Ramón
Jacques
Para
conmemorar el vigésimo quinto aniversario del estreno mundial de Dead Man
Walking, llevado a cabo en este mismo escenario el 7 de octubre del 2000,
la Ópera de San Francisco decidió este título en un prólogo y tres actos del
compositor estadounidense Jake Heggie (1961) con libreto del dramaturgo Terrence
McNally (1938-2020), basado en el libro homónimo, editado en 1993, y que
recopila las memorias de la Hermana Helen Prejean (1939), religiosa católica
estadounidense defensora de la abolición de la pena de muerte, quien es es uno
de los personaje principales en el libreto,
donde aborda de manera profunda y humana temas relacionados con la
justicia, la redención, el perdón y la condición humana, enfocándose especialmente sobre las implicaciones morales
que se desprenden de la pena capital, aun vigente en algunas regiones de
Estados Unidos, como en la penitenciaria estatal de Luisiana (conocida como
Angola), lugar donde se sitúa la trama de la ópera, y su estrecha relación con
el personaje de Joseph De Rocher, quien es condenado a muerte. A pesar de haber sido comisionada por San
Francisco, y de haber obtenido un resonante
éxito en este escenario, además de ser un importante logro de la gestión del legendario
Lofti Mansouri, entonces director general de este teatro, la obra no
volvió a ser repuesta ni vista aquí hasta el día de hoy en el War Memorial
Opera House. Eso sí, la obra cuenta con
un par de grabaciones además de que es considerada un hito dentro del
repertorio lirico estadounidense contemporáneo, al ser un titulo ampliamente
representado, con más de ochenta producciones a nivel mundial, destacando su
escenificación en escenarios como: la Semperopera de Dresde Alemania, que marcó
su estreno europeo en el 2006, el Theater an der Wien de Viena, y en los teatros
norteamericanos de: Atlanta, Vancouver, Minnesota, Houston, Lyric Opera de
Chicago y el Metropolitan de Nueva York, donde fue vista en la temporada
2023-2024, por mencionar algunos. Previo a la adaptación hecha por Heggie, Dead
Man Walking, cuenta también con una adaptación para las pantallas
cinematográficas, estrenada en 1995, donde la actriz Susan Sarandon interpretó
a la hermana H. Prejean, y el actor Sean Penn encarnó al personaje de Matthew
Poncelet (llamado Joseph De Rocher en la ópera y Elmo Patrick Sonnier en el
libro de Prejean). Alrededor del
reestreno de esta reposición se realizaron en San Francisco diversos eventos
como: charlas, debates, coloquios, la proyección de la película, una exhibición
de obras de artistas encarcelados, entrevistas con los artistas de la ópera,
lideres religiosos y con el propio compositor sobre un tema que indudablemente
aun genera mucha polémica, controversia y rechazo en la sociedad estadounidense,
que aun se divide entre los que están en contra y otros más a favor. Los eventos culminaron con una premiación a
Jake Haggie, con la medalla de oro (San Francisco Opera Medal) el premio más
importante que otorga la compañía, al finalizar la función de estreno, donde
además estuvo presente como invitada la hermana Helen Prejean. En breve, la
historia describe el brutal asesinato y violación una pareja de adolescentes
que se encuentran junto a un lago por la noche, a manos de los hermanos De
Rocher. La hermana Helen, quien dirige
un coro infantil “He will gather usa round” (que después se convierte en
leitmotiv de Helen a lo largo de la ópera) acepta convertirse en la guía
espiritual de De Rocher, a quien conoce a través de una relación epistolar,
hasta su ejecución. Así, comienza una secuencia de escenas, desde
la llegada de Prejean a la prisión, las criticas que debe soportar de las
hermanas de su congregación, los padres de los adolescentes asesinados, incluso
el Padre Grenville, capellán de la prisión. La Hermana Prejean le solicita a George
Benton, alcaide de la prisión, que interceda por De Rocher ante las autoridades
de la prisión para que su condena de muerte sea condonada, pero lamentablemente
esto no ocurre. La hermana Prejean, debe
soportar los insultos y en enfado de los padres de los adolescentes, mientras
que a la vez da palabras de aliento y confort, acompañando a Joseph De Rocher, así
como a su madre y sus dos hermanos menores. Incluso debe intervenir en una discusión entre
los cuatro padres agraviados y la madre de De Rocher. Finalmente, llega la noticia de que
gobernador del Luisana no le otorga el perdón a De Rocher, quien se resigna a
morir por su crimen. Helen intenta
convencer a De Rocher de confesar y
hacer la paz por sus acciones, pero el se niega. La fecha de ejecución queda
fijada el día 4 de agosto. Mientras
tanto Helen Prejean reflexiona y tiene pesadillas, pero se decide a seguir
acompañando a De Rocher. Hablando sobre
diversos temas, incluido el de la música y su mutua admiración por Elvis
Presley, De Rocher le confiesa a Prejean de tener miedo, mientras su madre y
sus hermanos van a despedirse de él. Prejean habla con los padres de las víctimas,
y uno de ellos le confiesa que su parecer ha cambiado y no sabe si la pena de
muerte es lo que en realidad desea. Helen habla por ultima vez con De Rocher,
quien le confiesa su crimen y ella lo perdona.
Mientras es llevado a su ejecución, “Dead Man Walking” exclama en voz
alta George Benton; De Rocher le expresa a Prejean su agradecimiento diciéndole
que ella representara siempre para el “The face of Love” (la cara del
amor). Delante de todos los presentes, Joseph
De Rocher es ejecutado, y antes de caer el telón Prejean canta por última vez
su himno. El montaje escénico utilizado,
que fue una nueva versión creada en el 2002 por la Lyric Opera de Chicago, en
coproducción con la desaparecida Opera Pacific de California y los teatros de
Cincinatti, New York City Opera, Austin, Michigan, Pittsburg y Baltimore creada
por Michael Mcgarty, nos traslada a los años setenta del siglo pasado,
que nos los indican los vestuarios y el coche de los adolescentes, y con el
transcurso del tiempo las escenografías se convierten en instalaciones
metálicas, con escaleras y diversos pisos, cubiertos por un reja que cubre todo
el frente del proscenio, trasladándonos al interior de la prisión. Los
vestuarios fueron elaborados por Jess Goldstein, y la iluminación, de
Brian Nason, que aquí juega un papel importante, para exaltar diversos estados
de ánimo, pero sobre todo para crear esa sensación de zozobra y desasosiego,
manteniendo al público atento y en suspenso, también con el uso de algunas
proyecciones (de Elaine J. McCarthy), hasta la inevitable escena final. La
caracterización y expresivo canto de los
personajes de Helen Prejean, por parte de la mezzosoprano Jamie Barton,
y del barítono Ryan McKinny como Joseph De Rocher, fueron notables. Ambos exhibieron un canto rico en matices,
elegancia en el fraseo, proyectando envolvimiento con sus personajes. En el
caso de McKinny, literalmente se metió en la piel de De Prejean, y extendió su
papel hasta límites de una angustiante y sofocante desesperación, casi al borde
del delirio, pero sus aires de petulancia y engreimiento se fueron
transformando hasta esbozar en escena a un hombre, humilde, arrepentido, y
conmovedoramente creíble. La celebre mezzosoprano Susan Graham, quien en
el estreno mundial de la obra creó el personaje de Helen Prejean, aquí asumió
el papel de Mrs. Patrick De Rocher, y dejo constancia de su experiencia y largo
recorrido para regalar la imagen de una afligida, desesperada e impotente
madre. Demostró sus medios vocales, aun
en buena forma, y con elegante fraseo en su recitar. Del extenso elenco se debe mencionar el buen
trabajo del experimentado bajo Raymond Aceto como George Benton, el de
la soprano Brittany Renee como la Hermana Rose, así como, del tenor Chad
Shelton, como el Padre Grenville, así como del barítono Rod Gilfry,
como Owen Hart (padre de la adolescente asesinada), todos ellos con un notable
aporte en sus respectivos papeles. La
extensa lista de personajes, algunos con mayor participación que otros, fue
adecuada para el desarrollo de la función, muchos de ellos alumnos actuales y
ex alumnos del programa Merola del teatro, miembros del coro. La dirección escénica de Leonard Foglia,
asistido por Katrina Bachus, no podría abordar una temática tan fuerte y
emotiva de manera ligera. Hubo momentos
de exacerbada violencia, en el prólogo con la violación y asesinato de los dos
adolescentes, fantasmas que se le aparecen en un par de ocasiones a De Rocher,
así como la dureza que se vive en el interior de una cárcel. La escena final de
la ejecución de De Rocher, fue tan vivida y brutal para el público, que nadie abandonó
la sala, y al final provocó que gente alrededor mío prefería voltear hacia otro
lado y no ver la escena, mientras que otros lloraban, algunos de manera intensa
al presenciar la escena. Por ello es
entendible que, al finalizar la función, los pocos aplausos de la mayoría de
los asistentes que se quedaron petrificados en sus butacas, no se debió a un
desprecio a la obra, si no al shock y la conmoción que les generó presenciar la
historia. En el podio estuvo el maestro Patrick Summers, quien fue el
encargado de dirigir el estreno mundial, y en su calidad de director artístico
del teatro de Houston, de presentarla en aquel teatro, funciones de las que
existen grabaciones. Contrario a lo que
se podría pensar, la orquestación de Heggie, irradia profundidad emocional y
musicalidad. Adopta diferentes estilos que van de lo atonal, al minimalismo,
tintes de la music folclórica, popular americana, sin renunciar a su vocación de
servir al canto, con una partitura plena de encanto y misterio. Summers dirigió con seguridad y conocimiento
de la partitura, extrayendo exuberantes pasajes, pero con atención a lo que
sucedía en escena. El coro, también estuvo
presente en esta obra, con profesionalismo y homogeneidad que el sello de su
director John Keene. Como dato adicional, un indicativo de la dificultad que
supone escenificar Dead Man Walking, es que en est función se requirieron
ciento doce personas (entre artistas principales, coristas, coros de niños y figurantes) y una orquesta de setenta
músicos.




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