Ramón Jacques
El
Mesías de Handel es un clásico que no falta dentro de las temporadas de
diversas orquestas sinfónicas estadounidenses, sobretodo alrededor de las
fechas natalicias y de fin de año. La Sinfónica de Houston (Houston Symphony), que lo alterna cada
año, lo ofreció una vez más como parte de una temporada llena de altibajos, comenzando
por la cancelación de su temporada pasada, las limitaciones a los viajes que
han ocasionado cancelaciones de solistas y directores invitados, que han
llevado a la modificación de programas y
piezas a ejecutar; como también el cambio en la dirección musical, puesto que
dejará esta temporada el maestro colombiano Andrés Orozco-Estrada, después de ocho años, aunque su presencia en
Houston las dos temporadas anteriores, y por las limitaciones mencionadas,
estuvo muy limitada. De la titularidad
de la orquesta se hará cargo a partir del mes de mayo del 2022, el director
eslovaco Juraj Valčuha, quien es
además el director musical del Teatro San Carlo de Nápoles, Italia. Cabe señalar que esta orquesta siempre ha
tenido una vocación operística, ya que durante muchos años fue la orquesta
titular de la ópera de Houston, además de que a lo largo de los años ha
ofrecido operas en concierto como: Wozzeck de Alban Berg, El Rapto en el
Serrallo de Mozart o Fidelio de Beethoven por mencionar algunos títulos, por lo
que espera que esta tradición continué con Valčuha. Orozco-Estrada eligió para
su concierto de despedida, a finales del mes de abril, la Sinfonía 2ª de
Mahler; y unas semanas después Juraj Valčuha asumirá su gestión dirigiendo la
9ª Sinfonía de Beethoven. Volviendo al
Mesías, la pieza contó con la presencia de una orquesta reforzada con
instrumentos antiguos: tiorba, clavecín etc
bajo la conducción del director estadounidense Julian Wachner quien cuenta con larga trayectoria y experiencia en la música
coral y sacra, sobretodo en la música de Bach, y que aquí demostró afinidad por
esta pieza, que dirigió con atención a los detalles y se mostró muy preciso, extrayendo un sonido cargado de colores y
sentimiento, con dinamismo, y amalgamando bien al coro, con la orquesta y los
solistas. La Sinfónica de Houston,
mostró cohesión entre sus líneas y conexión con la partitura. Una de las
fortalezas que siempre ha tenido esta orquesta es el Coro de la Sinfónica de
Houston o Houston Symphony Chorus, que en cada una de sus presentaciones
siempre ofrece un nivel sobresaliente, y una vez más dejo constancia de ello,
resaltando: For unto us a child is born; and
the Glory of the Lord; y el siempre emotivo y esperado Hallelujah, durante
el cual en Estados Unidos como es costumbre acostumbra, todo el público en la
sala se pone de pie. Un dato curioso, poco antes visto, aunque no sorprendente
por los tiempos que se viven, fue que los miembros del coro cantaron todo el
concierto con el uso de mascarillas. El contratenor estadounidense Lawrence Zazzo, mostró solidez y
afinidad por la obra cantada, que hizo con claridad, calidez y autoridad demostrando
ser un cantante a otro nivel. La soprano canadiense Magali Simard-Galdès cantó con pasión, nitidez y buena proyección. El
resto de los solistas mostraron un desempeño poco uniforme y discreto, con el
bajo-barítono Daniel Okulitch,
cantando con demasiada fuerza, aspereza, fuera de estilo y poco gusto. El tenor
Andrew Haji, mostró un grato timbre,
muy ligero e inaudible por momentos.
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