han ido desapareciendo importantes teatros, es una costumbre que se mantiene vigente en los teatros más importantes de Italia. El tercer concierto de este ciclo sinfónico fue dedicado al compositor alemán Richard Strauss (1864-11949) centrándose especialmente en su ópera, o comedia musical en tres actos, Der Rosenkavalier, op 59, que, aunque es un título que se escenificó por última vez aquí en 1995, y la reposición de la ópera completa estaba prevista en el 2021, tanto la pandemia como la reestructuración del teatro ocasionaron que se pospusiera hasta el otoño del 2026, en la que será la reapertura de la histórica sede en la piazza Verdi de esta ciudad. Como un adelanto, en lo que llega ese día, en este concierto se escucharon extractos musicales tomados del primero, el segundo y el tercer acto primero del Caballero de la Rosa, concretamente lo que involucran a los tres personajes principales femeninos unidos por una historia de amor, por lo que el título del concierto fue “Sophie, Octavian, Marschallin en concierto” Como todos los conciertos de la orquesta, este se realizó en el Auditórium Manzoni, que es un reciento ideal para la ejecución de música sinfónica. La velada inició con el Einleitung, el preludio que describe la noche apasionada entre la Mariscala y su joven amante Octavian, ¡que fue seguida por la emblemática aria de este último personaje “Wie du warst! Wie du bist" cantada con expresividad, intensidad y buenos medios vocales de oscuros y bruñidos tintes en el canto de la mezzosoprano alemana Stefanie Irányi, quien, junto a la elegancia, la presencia y la amplitud y el color vocal de la soprano alemana Julia Kleiter, cantando a la Mariscala, en su monologo “Da geht er hin, der aufgeblasene schlechte Kerl... Kann mich auch an ein Mädel erinnern” y en su dúo con Octavian “Ah! Du bist wieder da!” donde ambas mostraron compenetración y convicción y que, a pesar de tratarse de una versión no escénica, cada una se transformó en su respectivo personaje. Con partes como el celebérrimo valzer de la entrega de la rosa en el segundo acto, se escuchó el dúo “Mir ist die Ehre widerfahren... Ich kenn' ihn schon” entre Octavian y Sophie, papel que aquí fue cantado por la soprano francesa Elsa Benoit, una de las artistas más interesantes que he escuchado en tiempos recientes, quien posee la elasticidad y plasticidad, que ha adquirido en su destacada trayectoria en la música barroca, y que ha sabido combinar, combinar con la nitidez y la cualidad cristalina de su canto en papeles más liricos del repertorio alemán, y que escénicamente supo representar una delicada y tierna Sophie. El concierto, cuyas escenas fueron bien hiladas de los pasajes orquestales e intermezzi contenidos en la partitura incluyó conmovedora escena del tercer acto, el trio entre la Mariscala, Octavian y Sophie, “Marie Theres!...Hab' mir's gelobt” que se caracteriza por el inconfundible estilo musical de Strauss, rico de los valzer y melodías tan características de la tradición vienesa. En el podio de la orquesta estuvo presente el maestro Ascher Fisch, con una larga trayectoria dirigiendo ópera, condujo con solidez y buen pulso, además de buen gusto para extraer los momentos musicales más resplandecientes y radiante que contine la partitura, si algo de le puede reprochar es fue la fuerza y el volumen orquestal, que cubría las voces y que ocasionaba un esfuerzo innecesario de las interpretes para ajustad su emisión. No obstante, el desempeño de las fuerzas de la orquesta fue meritorio, con homogeneidad y buen gusto; y la combinación de las voces hicieron que este concierto fuera memorable y de mucha satisfacción para el público presente en la sala Manzoni.
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