Ramón Jacques
Una velada memorable, por lo que
presenció y por la entusiasta respuesta del público, se vivió en la reposición
de Lohengrin, la opera romántica de Wagner, en el escenario de la Deutsche Oper de
Berlín. Donald Runnicles titular
musical del teatro, ofreció una emocionante lectura de la suntuosa partitura,
que la orquesta sonó inspirada y homogénea en cada una de sus secciones que
plasmaron la particular sensibilidad que tiene al interpretar esta música Por
momentos pareció emanar del foso no solo música si no magia, dinamismo y
profundas tonalidades. El elenco tuvo como su principal interprete al tenor
sueco Michael Weinius de voz potente
y una cierta tonalidad oscura en la voz que administró muy bien durante la
función. Sobresalientes las voces femeninas comenzando por la delicada y
conmovedora Elsa de Manuela Uhl,
quien demostró sutileza en su canto, ímpetu y seguridad así como un colorido y
grato timbre; por su parte Waltraud Maier dio vida a una enérgica
Ortrud, visceral y convincente en escena pero con mucha convicción y
firmeza en su canto. Albert
Pesendorfer fue un correcto Heinrich y Gordon
Hawkins como Friedrich von Telramund cantó con demasiada fuerza que por
momentos su voz sonó áspera y destemplada. El coro brilló en cada una de sus
intervenciones, y el resto del elenco hizo su contribución al éxito musical del
evento. En la parte escénica se utilizó
la producción del director danés Kasper
Holten, que es visualmente elegante, y que mezcla elementos tradicionales,
como los vestuarios de época con algunas ideas abstractas o indefinidas como
las alas en el personaje principal, la
enorme cruz que descendió sobre el escenario, cortinas, cuadros y una iglesia
inclinada durante la escena de la boda. Un elemento que resaltó mas la escena
fue correcto manejo y uso de la iluminación de Jesper Kongshaug.
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