Foto: Gustavo Gabriel Otero
Gustavo Gabriel
Otero
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Buenos Aires, 12
de agosto de 2018: Teatro Colón. Concierto Lírico. Obras de Giuseppe Verdi, Giacomo Puccini, Umberto
Giordano, Pietro Mascagni, Ruggero Leoncavallo y Georges Bizet. Solistas: Anna
Netrebko, soprano y Yusif Eyvazov, tenor. Orquesta Estable
del Teatro Colón. Director: Jader Bignamini. Tercera función del Abono Grandes
Intérpretes Internacionales.
El domingo 12 de agosto media hora antes que
comenzara el concierto que marcaría el debut de Anna Netrebko en el Colón de
Buenos Aires los alrededores del teatro bullían de gente haciendo fila para
ingresar. Las puertas se abrieron un poco después de lo habitual y el gentío
ingresó con la expectativa de las grandes veladas en el teatro de la calle
Libertad. Contrariando la tradicional puntualidad
colonera recién a las 17.12 ingresaron al escenario la soprano Anna Netrebko, su actual esposo el
tenor Yusif Eyvazov y el director de orquesta invitado: Jader Bignamini.
Los aplausos fueron atronadores. El programa fue de
cuidada simetría: dúos en los inicios y finales y dos arias cada uno en cada
parte, que permitieron apreciar a los artistas en distintas facetas. La Orquesta
Estable fue adecuado soporte de los solistas y no pudo evitar el trazo grueso
en los cinco momentos puramente orquestales. Jader Bignamini condujo con mano segura a la orquesta y fue el
puntal requerido por la estrella y su marido para sus intervenciones.
No es fácil decir algo novedoso sobre Anna Netrebko pero escucharla en un
Teatro de acústica perfecta como es el Colón permite apreciar su volumen notable, su total seguridad musical, sus agudos brillantes, su
registro homogéneo, sus exquisitos pianísimos y su fraseo admirable. A su lado no
defrauda Yusif Eyvazov un tenor de
adecuada técnica, muy buen volumen, registro amplio y agudo seguro y poderoso.
Se le puede achacar seguramente falta de matices y un color poco atractivo,
pero cumple con su cometido con algo más que dignidad. Tras la impresionante
ovación al fin del concierto tres fueron las obras fuera de programa, propinas
o bises. Netrebko ingresó en primer
lugar, descalza, para ofrecer un clásico de sus conciertos, baile incluido, “Heia, heia in den Bergen”, primera
escena del personaje Silva Varescu de la opereta ‘Die Csárdásfürstin’ (La
princesa gitana o La princesa de las csárdás) de Emmerich Kálmán. Luego Eyvasov acometió "Nessun dorma", de Turandot, de Puccini, cantado a toda
potencia y con espectaculares agudos. Desde el final
del concierto un grupo de jóvenes estudiantes de canto ovacionaban a la diva
desde el pasillo de la platea y hasta en algunos momentos la aplaudían hasta de
rodillas. Allí ocurrió el milagro: cuando ambos solistas -Netrebko y Eyvazov- cantaban a dúo "O sole mio" el tenor
incitó a los jóvenes a hacer de coro y, al darse cuenta de que eran voces
formadas, con un gesto los invitó a subir al escenario y los ayudó a hacerlo.
Los siete estudiantes devenidos en improvisado coro terminaron cantando y
abrazando a sus ídolos como lo hubiese querido la totalidad del público que
colmó la sala. Tarde verdaderamente inolvidable y única en el Colón de Buenos
Aires.
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