Ramón
Jacques
Inicia una nueva temporada de
la Lyric Opera de Chicago, la numero 68 en su historia, y el título elegido fue
Ernani, quinta ópera de Giuseppe
Verdi, basada en un drama de Víctor Hugo, estrenada en Venecia en 1844. Es
curioso pensar que, aunque en su tiempo Ernani
fue una de las óperas que le dio notoriedad y reconocimiento internacional al
compositor, en el transcurso del tiempo no ha logrado afianzarse en el repertorio
tradicional, y en vez es un título poro representado, incluso olvidada por
muchos teatros. En especial de Estados
Unidos, no ha sido un título recurrente, y salvo excepciones como la del
Metropolitan de Nueva York, que la ofreció hace algunos años; incluida la
frustrada representación en el verano del 2020 en el escenario de San Francisco
que debió cancelarse; este año, además de Chicago, sola la ópera de Saratosa en
Florida la tiene anunciada (aunque cabria mencionar que este teatro es
particular ya que siempre se especializado en títulos desconocidos y
olvidados). La Lyric Opera de Chicago, repuso la producción, que fuera vista en
este mismo escenario en el 2009, como parte del ciclo de óperas tempranas de
Verdi (Early Verdi Series), que
comenzó en el 2019 con Luisa Miller, y cuyo objetivo es el de ofrecer los primeros
titulos del célebre compositor. La producción escénica, es tradicional y se apega
al libreto de la historia situada en España en el siglo 16. Muchas de las
escenografías incorporan elementos moriscos, y el resto de la función se realiza
en el interior de elegantes y decorados palacios y castillos, enormes vitrales
al fondo, puertas de madera ornamentadas. Hubo escenas que causaron buena
impresión, como la de catedral de Carlomagno en Aquisgrán, donde el personaje
de Carlo apareció en alto sobre una tumba, como señal de jerarquía, con
túnicas, símbolos de poder y elegantes vestuarios. Todos los diseños vistos en escena fueron
ideados por Scott Marr, con una
buena iluminación de Duane Schuler. A
la de por si poco atractiva trama para el público contemporáneo, la dirección
escénica de Louisa Miller, incurrió
en ideas algo absurdas que poco aportaron, a un rígido montaje, como la aparecen
en diversas escenas del fantasma del padre de Ernani, una especie de guía que le
indicaba como actuar en escena en su busca de venganza; o la poca química que
existió entre Ernani y Elvira, dos personajes alejados en escena, o el
dramatismo que aquí parecía ser sinónimo de exagerada sobreactuación. A este punto, me permito una reflexión
personal, ¿Para operas como Ernani, cuyo
valor musical súpera ampliamente, al de su trama, no convendría presentarlas en
versión concierto y resaltar sus exuberantes arias, dúos, tríos y partes
corales y orquestales, evitando gastar recursos para un resultado que
escénicamente parece no cumplir su función? En el aspecto musical, las cosas
funcionaron mucho mejor, como la sobresaliente lectura que aportó Enrique Mazzola, nuevo director musical
del teatro, quien mostró conocimiento del repertorio, que con su precisa batuta
extrajo brillantes matices y colores de la orquesta. Con atención al detalle, y
consideración por las voces, regaló momentos de brillantez y lucidez
musical. La pareja de protagonistas,
ambos estadounidenses, mostró un destacado nivel vocal, como el tenor Russell Thomas, quien está llevando a
cabo una buena carrera como tenor spinto,
y mostró que posee el peso vocal y el color requerido para las melodías
verdianas, y lo hace con calidez y flexibilidad. Por su parte, Tamara Wilson, prestó al personaje de
Elvira, un cautivador timbre vocal, mostrando una gama de recursos en la
coloratura, y las exigencias dramáticas del papel. El barítono Quinn Kelsey mostró virtudes y el potencial vocal que posee,
aunque pareció que la enérgica actuación escénica que le dio al personaje de
Carlo, debía igualarla con desmedida fuerza vocal. Por su parte, Christian Van Horn, mostró buena presencia escénica, pero incurrió
en innecesaria actuación, y su en profunda voz profunda, hay ligero vibrato, algo nasal que no favorece su
desempeño. Muy bien estuvieron el resto de los cantantes en los papeles menores
con una mención especial para el tenor mexicano Alejandro Luevanos, quien en el papel de Riccardo, mostró una voz con
cuerpo y grata tonalidad, y al que será interesante seguir en su desarrollo
futuro No se puede dejar a un lado a la importante aportación que tuvo el coro
de la Lyric Opera en su participación en esta función. Fue un elemento
importante más, para el éxito musical ya que se trata de un coro experimentado,
muy sólido, y digno del nivel y el calibre que tiene este teatro.
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