Foto: Craig T. Mathew
Ramón
Jacques
La
segunda opera más representada de Rossini, que no se veía en Los Ángeles desde
la temporada 2013; y que estaba originalmente programada para el 2020, tuvo
finalmente su función inaugural en este 2021 con el estreno local de un nuevo
montaje escénico del director francés Laurent
Pelly, coproducido por los teatros de Ginebra, Ámsterdam y Valencia. Las
producciones pasadas de este título, habían sobresalido por el nivel de los elencos
conformados, en los que destacó la presencia de Frederica Von Stade y Jennifer
Larmore en el papel de Angelina, ambas en el pico de sus carreras. En esta
ocasión, el teatro logró una vez más reunir un cast de importantes cantantes internacionales que ofreció un
desempeño vocal muy satisfactorio. En primer lugar, se debe mencionar el
trabajo en el podio del experimentado maestro Roberto Abbado, muy conocido en Estados Unidos por su trabajo,
desde hace varios años, como director artístico de la conocida orquesta Saint
Paul Chamber Orchestra, y que, en su debut local, dirigió con pericia y
maestría. Desde la obertura, Abbado mostró la seguridad para guiar a la
orquesta con, homogeneidad y buena dinámica, logrando extraer la comicidad y
alegría que se desprende de la partitura. Además, mostró el oficio que tiene
como concertador operístico, por la confianza y consideración que tiene por las
voces que logró amalgamar con la orquestación. El papel de Angelina le fue
confiado a la mezzosoprano Serena Malfi,
quien, en su debut angelino, agradó por el juvenil y sutil carácter que
imprimió al personaje haciéndolo creíble, gracias también a un desempeño vocal
que fue de menos a más a lo largo de la función, en el que combinó brillantez y
agilidad vocal con un grato color oscuro y fresco, que coronó con una virtuosa
ejecución de Nacqui all'affanno... Non
più mesta. El tenor Levy Sekgapane,
otro debut local, fue una agradable sorpresa encarnando el papel de Don Ramiro,
del cual se debe resaltar la musicalidad y ligereza de su lucido timbre, en un
papel que vocalmente se adapta muy bien a sus cualidades. El experimentado Alessandro Corbelli en el papel de Don
Magnifico, que ya se le había escuchado aquí en el 2013, confirmó que es un
experto en personajes bufos, brillante en la parte vocal y escénica; hay poco
que agregar a lo que se haya dicho y escrito de a lo largo de su carrera, más
allá del privilegio que representa poder aún gozarlo en vivo. El bajo Ildebrando D’Arcangelo, fue un lujo en
el papel de Alidoro, que con profundidad vocal y presencia escénica dio
relevancia al personaje, que se convirtió en una especie de hilo conductor de
las escenas, vestido como director de orquesta y con baqueta en mano, con la
que iba guiando la escena y los movimientos de los otros personajes. El
barítono Radion Pogossov, personificó
un arrogante y altanero Dandini, bien cantado y desenvuelto en escena. Una
mención va para la simpatía de las hermanastras Clorinde, interpretada por la
soprano Erica Petrocelli, y Tisbe,
de la mezzosoprano mexicana Gabriela
Flores, quien forma parte de la compañía y tuvo un auspicioso debut sobre
este escenario. La parte escénica a cargo de Laurent Pelly, tuvo algunos aciertos, y algunos puntos discutibles;
como la escena inicial, y a la vez la final, de un escenario vacío en el que
Angelina aparece limpiando el piso, como si todo fuese un sueño, un recurso ya
visto y utilizado por otros directores de escena en otras producciones. Las escenografías,
de plataformas movibles que entraban y salían de ambos lados del escenario, con
muebles de la casa de Don Magnifico, a diferentes niveles sobre las que se
ubicaban los cantantes, que además de que crearon escenas muy abigarradas y
cargadas, tampoco parecieron tomar en cuenta las dimensiones del escenario del
Dorothy Chandler Pavilion y de su sala, que en detrimento de las voces mientas
más arriba o atrás del escenario se colocaban los cantantes, perdían proyección
y en ciertos pasajes no se escucharon bien. Fueron más atractivos, los telones
rosas de una carroza, o muebles en el castillo de Don Ramiro en la segunda
parte de la función. La diseñadora de este montaje fue Chantal Thomas. Atractivos y lucidos estuvieron los vestuarios
ideados por Pelly y de Jean-Jacques
Delmotte, en brillante color rosa de estilo del siglo XIX paro los nobles,
incluido el coro, y de los años 50 para el resto de los personajes, con una
iluminación bien manejada por Duane
Schuler, Finalmente, en este tipo de obras, es fácil pasar de lo jocoso y
cómico a la sobreactuación, y ciertas coreografías y movimientos de los
personajes lucieron francamente exageradas e innecesarios. Aun así, la opera de
los ángeles concluye sus actividades del 2021 de manera exitosa. La actividad
en el 2022 se retomará en el mes de marzo con una versión escenificada de la Pasión
de San Mateo de Bach.
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