Fotos. Máximo Parpagnoli. Prensa Teatro Colón
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Buenos Aires, 16 de agosto
de 2019: Teatro Colón. Concierto Lírico. Obras de Georges Bizet, Charles
Gounod, Giacomo Puccini, Piotr Ilich Chaikovski, Nikolái Rimski-Kórzakov, Leo
Delibes, Giuseppe Verdi, Pietro Mascagni y Ruggero Leoncavallo. Solista: Aida
Garifullina, soprano. Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Director Musical: Carlos
Vieu. Cuarta Función del Ciclo Grandes Intérpretes Internacionales.
Por primera vez en la
Argentina se presentó una de las divas emergentes de nuestro tiempo: la soprano
Aida Garifullina. La acompañó la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires,
dirigida por el maestro Carlos Vieu
quien fue en todo momento extraordinario concertador y que logró que la orquesta
brillara en los momentos solistas y sea sólido acompañante en los fragmentos
vocales. El primer momento vocal
llegó con Je veux vivre el vals de
Julieta de la ópera ‘Roméo et Juliette’ de Charles Gounod, interpretado con
virtuosismo, voz plena y agudos sin mácula. Como en toda la noche
el maestro Carlos Vieu -sin dudas el mejor director de orquesta especializado
en ópera con que cuenta la Argentina en este momento en su territorio- respiró
junto a la soprano, manejó tiempos y balances y buscó en cada fragmento el
matiz adecuado. Lo que se llama un verdadero ‘maestro concertador’ de ópera. Siguió un muy buen
acercamiento a la Mimí pucciniana con el aria de entrada (Sì, mi chiamano Mimì), fragmento que la soprano cantaba por primera vez en público y que
interpretará completo próximamente. Profundidad
y sutileza interpretativa demostó Garifullina
en la escena de la muerte de la ópera ‘La
doncella de nieve’ de Nikolái Rimski-Kórsakov, y gracia y desenvoltura en Les filles de Cadix de Léo Delibes. En
esta primera parte la soprano rusa evidenció belleza vocal, muy buen caudal, variedad
de matices y técnica depurada. En la primera parte la
Orquesta interpretó, con la batuta del maestro Vieu, una impecable Farandole
de la Suite N° 2 de ‘L’arlésienne’ de
Georges Bizet; un perfecto Intermezzo de ‘Manon Lescaut’ de Puccini; una chispeante Polonesa de ‘Eugene Onegin’ y una equilibrada Mazurka de ‘Coppelia’ de Delibes.
En la segunda la sutileza
primó en el Preludio del acto tercero de ‘La traviata’, la fuerza en la Obertura de ‘Luisa Miller’ y la emoción en el Intermezzo de ‘Cavalleria rusticana’. Teneste la promessa... , Addio del passato de la ópera ‘La traviata’ quizás
fue el momento de mayor expresividad de la noche por la perfección de matices
que logró Aida Garifullina. Siguió el
vals de Musetta de ‘La bohème’ que fue
interpretado con burbujeante sensualidad por esta soprano ligera con gran
temperamento lírico. Cerraron el concierto dos
canciones: la melancólica Élégie de Massenet vertida con elegancia y
refinamiento y la mediterránea Mattinata de Leoncavallo plena de carisma y simpatía. Fuera de programa
llegaron O mio babbino caro de ‘Gianni Schicchi’
de Puccini con agudos perfectos y fraseo conmovedor y un pequeño homenaje a la
Argentina: el tango-canción ‘Por una cabeza’ de Gardel y Lepera en
muy interesante versión que se alejó de la impostación de cantante lírico, pero
a la vez sin intentar imitar a los cantantes populares. El aplauso del público
determinó la interpretación de otra pieza fuera de programa. Pidiendo disculpas
por volver a interpretar un fragmento ya cantado, Garifullina repitió el aria Sì, mi chiamano Mimì de Puccini, en una más
versión sentida y conmovedora que la que había efectuado en la primera parte
del concierto.
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