Foto: Karen Almond
Carlos Rosas
Salomé, primera ópera que
se escenifica en teatro Tobin Center, se ofreció como uno de los eventos más sobresalientes del
festival dedicado a Strauss, organizado por la Sinfónica de San Antonio. Con su
director artístico, el compositor estadounidense Tobias Picker, y en su temporada inaugural, la Opera San Antonio ya
comenzó a llamar la atención en el medio operístico norteamericano por su
temporada poco convencional y osada con títulos, como el ya mencionado, además de
Fantastic Mr. Fox de Picker, Il Segreto di Susanna de Wolf-Ferrari y La Voix
Humaine de Pouenc. Así es como el nuevo director pretende darle una identidad única
y diferente a la compañía, además del ofrecimiento de invitar artistas reconocidos
para las producciones, situación que se recibe con beneplácito de un teatro que
recién comienza. Salome se presentó con una
nueva escenografía y vestuarios que ubicaban la historia en la Belle Époque y
no en la antigüedad histórica de Galilea. Sin embargo, la terraza y el comedor
del palacio de Herodes de un diseño modernista y vestuarios de diversos estilos,
dieron la sensación de ir en un camino opuesto al que marcaban el libreto y la música,
llegando incluso mostrar una visión caricaturesca de la obra. No se intenta ser
purista aquí, sino puntualizar una idea escénica que no funcionó.
Patricia Racette, considerada la musa de
Tobias Picker ya que ha dado vida a papeles principales de sus operas, encarnó
por primera vez en escena el exigente papel de Salome, que ya había cantado en
concierto en Chicago. De inicio su elección abría una incógnita ya que Racette
ha destacado como soprano lirica, pero aquí utilizó sus recursos para proyectar
y atravesar a la orquesta con capacidad sin perder el brillo y el color dramático
en la voz, necesarios para transmitir el carácter siniestro del personaje. En
escena actuó con mucha gestualidad y a su
‘danza de los siete velos’ le faltó un poco más desenvoltura y seducción. El
director Candance Evans se encargo
de la dirección escénica y de la coreografía. Alan Held fue un autoritario y resonante Jochanaan; Michelle De Young cantó con timbre
oscuro y dio poca malicia a Herodías, y el tenor Allan Glassman mostró su dominio vocal y experiencia como Herodes. Discretos Brian Jadge como Narraboth y Renée Rapier como el paje. Sebastian Lang-Lessing dirigió a la orquesta (Sinfónica de San Antonio) con una aproximación casi sinfónica de la partitura, que fue detallada, libre y
expresiva.
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