Foto: Felix Sanchez. Houston Grand Opera
Carlos Rosas Torres
Don Giovanni es una de esas operas
que siempre tienen cabida en las temporadas de los teatros importantes, porque
nunca dejan de entusiasmar y cautivar al publico como sucedió en esta velada de
la Ópera de Houston que utilizó la sobria y elegante producción de escena
diseñada por Göran Järvefelt, una
producción ya vista en este escenario y similar a la que el mismo concibió para
el teatro sueco de Drottningholm y que consta de una escena prácticamente vacía, con una imagen
al fondo y vestuarios antiguos, simulando una litografía de la época. Una producción que funciona y que permite que
la acción se centre en el canto y la actuación con los sencillos y puntales
movimientos de Harry Silverstein, que no privaron ni un momento de la intensidad
contenida en la trama. Trevor
Pinnock se
hizo cargo de una conducción musical que fue dinámica y armoniosa pero lenta en
los tiempos, sobretodo en pasajes donde se hubiera requerido más intensidad. El
barítono austriaco Adrian
Eröd en el papel principal mostró una técnica vocal
impecable, pero le falto ser más atrevido y seductor en escena. Por su parte, Kyle Ketelsen demostró dominio del personaje de Leporello, el es
por derecho su mejor interprete en la actualidad, con su voz potente,
penetrante y bien modulada, se mostró además como un sirviente, burlón, mordaz
y divertido. Joel Prieto fue un
correcto Don Ottavio, con voz clara y bien timbrada. Las voces femeninas tuvieron una interesante
mezcla desde la sólida y vivaz Donna Anna de la soprano Rachel Willis-Sørensen hasta la rutilante y lucida Donna Elvira de Veronika
Dzhioeva. No
mas que correctos estuvieron en sus papeles Malin Christensson como Zerlina, Morris
Robinson
como el Comendador y Michael Sumuel como Masetto.
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