Wednesday, September 22, 2021

Il Trovatore en Los Ángeles

Fotos: Cory Weaver

Ramón Jacques

La ópera de Los Ángeles inició una nueva temporada, lo que ya es motivo suficiente para celebrar, con un título emblemático como lo es Il Trovatore de G. Verdi. Se trató de una función repleta de altibajos que parecieron no corresponder a la emotiva ocasión, el retorno de la ópera escenificada con público a la ciudad, ni al prestigio que ha adquirido lo teatro a través de su corta, pero prolífica historia, que hoy lo ubican como la cuarta compañía en importancia en Norteamérica, detrás de los teatros de Nueva York, Chicago y San Francisco.  Los nombres de reconocidos cantantes, algo tan habitual en este escenario, en esta ocasión brillaron por su ausencia, aunque es justo considerar los imprevistos y las limitaciones migratorias y de viajes, a las que hoy deben enfrentarse los teatros de este país, que además son autosuficientes y deben gestionar responsablemente sus recursos; y si bien los cantantes que se presentaron en función realizaron un desempeño loable, quedó la sensación de que vocalmente faltó mucho más.  El papel de Leonora fue encomendado a la soprano Guanqun Yu, quien careció de convicción escénica y pasión, si bien su voz posee las cualidades suficientes para abordar adecuadamente el papel, su tenue proyección en ocasiones fue opacada por la densa orquestación.  El tenor estadounidense Limmie Pulliam mostró un grato color de timbre y una placentera musicalidad, y si bien exhibió constancia de sus buenas cualidades vocales y artísticas, habrá que tener en cuenta el desarrollo y maduración de su carrera de cara al futuro.  En el papel de Azucena la mezzosoprano Raehann Bryce-Davis, cantó con intensidad y enjundia vocal, con una voz amplia, profunda y oscura en su color, además de que actuó con convicción e ímpetu.  El experimentado barítono búlgaro Vladimir Stoyanov, en su primera aparición local, cumplió de manera destacada tanto en el aspecto vocal como en el escénico, dando vida a un arrogante y enérgico Conde de Luna.  El bajo Vladimir Stoyanov también sobresalió en escena dando vida a Ferrando, sin importar el papel que interprete, este artista siempre sabe siempre sacar lo mejor y relucir vocalmente.  El resto de los cantantes cumplieron correctamente con sus papeles asignados y el coro, bajo la dirección de su titular Grant Gershon, se desempeñó con uniformidad y cohesión.  Mención aparte merece la orquesta del teatro, que bajo la conducción de su titular James Conlon, a quien en días pasados se le extendió su contrato hasta la temporada 24/25, ha adquirido solidez en todas sus líneas, se nota la mano del director quien, con aparente facilidad, sabe extraer los momentos más intensos de la orquestación y ha convertido a estos músicos en protagonistas de cada función y obra que aquí se ofrece. La parte escénica de la función, diseñada por Louis Désiré, pareció ser el aspecto menos convincente de la función, si bien tuvo momentos visualmente atractivos como el final donde se combinan efectos audiovisuales con fuego real en escena, los conceptos abstractos y simbólicos, o las tarimas  que subían y bajaban al fondo del escenario, como las paredes que se recorrían de un lado a otro del escenario,  o la caseta o especie de  prisión en el centro del escenario dentro de la cual cantan Azucena y Manrico resultaron poco entendibles y poco en línea  la trama de la obra. Hay momentos en los que es necesario innovar e introducir nuevas ideas escénicas, pero el teatro en ocasiones parece no comprender que gran sector del público aún es conservador.  La dirección escénica de Francisco Negrín tuvo su dosis de sobreactuación y colocó a los cantantes en situaciones o movimientos que parecían incomodarlos en detrimento del canto y la proyección. Lo bueno es que esto apenas comienza, y la balanceada temporada continuará con el regreso de una ópera Wagneriana a este escenario, además de más Verdi, Rossini, Bach, óperas contemporáneas, recitales; y lo que se está convirtiendo en una cita anual, la presencia de The English Concert, interpretando en versión concierto óperas de Handel, y que en esta ocasión eligió Alcina.




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