Monday, April 30, 2018

Rusalka en el Palacio de Bellas Artes de México D.F.

 
Un alucinante viaje a las profundidades de la fantasía, enmarcado por la música de la tradición eslava y espectaculares trabajos de escenografía e iluminación, es lo que vivió el público en la primera función de la ópera Rusalka, de Antonín Dvořák (1841-1904), que se presentó la noche del jueves en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, a cargo de la Compañía Nacional de Ópera de Bellas Artes.  El bel canto, la música, la danza, el teatro y el arte multimedia se combinaron de manera intrépida, para beneplácito del público, en esta reposición de la Ópera de Bellas Artes que cuenta una historia conocida por muchos, pues contiene elementos de La sirenita, cuento de Hans Christian Andersen, pero aquí en el personaje de la joven Rusalka, figura de la mitología eslava, interpretado vocalmente por la soprano argentina Daniela Tabernig. Bajo la dirección concertadora del maestro Srba Dinic y escénica de Enrique Singer, la ópera Rusalka, escrita en tres actos por Antonín Dvořák, con libreto en checo de Jaroslav Kvapil, basado a la vez en los cuentos de hadas de Karel Jaromír Erben y Božena Němcová, logró impresionar al público que se dio cita y que ofreció prolongados aplausos a la Orquesta y Coro del Teatro de Bellas Artes por su puntual interpretación de la partitura.  Igualmente, el elenco, de carácter internacional, fue premiado por el público con sus ovaciones: Daniela Tabernig como Rusalka, el tenor ruso Khachatur Badalian como el príncipe; el bajo islandés Kristinn Sigmundsson como el espíritu de las aguas; y la mezzosoprano mexicana Belem Rodríguez como la bruja. Fiel a lo prometido desde su primera temporada en 2011, el director de escena Enrique Singer entregó un verdadero cuento de hadas, un viaje al mundo fantástico del mar y la tierra, en donde Rusalka desafía las leyes sobrenaturales para convertirse en ser humano y lograr el amor en el mundo material, rebasando las fronteras de dos mundos antagónicos y enfrentando sus fatales consecuencias, con un cuidadoso manejo de los mitos y las tradiciones eslavas. “Escénicamente es un cuento de hadas que sucede en la tierra, en un palacio y bajo el agua”, y junto con el equipo creativo formado por Jorge Ballina en la escenografía, Víctor Zapatero en la iluminación y Eloise Kazan en el vestuario, “quisimos recrear un mundo fantástico con una estructura escenográfica compleja, con muchos cambios y colores”, dijo previamente el maestro Singer. Y, es que, en efecto, junto a la destreza vocal mostrada por los cantantes en escena, los elementos escenográficos cobraron tal relevancia que la imagen de la luna se convirtió en un personaje más, cuando Rusalka le pide que busque al príncipe y le diga que ella lo ama, lo cual dio pie a uno de los momentos más emotivos de la obra al interpretar Daniela Tabernig una de las más famosa arias de la ópera universal: Měčku na nebi hlubokém (La canción de la luna): ¡Luna, detente un momento y dime dónde se encuentra mi amor! Destacaron también las actuaciones de los cantantes: Celia Gómez en el papel de una princesa extranjera; Antonio Duque como guardabosques; Carla Madrid personificando al cocinero y como cazador, Édgar Gil, y en especial las tres ninfas: Lucía Salas, Edurne Goyarsu y Nieves Navarro. La ópera Rusalka, es una reposición de la producción que se estrenó el 10 de marzo de 2011 por la Ópera de Bellas Artes.
 

 

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