Ramón
Jacques
Wortham Center, Houston. TX. Mayo 1 del 2022. De la gran cantidad de óperas
que se inspiraron en el tema de Romeo y Julieta, compuestas a lo largo de
cuatrocientos años, la de Gounod es sin duda las más popular del repertorio
operístico, seguida por I Capuletti e I
Montecchi, la versión compuesta por Bellini, cuyo argumento es distinto a
las versiones de Shakespeare y de Gounod por haberse basado en otras fuentes. Sin
embargo, ninguna de las dos óperas anteriormente mencionadas, han tenido una
estrecha relación con el teatro de la Houston Grand Opera a lo largo de su
historia. De hecho, esta grand-opera francesa se escuchó por
última vez aquí en la temporada 2005, y antes de eso hay que remontarse a los
años 1995, 1972 y 1965 para recordar las ocasiones en las que la obra fue
escenificada por la compañía. Un dato a mencionar, seguramente no más que una inesperada
casualidad es que el inicio de esta actual producción coincidió con la fecha
del estreno absoluto de la ópera que ocurrió el 27 de abril de 1867 en el
Théâtre-Lyrique de Paris. Se esperaría que el ingreso de una ópera ausente
tantos años se realizaría con una fastuosa producción, sin embargo, esta se
realizó con un sobrio y austero montaje coproducido con los teatros de Dallas y
de Atlanta. Si bien, la idea de situar la escena dentro del icónico teatro de
Shakespeare el ‘Globe Theatre’ de Londres, ideada por el célebre diseñador John Conklin, pareció funcionar de
inicio, no lo fue tanto a lo largo de la función. Ya que la rígida estructura,
semi-circular, sobre el escenario y las columnas de madera que soportaban la
estructura limitaron el espacio, condicionando los movimientos y el desempeño
actoral de los cantantes y coristas. Las proyecciones y cambios de colores en
el fondo del escenario fueron un elemento atractivo, en algunos momentos, pero
la verdad es que no aportaron más ni a la trama ni a la función. La idea de
incorporar escenas de una representación de “Sueño de una noche de Verano”, una
especie de teatro en el teatro, contribuyó a crear distracciones y confusión en
escena, y a que los cantantes pasaran a un segundo término cantando a los lados
del escenario. La elección de vestuarios de diversas épocas, y el uso de
pistolas, aunada a la exagerada y grafica violencia mostrada por los personajes
que luchaban con grupos rivales, fueron francamente risibles e innecesarios, en
línea con una idea del director Tomer
Zvulun, que parecía tomar un rumbo distinto y desapegado a lo que indica el
libreto. El elenco ofreció mayores satisfacciones; comenzando con la juvenil y
sensible Julieta de la soprano guatemalteca Adriana González, quien fue un grato descubrimiento, por la
brillante nitidez e intención que imprimió a su canto, desbordando elegancia y
distinción en cada una de sus arias como en: “Ah! Je veux vivre" En el papel de Romeo, el tenor Michael Spyres, quien a inicios del
2020 reemplazará de ultimo minuto a Lawrence Brownlee en una función, como
Fernand en La Favorite, tuvo oficialmente su debut local como Romeo. Algunas
malas decisiones escénicas ya descritas menguaron un poco su desempeño actoral,
que compensó favorablemente desde el punto de vista vocal. Su voz es rotunda, colorida, refinada, con
grato color en el timbre, que se adapta muy bien a las exigencias del canto francés.
Aunque vocalmente el resultado general haya dejado al público satisfecho, resultó
extraño, que, al no haber un anuncio por indisposición o salud al inicio de la
función, un cantante de su calibre tenga que escatimar la emisión de las notas
agudas en varios pasajes. Del extenso elenco, que cumplió con su cometido, cabe
destacar la seguridad y profundidad en la voz del barítono Donnie Ray Albert como Capuleto, la luminosidad vocal de Thomas Glass en el papel de Mercutio,
la solidez del bajo barítono Nicholas
Newton como Fray Lorenzo. Un buen trabajo ofreció el coro del teatro,
dirigido por Richard Bado, muy
participativo en escena, mostrando uniformidad en sus intervenciones. Asimismo,
la orquesta ofreció una sonora y refinada ejecución de la partitura, sin
sobresaltos, bajo la entusiasta y exaltada batuta de su titular desde 1998, el
maestro Patrick Summers.
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