Foto: Karl Forster
El Teatro de la Moneda de Bruselas, repuso en su escenario el drama lírico en cuatro actos de Puccini, Manon Lescaut, una opera, como otras las otras del mismo autor que han sido poco vistas en este teatro. Para ello se presentó la controvertido montaje escénico de Mariusz Treliński, director artístico del Teatro Wielki de Varsovia, de donde se originó esta producción, con diseños de Boris Kudlicka y vestuarios de Magdalena Musial, cuya trama fue situada en una época moderna, concretamente en una oscura estación de metro de Paris, en el que Manon se convierte en una prostituta que forma parte de una red manejada por Geronte, y de la que Des Grieux intenta rescatarla. Innecesaria violencia, sobreactuación, sadomasoquismo, sexo, y violencia desvirtuaron y deshumanizaron la trama original de la obra, y la narración al estilo cinematográfica, como si se tratase de un thriller, dejo a más de uno con la incógnita ¿fue esto la realidad o una imaginación del sueño de Des Griuex? La parte musical fue sin dudas la más satisfactoria del espectáculo, comenzando con la precisa conducción de Carlo Rizzi, quien fue capaz de extraer las sutilezas de la partitura de manera emocionante, calida y dinámica, y a pesar de los desfases creados con la escena. El papel de Manon fue encomendado a la soprano Amanda Echalaz, dio vida, personalidad y seducción al papel al que prestó una voz amplia y homogénea. Como Des Griuex, debuto con éxito el tenor mexicano Héctor Sandoval quien mostró un grato timbre calido, y firmeza vocal en los momentos más intensos y críticos de su papel de correcta actuación, que le valió una amplio aplauso del publico. Correcto estuvo el resto del resto del elenco, con el belicoso pero brioso Geronte de Giovanni Furlanetto, el solidó Lescaut del barítono belga Lionel Lohte, y el apasionado Edmundo del tenor Julián Drien. Bueno el aporte del coro dirigido por Martino Faggiani. RJ
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