Foto: Joyce Di Donato copiright Cory Weaver
La Temporada 2012-2013 de la Opera de San Francisco ofreció I Capuletti e I Montecchi de Bellini, obra que a pesar de la tradición histórica que tiene este teatro por representar operas italianas belcantistas, solo había sido escenificada aquí en una ocasión en 1991. Su reposición requería de una producción fastuosa y acorde a la brillantez de la partitura, sin embargo, se importó una deslucida producción de la Opera de Munich creada por Vincent Lemaire, de pocos elementos escénicos y espacios reducidos. La escena es atemporal, aunque los vestuarios de Christian Lacroix sugieren un periodo cercano a los inicios del siglo veinte, pero la formula escénica de mucha estática y por momentos de exagerados y absurdos movimientos con los brazos de los artistas y miembros del coro, dispuesta por Vincent Boussard no ayudó a un desenvolvimiento claro o convincente de la trama. Como es habitual, la orquesta mostró una conjunción y una homogeneidad admirable en todas sus líneas, y a pesar de la presencia en el podio de Riccardo Frizza, quien guío el espectáculo de manera desigual, con fuerza desmedida por momentos, creando desfases con los solistas, y extrayendo la grata musicalidad de la partitura en otros. Aun así, la parte musical fue lo más satisfactorio en esta función inaugural. Sobresaliente fue el desempeño vocal de Nicole Cabell, una vulnerable Giulietta que exhibió un timbre nítido y colorido, y fue capaz de conmover; como también lo fue el de Joyce Di Donato por su oscuro timbre y agilidad en el manejo de la voz. Saimir Pirgu posee innegables virtudes vocales, pero en su debut local y en el papel de Tebaldo, estuvo por momentos inaudible, y condicionado por su actuación. El bajo Eric Owens, mostró su potente y profunda voz en el papel de Capellio. Queda al final el mal sabor de boca que dejó la producción escénica en una ópera de la que se esperaba más. RJ
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.