Marina Rebeka (Mathilde) y John Osborn (Arnold)
Foto: Ruth Walz
Ramón
Jacques
Guillaume Tell de Rossini es
innegablemente una de las obras maestras más importantes de todo el repertorio
operístico, y una labor encomiable y de mucho reconocimiento debe recibir la
compañía que se atreve a ponerla en escena, como en este caso lo ha hecho la Nederlandse Opera
de Ámsterdam. Su orquestación, sus
partes corales e individuales transportaron al espectador a otra dimensión, y
al final de esta función quedo un grato sabor de boca y de satisfacción. Poco importó la moderna puesta en escena de Pierre Audi, director de escena y
artístico de la compañía, cuya actuación
tendió a ser estática, con los decorados de George Tsypin, que situaron la escena en una Suiza abstracta, con
vestuarios de diversas épocas, montañas rocosas, un lago y algunos detalles
absurdos, colores brillantes, luces de neon, en una producción que será vista próximamente
en el Metropolitan de Nueva York, con quien fue coproducida. Aquí prevaleció y sobresalió principalmente
la música y Paolo Carignani al
frente de la Nederlands
Philarmonisch Orrkest, extrajo la gama de tonalidades
musicales que contiene la partitura. El
solidó elenco brilló en conjunto e individualmente como Nicola Alaimo, que dominó y dio expresividad al papel de Guillaume
Tell haciéndolo poderoso y heroico. El tenor John Osborn, es sin dudas en la actualidad el mejor interprete del
personaje de Arnold, intenso en su canto, flexible, uniforme, y capaz de
conmover aun con las partes mas exigentes del papel. La soprano Marina Rebeka fue una conmovedora Mathilde,
desenvuelta en escena y de con manejo ágil y virtuoso de la voz. Dignos de mencionar son Christian Van Horn como Gesler, Mikeldi Atxalandabaso como Ruodi, Roberto Accurso como Leuthold y la contralto holandesa Helena
Rasker, por su calidad vocal en el papel de Hedwige, así como el resto de los
cantantes.
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