Ramón Jacques
Carmen, la célebre
opéra-comique en cuatro actos del compositor Georges Bizet (1838-1875)
con libreto de Henri Meilhac y Ludovic Halévy, inspirada en la novela homónima
de Prosper Mérimée, y que se estrenara precisamente en el Teatro de la Opéra
Comique de Paris el tres de marzo de 1875, vuelve al escenario de la Ópera de
Dallas, para inaugurar su nueva temporada, después de las exitosas
presentaciones que realizara en octubre del 2018 con la mezzosoprano francesa Stéphanie
d'Oustrac en el papel principal. La
peculiaridad de esta nueva Carmen radica en el estreno estadounidense de la
producción escénica, vista en el teatro de la Opéra Royal du Château de
Versailles en enero del 2025, que fue creada con motivo del 150 aniversario de
la creación de Carmen y de la muerte del Bizet. La producción, creada en
colaboración del Palazzetto Bru Zane – Centre de Musique Romantique Française,
con sede en Venecia, el importante centro de investigación creado para redescubrir,
reestrenar y promocionar a nivel internacional el patrimonio musical francés compuesto
1780-1920, mucha de ella hoy poco conocida, y la Opéra Orchestre Normandie
Rouen (que después de Dallas iniciará un periplo internacional en la Ópera de
Grecia en Atenas en mayo del 2026). El
montaje en cuestión, que busca ofrecer una fiel recreación de los diseños,
dibujos, decorados, iconografía y vestuarios originales, del montaje utilizado
en el estreno de la obra en 1875; fue el resultado de una exhaustiva
investigación en materiales de archivo, los bocetos, cuadros e imágenes
publicadas en los periódicos de la época realizada por el director escénico Romain Gilbert, el escenógrafo Antoine
Fontaine, y el reconocido diseñador francés Christian Lacroix, quien
se encargó de los vistosos y elegantes atuendos de los cantantes. A lo largo de
su historia, Carmen es considerada como la ópera mas famosa del repertorio
francés, quizás porque es un símbolo del amor y la libertad, y ha sido
escenificada de muchas maneras, desde enfoques académicos y tradicionales,
hasta producciones que han alterado completamente el espíritu de la ópera. Cabe mencionar que, en la época, no existía
el concepto del director de escena y esta se realizaba conforme a las
indicaciones e instrucciones del compositor, que, en el caso de Bizet, logró
plasmar su visión y color pesar de nunca haber viajado mas allá de los pirineos.
Posteriormente las óperas representadas en distintos escenarios comenzaron a
utilizar un cuaderno de escena (o livrets de mise en scène) como guía, que
contenía escueta informacion sobre la colocación de decorados, entradas y
movimientos de los protagonistas y el coro etc. Por ello la valía de esta idea, es
revolucionaria por el descubrimiento de la dirección escénica y la recuperación
de los decorados y trajes originales. El
intento de los creadores de este montaje no es ofrecer una visión o enforque
histórico o museo, sino una visión
actual de como habrían sido las primeras funciones de Carmen. La puesta escénica conto además con las coreografías
de Vincent Chaillet y del diseñador de iluminación Hervé Gary. En escena, se vieron coloridas imágenes de la Sevilla del siglo
XVIII al fondo del escenario, con balcones, escaleras, lo que seria el frente
de la fabrica de cigarros, de las montañas o del exterior de la plaza de
toros. Se le dio también esta imagen en
perspectiva, tridimensional que daba la impresión de trasladar al espectador dentro de una pintura o el
cuadro de un dibujo. Se puede resumir como una loable idea escénica que gustó,
atrajo y maravilló al público por su natural,
pero a la vez espectacular diseño. En su
dirección actoral Romain Gilbert, buscó redescubrir a los personajes,
retratando la crueldad, incluso la inmoralidad de la historia que el público a
veces tiende a pasar por alto por la brillantez de la orquestación, y como el
personaje de la ópera, en su momento pudo ser una afrenta a aquella sociedad
que era dominada por hombre y patriarcales, y cuya única solución parece ser la
de eliminarla a manos del obsesionado y
traicionado don José. Aunque Carmen contiene
esta hecha de clichés y preconcepciones que han condicionado la visión del público,
hubo algunas inconsistencias en el trabajo de Gilbert, que uno no se explica
como ver a Carmen aparecer en la primera escena, saliendo de trabajar de la
fabrica de cigarreras ataviada en un traje
de gala, o la de presentar a Escamillo como una especie de exagerado
bufón en escena, cuando un torero se desplaza con movimientos pausados y lucimiento,
entre otros, y que que demuestran cierto desconocimiento, de muchos directores,
que no se adentran u observan ciertos aspectos alusivos a la trama y que no
requieren mas allá de observar o adentrarse un poco mas en la España actual. La
orquesta fue dirigida con mucho ímpetu, brío y entusiasmo que le suele imprimir
a sus lecturas Emmanuel Villaume, director musical del teatro, se notó
la compenetración que tiene el director francés con la partitura, la cadencia y
la pausa, y la manera que trabaja para sacar los mejor a los músicos de su
orquesta y la atención que tiene por los cantantes. A propósito de la orquestación de Carmen, el
director de orquesta Sir Thomas Beecham llegó a afirmar que, dada su
popularidad, la obertura de Carmen era en realidad el “verdadero himno nacional
de los franceses” (cita incluida en las notas ofrecidas por el Palazetto Bru Zane). En el plano vocal, con diálogos hablados
reducidos al mínimo, sobresalió en su debut operístico estadounidense, la
mezzosoprano suiza Marina Viotti brindó una refinada Carmen, con una voz
oscura, profunda y muy colorida y matizada, cantando con pasión y sentimiento,
y evidente adhesión al texto. El
desempeño vocal de Viotti, me hace pensar que el papel no corresponde a la idea
de que únicamente las mezzosopranos de amplias y potentes voces son las
adecuadas para cantar el papel. Escénicamente, se desenvolvió con naturalidad y
refinamiento, mostrando su justo lado sensual, y el temperamento impulsivo y de temeridad del personaje. El papel de Don José, le fue encomendado el
tenor Saimir Pirgu, quien posee un timbre seductor, viril, grato en su
timbre, pero que parece estar alejándose del repertorio belcantista en el cual
despuntó, y que aquí evidenció estar en un papel parece estar aún alejado de
sus posibilidades, que lo llegaron a forzar, y emitir algunas notas
estranguladas. La soprano Teresa Perrota, fue una
afable y afectuosa Micaela, que demostró buenos medios vocales. El barítono Gihoon Kim cantó con una
voz destemplada y desequilibrada, y no le hizo, a mi entender, justicia al
personaje por su desempeño actoral bufonesco, pendenciero y sobreactuado, por
momentos irritante que hizo del torero Escamillo. Correctos y puntuales estuvieron el resto de
los cantantes del reparto como: la soprano Diana Newman como Frasquita; la
mezzosoprano Kristen Choi como Mercedes, el tenor Matthew Goodhart
como Remendado, el barítono Kyle Miller como Dancaïre, el barítono
colombiano Laureano Quant como Zúñiga, y el barítono cubano Eleomar Cuello
en el papel de Morales. No se debe
olvidar el aporte que tuvo el coro del teatro en esta función, dirigido por el
maestro Paolo Bressan. Con otra producción escénicas emblemática en la
actualidad, después de Carmen, el teatro programó la ópera Diálogos de
Carmelitas de Francis Poulenc, con el atrevido montaje del director francés Olivier
Py.




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