Ramón
Jacques
Ainadamar,
ópera prima en tres actos compuesta en tres imágenes por el compositor argentino
Osvaldo Golijov (1960) es el siguiente título ofrecido como parte de la
actual temporada de la Ópera de Los
Ángeles, que está llegando a su cierre (se
prevé en junio una producción escénica de Rigoletto y los recitales del tenor Joshua
Guerrero y la célebre soprano Renée Fleming). El libreto original de la obra fue hecho en
lengua inglesa por el dramaturgo estadounidense David Henry Hwang y fue
el propio compositor quien decidió traducirlo al castellano, y además de ser la
versión que se escuchó en esta función, es la que actualmente se utiliza cada
vez que la obra es repuesta. A este
respecto, y dada la gran cantidad de público hispanoparlante que habita esta
ciudad y en esta región y que asiste a este teatro con regularidad la
representación de títulos en lengua española continúa siendo un pendiente pocas
veces atendido, salvo honrosas y contados excepciones como el El último sueño
de Frida y Diego de Gabriela Lena Frank (1972), vista aquí en el 2023, o Il
Postino (estrenada en el 2010) y Florencia en el Amazonas, en un par de
ocasiones, ambas del compositor mexicano Daniel Catán (1949-2011), y algunas conocidas
zarzuelas como: El Gato Montes y Luisa Fernanda. Ainadamar parece encajar en
esa idea que tienen los teatros por ofrecer obras que apelen al público de la
actualidad con temas cercanos, como también a la realidad demográfica de esta
ciudad, y aun más importante para mantener el interés y crear nuevos públicos
que mantengan vivo el arte lirico, que tantas penurias está atravesando, y que ya
no solo debe estar enfocado o limitado a la repetición de los llamados caballos
de batalla del repertorio operístico. Como antecedente, cabría mencionar que Ainadamar
tuvo su estreno absoluto en el año 2003 en el festival de Tanglewood
Massachusetts en Estados Unidos, y posteriormente ha realizado un largo periplo
que la ha llevado a ser escuchada en diversos escenarios alrededor del mundo
-incluidos algunos de España- destacando su escenificación en la Ópera de
Santa Fe, dos años después de su estreno, que fue importante por allí se utilizó
la revisión al libreto y su traducción
al español fue escuchada por primera vez, eso ocurrió en el verano del 2005. El nombre Ainadamar significa en lengua árabe
“Fuente de lágrimas” y se ubica en Granada, España donde fue fusilado el
escritor Federico García Lorca -personaje protagonista de la ópera- La historia de la obra se ubica en el Teatro
Solís de Montevideo en 1969, y cuenta las historia de manera cronológicamente
inversa, en varias escenas entrelazadas, de la relación entre el escritor y su
musa, la actriz catalana Margarita Xirgu, así como la oposición a la Falange
española y su posterior ejecución por parte de las fuerzas fascistas al
comienzo de la Guerra Civil española debido a su visión socialista y a su
homosexualidad, que es denunciada constantemente en la obra, a través del agudo
cante jondo del tenor Alfredo Tejada en el papel del falangista Ramón Ruiz
Alonso. Se trata de una especie de recuerdos o flashback en la vida del García
Lorca en una obra cargada de tensión y continuidad dramática a lo largo de la
función, que se realizó sin cortes o intermedios. En este sentido funcionó el aspecto escénico- teatral visto en escena dirigido
escénicamente por Deborah Colker, con escenografías y vestuarios de Jon
Bausor, y la intensa, pero sustancial iluminación de Paul Keogan,
cuyos brillantes e intensas tonalidades en rojo y negro, transmitieron la sensación
de sangre, miedo y zozobra, como una
especie de advertencia del trágico final que esta por llegar. Un trabajo escénicamente muy interesante y atrayente,
bien pensado, y bien amalgamado con la historia y la música. La sencillez y austeridad del montaje entrelazaron
el cambio de escenas dando fluidez y continuidad historia, con pocos elementos,
y ninguna distracción en el enfoque del desempeño de los cantantes y artistas. Toda
la historia se desarrolla en el centro del escenario con una cortina circular
hecha de cuerdas que colgaban de los más alto del escenario en cuyo centro
había un pedestal, y donde entraban y salían los artistas, y que a la vez se
complementaban con las tenues pero efectivas proyecciones escénicas sobre el
fondo del escenario de imágenes alusivas al toreo y las plazas, así como citas
de escritos de García Lorca. En escena
también aparecieron constantemente bailarines de ballet que regalaron plásticas
y discretas coreografías, sin faltar los pasos del baile flamenco, todos ellos vestidos
de rojo. En este mundo actual donde la
norma son las coproducciones escénicas entre diversos teatros, me he preguntado
si los participantes en las coproducciones quedan del todo satisfechos con el
resultado o la confección de la parte visual de del espectaculo o en ocasiones
tienen que presentar escenografías que no son de su total agrado, pero que al
ser activos del teatro deben que echar mano de ellas; pero esta curiosidad se
disipó con esta nueva idea escénico, ya
vista en el Metropolitan Opera, y al que se unieron la Scottish Opera, la Welsh
National Opera y la Ópera de Detroit, y esto quedó claro en las reacciones y del
gusto del público angelino, que entendió los textos cantados y recitados, y probablemente este más versado y más
familiarizado con el tema que atañe a los hechos de la obra. Esto se notó en su
sorpresa, sus gestos y expresiones verbales, así como su aprobación al
finalizar la función. La orquestación de Ainadamar resulta ser una agradable fusión sonora entre
diferentes estilos musicales presentes en España como son: el flamenco, la
música gitana y la sefardí, por lo que a la orquesta se le agregaron dos
guitarras y abundantes percusiones típicas de la música flamenca, con un estilo
orquestal. En ella se notan ciertas influencias que bien podrían sugerir la
música de Piazzola, con pasajes clásicos y música judía, incluso de la música
folclórica argentina. El personaje de Federico García Lorca, papel en
travesti, interpretado siempre por una mezzosoprano, fue encomendado a Daniela
Mack, quien cantó su papel con pasión y sus arias con efusión y adecuados
medios vocales, en color, ímpetu y ardor. En el exigente papel de Margarita
Xirgu, estuvo la experimentada soprano Ana María Martínez, muy conocida
en este teatro por la extensa variedad de papeles aquí cantados, quien ofreció convincente
actuación, buenos medios vocales, y mucho bagaje en escena. Notable fue por ejemplo
su dueto con Mack “A la Habana”, de distinguidos ritmos con sabor caribeño.
Cumplieron satisfactoriamente con sus personajes la soprano Vanessa Becerra, en
el papel de Nuria la alumna de Margarita Xirgu, y el cantaor de flamenco ya
mencionado del falangista Ramón Ruiz Alonso. Correctas estuvieron los coros
femeninos que cantaban la balada de la obra de García Lorca, María Pineda, así
como el resto de los actores y bailarines en escena. La orquesta fue dirigida
por la maestra colombiana Lina González Santos, quien ocupa una posición
dentro el organigrama musical del teatro como directora musical residente, y
que desde su nombramiento en el 2022 ha adquirido solvencia, pericia y control para extraer de los músicos de la reforzada y
reducida orquesta, la musicalidad, la armonía, entender los cambios de estilos y ritmos y resaltar los momentos la tensión
contenida en la partitura, con buena mano y con simbiosis con las voces. Al final parecería que la escasa hora y
minutos de duración es poco para una función operística que, aunque ofrecer satisfacciones
termina con dejo de insatisfacción de que se podría esperar más en una función.
Como apunte personal, tuve la fortuna de escuchar Ainadamar hace algunos años
en el Teatro Argentino de la Plata, lugar de nacimiento del Golijov, donde el
papel principal fue cantado por el contratenor argentino Franco Fagioli,
quien a la postre se convertiría en un
destacado interprete del canto barroco. En
aquella ocasión se agregó un espectáculo coreográfico previo a la ópera con la
suite del ballet Estancia de Ginastera, que complementó muy bien la función. Con
esto no pretendo sugerir que los Ángeles o en futuras reposiciones se debería agregar más
a la obra, pero la combinación hecha en la Plata Argentina funcionó y fue una
adición lo suficientemente atractiva. En
el 2004 la vecina LA Phil, ya había estrenado la ópera en esta ciudad.



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