Fotos: Prensa Teatro Argentino de La Plata/Paula Pérez de Eulate
Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica
Buenos Aires, 20/11/2018. Teatro Coliseo. Leonard
Bernstein: Candide, opereta en dos
actos. Libreto de Huyg Wheeler. Diálogos en versión de Rubén Szuchmacher y
Lautaro Vilo. Estreno argentino. Rubén Szuchmacher, puesta en escena. Jorge
Ferrari, escenografía y vestuario. Marina Svartzman, coreografía. Gonzalo
Córdova, iluminación. Producción escénica del Teatro Argentino de la Plata.
Santiago Martínez (Candide), Oriana Favaro (Cunegonde), Héctor Guedes
(Voltaire, Pangloss y Martin), Mariano Gladic (Maximilian y Capitán), Eugenia
Fuente (Old lady), Rocío Arbizu (Paquette), Pablo Urban (Gobernador,
Vanderdendur y Príncipe Ragotski), Mirko Tomas (Vendedor de Cosméticos,
Inquisidor I, Juez y Príncipe Charles Edward), Sebastián Sorarrain (Doctor,
Inquisidor II, Juez, Croupier y Rey Stanislaus), Víctor Castells (Vendedor de
Cerveza, Inquisidor III, juez y Tsar Iván), Luca Eizaguirre (Alquimista, Sultán
Achmet y Crook) y Alfredo Martínez (Chatarrero y Rey Hermann Augustus). Orquesta y Coro Estables del Teatro Argentino
de La Plata. Director del Coro: Hernán Sánchez Arteaga. Director Musical: Pablo Druker. Espectáculo en coproducción entre la Asociación Nuova
Harmonia y el Teatro Argentino de La Plata.
En una año complicado para el Teatro
Argentino de la ciudad de La Plata -por el cierre de su sala principal para
reparaciones- sus espectáculos líricos se redujeron a la reposición de Così fan tutte en el Roma de Avellaneda
en abril y este estreno argentino de ‘Candide’
de Leonard Bernstein en coproducción con la Asociación Nuova Harmonia -que la
incluyó como última función de su abono 2018- junto a otras dos funciones más
en el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Para este estreno se conjugaron por tanto los
cuerpos estables del Teatro Argentino junto a sus talleres con la gestión del
Teatro Coliseo y de Nuova Harmonía que dirige Elisabetta Riva. El Centenario del nacimiento de Leonard
Bernstein fue la excusa para presentar por primera vez al público argentino
esta opereta ecléctica que bascula entre la comedia musical y una parodia a la
ópera. Musicalmente conviven desde armonías corales religiosas hasta el tango y
el fox-trot, pasando por valses, gavotas, arias de coloratura, ritmos españoles
y caribeños. Pablo Druker condujo con gesto claro y
seguro la Orquesta Estable, que salvo algún pequeño desliz en el curso de la
noche y alguna intensidad poco controlada en la Obertura completó una muy buena
versión musical. Santiago Martínez descolló tanto en lo
vocal como en lo actoral como Candide mientras que Héctor Guedes fue excelente
en la difícil tarea de dar vida alternativa a Voltaire y a Pangloss además de
caracterizar en su escena a Martin. La Cunegonde de Oriana Favaro derrochó
calidad musical y simpatía en el escenario mientras que Rocío Arbizu fue una
perfecta Paquette. Eugenia Fuente fue sin dudas una de las
figuras de la noche con una personificación de la Old Lady irreprochable. Mariano Gladic fue un muy correcto
Maximilien, mientras que homogénea y adecuada fue la prestación del resto del
elenco vocal (Pablo Urban, Mirko Tomas, Sebastián Sorarrain, Víctor Castells,
Luca Eizaguirre y Alfredo Martínez) así como los actores y bailarines. El Coro Estable del Teatro Argentino de La
Plata aportó su acostumbrada calidad para construir un espectáculo de calidad
de una obra que se escucha con simpatía. Con una estética de mediados del siglo XX y
algún guiño al comics la puesta de
Rubén Szuchmacher resolvió con ingenio teatral las situaciones de una obra
complicada en lo argumental. El uso de un narrador -Voltaire- dio agilidad a la
acción y la versión de los textos efectuada por el propio Szuchmacher junto a
Lautaro Vilo ayudó a la comprensión y a la actualización de la obra pero sin
traicionarla. Sencillo y funcional el diseño
escenográfico de Jorge Ferrari, con imágenes de pop art derivadas de Roy
Lichtenstein, con colores fuertes y brillantes. De gran calidad y creatividad
los trajes ideados por Ferrari realzados al igual que los colores vivos de la
escenografía por la iluminación de Gonzalo Córdoba, y de adecuada plasticidad
la coreografía de Marina Svartzman.
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