Tuesday, May 10, 2022

Roméo et Juliette en Houston

Foto: Lynn Lane / HGO

Ramón Jacques

Wortham Center, Houston. TX. Mayo 1 del 2022.   De la gran cantidad de óperas que se inspiraron en el tema de Romeo y Julieta, compuestas a lo largo de cuatrocientos años, la de Gounod es sin duda las más popular del repertorio operístico, seguida por I Capuletti e I Montecchi, la versión compuesta por Bellini, cuyo argumento es distinto a las versiones de Shakespeare y de Gounod por haberse basado en otras fuentes. Sin embargo, ninguna de las dos óperas anteriormente mencionadas, han tenido una estrecha relación con el teatro de la Houston Grand Opera a lo largo de su historia.  De hecho, esta grand-opera francesa se escuchó por última vez aquí en la temporada 2005, y antes de eso hay que remontarse a los años 1995, 1972 y 1965 para recordar las ocasiones en las que la obra fue escenificada por la compañía. Un dato a mencionar, seguramente no más que una inesperada casualidad es que el inicio de esta actual producción coincidió con la fecha del estreno absoluto de la ópera que ocurrió el 27 de abril de 1867 en el Théâtre-Lyrique de Paris. Se esperaría que el ingreso de una ópera ausente tantos años se realizaría con una fastuosa producción, sin embargo, esta se realizó con un sobrio y austero montaje coproducido con los teatros de Dallas y de Atlanta. Si bien, la idea de situar la escena dentro del icónico teatro de Shakespeare el ‘Globe Theatre’ de Londres, ideada por el célebre diseñador John Conklin, pareció funcionar de inicio, no lo fue tanto a lo largo de la función. Ya que la rígida estructura, semi-circular, sobre el escenario y las columnas de madera que soportaban la estructura limitaron el espacio, condicionando los movimientos y el desempeño actoral de los cantantes y coristas. Las proyecciones y cambios de colores en el fondo del escenario fueron un elemento atractivo, en algunos momentos, pero la verdad es que no aportaron más ni a la trama ni a la función. La idea de incorporar escenas de una representación de “Sueño de una noche de Verano”, una especie de teatro en el teatro, contribuyó a crear distracciones y confusión en escena, y a que los cantantes pasaran a un segundo término cantando a los lados del escenario. La elección de vestuarios de diversas épocas, y el uso de pistolas, aunada a la exagerada y grafica violencia mostrada por los personajes que luchaban con grupos rivales, fueron francamente risibles e innecesarios, en línea con una idea del director Tomer Zvulun, que parecía tomar un rumbo distinto y desapegado a lo que indica el libreto. El elenco ofreció mayores satisfacciones; comenzando con la juvenil y sensible Julieta de la soprano guatemalteca Adriana González, quien fue un grato descubrimiento, por la brillante nitidez e intención que imprimió a su canto, desbordando elegancia y distinción en cada una de sus arias como en: “Ah! Je veux vivre" En el papel de Romeo, el tenor Michael Spyres, quien a inicios del 2020 reemplazará de ultimo minuto a Lawrence Brownlee en una función, como Fernand en La Favorite, tuvo oficialmente su debut local como Romeo. Algunas malas decisiones escénicas ya descritas menguaron un poco su desempeño actoral, que compensó favorablemente desde el punto de vista vocal.  Su voz es rotunda, colorida, refinada, con grato color en el timbre, que se adapta muy bien a las exigencias del canto francés. Aunque vocalmente el resultado general haya dejado al público satisfecho, resultó extraño, que, al no haber un anuncio por indisposición o salud al inicio de la función, un cantante de su calibre tenga que escatimar la emisión de las notas agudas en varios pasajes. Del extenso elenco, que cumplió con su cometido, cabe destacar la seguridad y profundidad en la voz del barítono Donnie Ray Albert como Capuleto, la luminosidad vocal de Thomas Glass en el papel de Mercutio, la solidez del bajo barítono Nicholas Newton como Fray Lorenzo. Un buen trabajo ofreció el coro del teatro, dirigido por Richard Bado, muy participativo en escena, mostrando uniformidad en sus intervenciones. Asimismo, la orquesta ofreció una sonora y refinada ejecución de la partitura, sin sobresaltos, bajo la entusiasta y exaltada batuta de su titular desde 1998, el maestro Patrick Summers. 




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