Massimo Viazzo
Così fan tutte, compuesta por Wolfgang
Amadeus Mozart (1756-1791) con libreto de Lorenzo Da Ponte, es un dramma
giocoso, en dos actos, puesto en escena por primera vez en Viena en 1790.
La narración se concentra en una compleja trama de engaños y relaciones
sentimentales. Dos jóvenes oficiales, Ferrando
y Guglielmo, aceptan el reto lanzado por el filosofo Don Alfonso de comprobar
la fidelidad de sus prometidas, Fiordiligi y Dorabella. A través de una elaborada estratagema, ambos se
disfrazan de enigmáticos desconocidos y se embarcan en un cortejo hacia la
pareja del otro, dando vida a una serie de artimañas, malentendidos y momentos
de humor. La música de Mozart alterna
arias liricas de gran intensidad emotivas y numero animados en conjunto, dando
vida a una refinada comedia sobre el tema del amor de la fragilidad, de los
sentimientos humanos, con su buena dosis de cinismo y desilusión. Così fan
tutte esta considerada como una de las obras maestras del siglo XVII, ya que es
capaz de mezclar ironía y melancolía con elegancia y profundidad
psicológica. En la nueva producción del
Teatro alla Scala, Robert Carsen ambientó la ópera en un estudio de
televisión, transformándola en un reality show titulada La Scuola
degli Amanti (que además la segunda parte de la obra maestra de Mozart/Da
Ponte). Nos encontramos prácticamente catapultados en un nuevo episodio de un
programa que recuerda de cerca Temptation Island. Las dos parejas protagónicas
asumen el papel de participantes, mientras que Don Alfonso y Despina
interpretan a los presentadores. Es una
idea genial la del director de escena canadiense, que tampoco en esta ocasión,
traicionó su extraordinario olfato teatral.
Carsen sumerge a la obra mozarteana en la contemporaneidad (¿qué cosa
más contemporánea puede haber que los realities que proliferan en las redes
televisivas?) pero sin traicionar el mensaje original. Por el contrario, lo amplificó al punto que
el título de la ópera bien pudo haberse modificado por el de Cosi fan tutti! Durante la obertura, el
público toma asiento en las gradas del estudio, mientras los presentadores dan
la bienvenida a las parejas participantes en el programa. En los monitores, la
indicación aplausos y ovación de pie guía al público, mientras Don Alfonso
explica las reglas del juego, que se muestran en las pantallas gigantes, junto
con los nombres de todos los participantes: «La Scuola degli Amanti representa un reto para las relaciones. Las
parejas permanecen separadas hasta el termino del programa y no tienen acceso
al mundo externo. Se enfrentan en retos individuales, ignorando las pruebas afrontadas
por la pareja. Se tiene previstos nuevos encuentros, con el objetivo de validar
la solidez del vinculo amoroso. El ganador será aquel quien sabrá seguir su
propio corazón. Las parejas que se
formarán al final de la obertura serán, naturalmente, las ya conocidas, es
decir Fiordiligi/Guglielmo y Dorabella/ Ferrando, e la narración del libreto de
desarrolló sin ninguna alteración (solo algunos mínimos cambios textuales) al
interno de esta innovadora concepción teatral.
Al contrario, la historia narrada por el libreto de Da Ponte parece
estar casi concebida especialmente para un montaje de este tipo. Sin embargo, es oportuno mencionar, que, si
bien la dirección escénica de Carsen resultó ser eficaz llevando la historia de
las dos parejas de amantes, redujo el impacto de personajes como Don Alfonso y
Despina, que parecen un poco despojados de su significado original, y en
particular en sus interacciones y atracción sexual. Para los apasionados a los
reality shows, la experiencia les parecerá familiar, por la presencia de un
estudio televisivo, un público interactivo, un dormitorio, una sala bar, una
piscina, un sillón en un ambiente reservado para las confesiones intimas, y
otros elementos típicos del género. Al
final de juego (¡un juego en verdad cruel!) Fiordiligi y Dorabella resultaron
vencedoras del premio en monedas de oro, por haber demostrado sabiduría y
discernimiento para seguir sus propios sentimientos. Optando al final por el cambio de pareja,
contrario a las asignaciones iniciales (y al libreto) demostraron una profunda
compresión de sus propias inclinaciones afectivas, garantizando así, el éxito
del programa. Para terminar cubiertas
por una cascada de monedas de oro. El espectáculo de tres horas se desarrolla
con fluidez, sin ningún elemento de pesadez, gracias también a un elenco de
excepcionales valores actorales, elemento imprescindible para el éxito de una
producción como esta. Además, se debe
subrayar la amplia contribución de Robert Carsen, quien además de curar la
dirección escénica, se encargó de las escenografías
(de gran impacto fue la plataforma giratoria para el cambio de las escenas) en
colaboración con Luis F. Carvalho, responsable también de los
vestuarios, y la iluminación con Peter van Praet. Tales elementos resultaron ser
perfectamente funcionales, eficientes y de elevada calidad artística. No se debe olvidar los preciosos videos
preparados por Renaud Rubiano, y las coreografías televisivas de Rebecca
Howell. también desde el punto de
vista vocal, los desempeños de los cantantes
fueron generalmente convincentes.
En el reparto femenil, se distinguieron Elsa Dreisig, una
Fiordiligi caracterizada por un timbre exquisito, preparación técnica, y un
buen envolvimiento emotivo; y Nina van Essen, cuya Dorabella, vibrante y
segura, brilló por su hermoso color vocal y la intención interpretativa. Cuando cantaban juntas, en los duetos y en
los ensambles, se hicieron apreciaron por el perfecto equilibrio y la
armonización de sus voces. Por su parte, pareció estar menos enfocada
vocalmente la Despina de Sandrine Piau.
El dúo de amantes, Luca Michieletti, en el papel de Guglielmo y
Giovanni Sala en el de Ferrando, se mostraron desenvueltos, exuberantes y
divertidos, pero también fueron capaces de expresar amargura, desacuerdo y
rabia. Sus pruebas, si bien no fueron
siempre refinadas en el fraseo, estuvieron teatralmente convincentes,
participativas y comunicativas.
Finalmente, Gerald Finley supo interpretar con atrevimiento al
personaje del cínico Don Alfonso, aunque presentando momentos de menor
envolvimiento. El joven director de
orquesta Alexander Soddy, apreciado en el teatro milanés por su primera
jornada en el Anillo Wagneriano (que conducirá el ciclo completo en marzo del 2026) y que personalmente acompañó los
recitativos al piano, propuso una lectura brillante, rítmicamente vivaz y
técnicamente eficiente, a pesar de no haber profundizado más en los momentos
más íntimos y de desencanto. Giorgio
Martano dirigió con mano firme y meticulosa al siempre excelente Coro del
Teatro alla Scala. ¡Un éxito merecido para todos!



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