Carlos Rosas T.
!Robert Wilson debe ser el texano más universal! Si, el célebre
director de teatro experimental nació en la ciudad de Waco Texas -a trescientos
kilómetros de Houston- pero la distancia que hay entre él y los teatros
estadounidenses, en particular los teatros texanos, es mucho más lejana, ya que
su trabajo se ve con mayor frecuencia en Europa que en Estados Unidos. Hace
alguno tiempo, la ópera de Los Ángeles presentó durante tres temporadas su
Madama Butterfly, que, en su primera escenificación en el 2004, sorprendió y
cautivó; y en el 2005 volvió para Parsifal, después de eso, que yo sepa, ha
estado ausente de los teatros de este pais; pero es indudable que su fama personal
y la de sus vanguardistas ideas teatrales, son muy conocidos a nivel
internacional, en el mundo cultural, especialmente el del teatro y la ópera,
sin olvidar que Wilson es también pintor, escultor, video artista, diseñador de
muebles etc y ha exhibido en museos de arte contemporáneo. Aunque no resida o
viaje con regularidad a Texas, o a su natal Waco, en esta ocasión estuvo
presente en la Houston Grand Opera, durante los ensayos del estreno
estadounidense de su montaje de Turandot de Giacomo Puccini, donde recibió reconocimientos
del teatro. En este escenario se llevó a cabo, en 1992, el estreno
estadounidense de su Parsifal, y en su última aparición local, en 1996, se
encargó del diseño y de la dirección escénica de la ópera Four Saints in three acts de Virgil Thomas. Wilson, ha mencionado que tiene a Texas siempre
presente cuando imagina la amplitud y el espacio que requiere su trabajo,
quizás se trate solo de un guiño a sus coterráneos, que como se sabe están muy
orgullosos de su estado, de su gente, su cultura, su gastronomía o de sus
equipos deportivos; y a Wilson, obviamente, se le reconoció como un texano
internacional. Esta Turandot, se basa en
el sobrio concepto de Wilson, el escenario amplio, la iluminación y el uso de
luz neón que juegan un papel siempre importante, los movimientos lentos de los
personajes. El carácter oriental de la obra se lo dan los vestuarios de los
personajes. Presenciar una puesta de Robert Wilson, es una experiencia que
indudablemente se debe vivir, pero más allá de ahondar en lo que se vio en el
escenario, surgen algunas consideraciones, que pueden ser debatibles: ¿Se habla
de la Turandot de Wilson o la de Puccini? ¿Es válido que un director de escena
tenga más protagonismo que el compositor o que los artistas que hacen el espectáculo?
¿Es válido es que una puesta en escena interprete la trama de una manera que
parezca distinta a la del libreto? ¿Puede llegar a ser la parte teatral de una
ópera más importante que la parte musical? Lo cierto, es que la ópera es una expresión en
movimiento y que en ocasiones requiere de gente como Wilson, para sacudir sus
entrañas y mantener vivo el espectáculo. El elenco vocal fue encabezado por la
soprano Tamara Wilson, quien mostró
una voz pujante, briosa y estridente, acorde a lo que requiere el papel. Como Liú,
la soprano Nicole Heaston (al igual
que Tamara, otra estrella egresada del estudio del teatro) capturó con su
canto, erigiéndose como la cantante sobresaliente del espectáculo. El tenor Kristian Benedikt (Calaf) y el bajo Peixin Chen (Timur) cumplieron satisfactoriamente,
así como todos los cantantes del elenco.
El coro y la orquesta dirigida por Eun
Sun Kim, directora huésped principal de estos músicos y titular de la
orquesta de la ópera de San Francisco, dirigió con gallardía, logrando
conjunción entre todas las partes musicales para ofrecer un buen resultado.
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