Wednesday, April 13, 2022

Madama Butterfly en el Metropolitan de NY

Fotos: Richard Termine / Met Opera 2022

Ramón Jacques

Madama Butterfly de Puccini, uno de los títulos más conocidos y celebres del repertorio operístico, se repuso en el escenario del Metropolitan dentro de la presente temporada, y con la producción escénica del cineasta ingles Anthony Minghella (1954-2008), que es considerada ya como un montaje clásico en este teatro, donde fue visto por primera vez en la inauguración de la temporada del 2006. Se trata de un brillante y colorido escenario, dentro de un imponente rectángulo. que capta la influencia oriental de la trama, la brillante iluminación de Peter Mumford, algunas ideas conceptuales, como unos cuadros que se mueven, o unas puertas corredizas, que representan una casa japonesa, muy cerca del proscenio, y enormes espejos en la parte alta del escenario que magnifican la accion sobre el escenario, concebidos por el propio Minghella y por el diseñador canadiense Michael Levine, más la aparición de unas marionetas –del teatro tradicional japonés conocido como Bunraku- que representan al hijo de Cio-Cio San y a la propia geisha durante sus sueños, además de los elegantes vestuarios y uniformes , en línea con la producción, son elementos adicionales que suman a hacer que el espectáculo sea atractivo para el espectador. Sin embargo, el paso del tiempo y cierta rigidez comienzan a hacerse evidentes. La parte vocal fue bien llevada por un elenco encabezado por la soprano Eleonora Buratto, quien agradó con su interpretación vocal y escénica del personaje central. Su voz ha adquirido mayor cuerpo, sin perder la brillantez en el color del timbre y la elasticidad, mostrando elegancia, adecuada proyección y clara dicción. Su caracterización escénica fue la de una ingenua y conmovedora Cio-Cio San, que se movió con seguridad y dignidad cuando el papel se lo requirió. En el papel de Suzuki, sobresalió la mezzosoprano estadounidense Elizabeth DeShong, una interprete muy completa, que exhibió una profunda y oscura tonalidad vocal, y una convincente actuación, cambiando un poco el paradigma de que su personaje debe ser sumiso e insustancial. Por su parte el tenor Brian Jadge, fue un correcto Pinkerton, algo sobreactuado, pero con una voz cálida, pujante y con buen porte escénico; y el barítono David Bizic, personificó un afable Sharpless, si bien es un artista que cumplió con su cometido y su papel, no ofreció algo más que resaltar. Correcto estuvo el desempeño del resto de los cantantes del elenco que cumplieron en sus respectivas intervenciones, y en el que el papel de Bonzo fue encomendado al experimentado bajo Raymond Aceto, un seguro y experimentado interprete, de respetable trayectoria, sobretodo en escenarios de Norteamérica, como correcto estuvo también el coro.  El director inglés Alexander Soddy, mostró buen pulso y afinidad por la partitura, y obtuvo buena respuesta de la orquesta de la que extrajo brillantes matices, imprimiéndole fluidez y emoción a la partitura.  No cabe duda que la orquesta es y será siempre una de las fortalezas de este teatro. Una novedad con la que me encontré es que esta función se llevó a cabo a medida del domingo, que es algo que no ocurría en el pasado.



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