Foto: Hilary Scott
Ramón Jacques
La
Orquesta Sinfónica de Boston (Boston Symphony Orchestra) interpretó el Réquiem
de Guerra, op 66 (War Requiem)
del compositor ingles Benjamin Britten (1913-1926), como parte de su temporada
numero ciento cuarenta y uno. La célebre agrupación musical, que cuenta con una
larga historia de representaciones de la obra, incluido su estreno
estadounidense en julio de 1963, la programó en esta ocasión con motivo del
sexagésimo aniversario de su primera ejecución, que tuvo lugar en mayo de 1962
en la catedral de Saint Michael en Coventry, Inglaterra. Tal y como sucediera en su estreno, las partes
para solistas fueron asignadas a cantantes de tres nacionalidades: un tenor
inglés, un barítono alemán y una soprano rusa, sin embargo, la soprano Albina Shagimuratova, tuvo que cancelar
de manera inesperada su participación en los conciertos y fue reemplazada de
último momento por una soprano estadounidense. Cabe señalar la difícil situación
que esto causa a las orquestas estadounidenses, quienes además de atravesar por
dificultades financieras por la cancelación de sus temporadas anteriores, deben
ahora aclarar y justificar reiteradamente en los programas de mano y de viva
voz antes del inicio de cada concierto, como sucedió en esta ocasión, y
anteriormente en Dallas con la ejecución de una ópera de Tchaikovski, que sus
programaciones se elaboran con meses, incluso años de antelación, y la
interpretación en estos momentos de obras como el réquiem de Britten, que narra
las atrocidades de una guerra, o el alejamiento del elenco de una artista rusa, son coincidencias que
ocurren, y aunque consientes de la actual situación política que se vive, no representan una posición de las orquestas,
como tampoco se busca vetar obras o artistas de acuerdo a su nacionalidad.
Enfocándose, estrictamente en el tema musical que atañe, la Orquesta Sinfónica
de Boston, mostró un alto nivel, y no escatimó recursos para ofrecer una destacada
e inquietante ejecución de la obra del compositor inglés. La dirección musical
le fue encomendada a Antonio Pappano,
ausente de este podio desde el 2004, quien mostró seguridad y compresión de la
obra, de la que extrajo matices, colores, así como la tensión y el dramatismo
que se desprende de los nueve poemas en lengua inglesa del poeta (o war-poet)
Wildred Owen, acompañados de un compacto y homogéneo grupo de cámara, que supo contrastar
hábilmente con la solemnidad y la suntuosidad de la Messa pro difunctis, en latín, cantados por el amplio coro y
orquesta completa, con sus profusas percusiones y metales, y una consistente
sección de cuerdas. La parte del tenor fue muy bien interpretada por el inglés Ian Bostridge, quien mostró apego a
cada texto que cantó, fraseando y enunciando con elegancia y claridad. A su
lado, estuvo el barítono alemán Matthias
Goerne, quien mostró una voz profunda y potente, algo áspera y con ciertas
dificultades en la dicción, detalles que al final no menguaron su cometido y
buen desempeño. Mencionado, por ejemplo, el intenso pero muy melodioso dueto: Out there, we’ve walked quite friendly up to
Death. Por su parte, la soprano Amanda
Majeski, cantó de manera conmovedora y con sentimiento sus partes, con una
voz dúctil de grato y penetrante timbre, y adecuada proyección, alternando con
el coro, como en el Liber Sricptus
del Dies Irae. El extenso coro Tanglewood
Festival Chorus, ocupó el lugar dominante que le corresponde en esta pieza,
mostrando uniformidad y equilibrio, y el coro de niños Britten Children’s
Chorus, aportó su toque de pureza e inocencia, cantando desde la distancia en
el segundo piso de la sala de conciertos.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.