Fotos: Hugo Segers
Entrevista a la mezzosoprano
calabresa Raffaella Lupinacci, quien
actualmente se encuentra en ensayos del papel de Giovanna Seymour con la Opera
Nacional de Ámsterdam, el mismo papel que interpretara recientemente en el
Teatro Carlo Felice de Génova. Raffaella habla sobre su actual trayectoria que
la está llevando a enfocarse en el bel canto, repertorio al que se enfrenta
actualmente con mayor frecuencia.
En
tu reciente calendario de presentaciones se encuentra el papel de Giovanna
Seymour en Anna Bolena, que cantaste en Génova, así como el de Adalgisa en Norma
y La Favorita en Bruselas, además de las próximas funciones de Anna Bolena en Ámsterdam
¿Dirías que te estás concentrando en la línea de roles del bel canto?
¡Por supuesto! Hoy mi
vocalidad se expresa en todo su esplendor y encuentra terreno fértil en todo lo
que es Belcanto, y espero seguir en esta dirección.
¿Cuáles
son los elementos de Belcanto que más te atraen?
Me atraen la atención a la
frase musical, a la profundidad de la palabra, la búsqueda continua de la
belleza y la expresión emocional que se le debe dar. El Belcanto también me
permite expresar una infinidad de colores y sentimientos.
Además
de los desafíos vocales que representan los papeles ya señalados ¿sientes que
te dan la oportunidad de desarrollarte también en el escenario en la parte
actoral?
Cada rol ofrece la posibilidad
de crecer escénicamente, independientemente del repertorio. Sin duda, los
personajes pertenecientes al mundo de Belcanto -que tengo la suerte de
interpretar- son ricos en profunda humanidad, en matices, en contradicciones
emocionales. Siempre se debaten entre la culpa y el deseo, la pasión. Es muy
fascinante llevar este complejo mundo interior al escenario, tratando de no
perder nunca de vista el control de la voz y los matices musicales.
¿Cómo
es tu preparación y tu aproximación a esos personajes cuando te enfrentas a
ellos por primera vez?
En primer lugar, leo toda la
literatura disponible sobre estos personajes: a menudo son personajes
históricos para los que se hace imprescindible conocer con detenimiento el
contexto histórico y cultural en el que vivieron (pienso en Seymour, por
ejemplo). Luego, me enfoco en el libreto y la música, en todos los acentos que
Donizetti, Bellini y los demás extraordinarios compositores han sacado a
relucir en la partitura. Finalmente, realizo un minucioso trabajo de carácter
técnico-vocal para sacar el máximo partido a lo escrito por el compositor.
A
este respecto ¿Tienes algún modelo a seguir?
Escucho a muchos cantantes,
muchas veces del pasado, que me han precedido en la interpretación del personaje,
pero teniendo claro que somos personas diferentes, artistas con características
vocales diferentes. Tomo algunas indicaciones, pero no imito.
Según tu experiencia, ¿cómo ha afectado al desarrollo de tu trabajo artístico, las restricciones de viaje, restricciones de teatro, horarios de ensayo, etc.?
Han sido y son periodos muy
complejos. Siempre hay muchos controles en los teatros, realizamos hisopados
antigénicos y/o moleculares en promedio dos veces por semana y también estamos
muy atentos a los contactos fuera del teatro. Ahora, en comparación con hace
dos años, es mucho más fácil viajar. Poco a poco estamos volviendo a la
normalidad incluso con los teatros a pleno rendimiento y esto, para nosotros
los artistas, solo puede ser una gran alegría.
¿Qué
proyectos tienes en tu agenda futura?
El próximo 2022-2023 será otro
año lleno de estrenos y proyectos importantes. Debutaré en Romeo en I Capuleti
e Montecchi en la Ópera de Vilnius y, poco después, encarnaré a Desdémona en
Otello de Rossini en Tokio. Luego regresaré a Europa en un teatro que ahora
siento como un segundo hogar, el de La Monnaie en Bruselas, donde interpretaré
el doble papel de Giovanna Seymour y Sara (de Roberto Devereux) dentro de la
tetralogía Tudor-Bastarda.
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