Foto:Patricio Melo
Joel Poblete
BILLY BUDD, de Benjamin Britten. Teatro Municipal de Santiago (Chile), funciones entre el 16 y 26 de agosto. Intérpretes: Craig Verm (Billy Budd), Roger Honeywell (Capitán Vere), Andreas Bauer (Claggart), Redburn (Leonardo Neiva), Arttu Kataja (Flint), Homero Pérez-Miranda (Ratcliffe), Alexey Lavrov (Donald), Gonzalo Araya (Squeak), Leonardo Estévez (Dansker), Sam Furness (Novato), Adam Cioffari (Amigo del novato), Pedro Espinoza (Red Whiskers), Carlos Guzmán (Arthur Jones), Patricio Sabaté (Contramaestre), Sergio Gallardo (Primer cabo de mar), Arturo Jiménez (Segundo cabo de mar), Nicolás Fontecilla (Vigía), Pablo Oyanedel (Marinero), Teseu Camps y Santiago Montero (mozos de cabina). Orquesta Filarmónica de Santiago, dirigida por David Syrus. Coro del Teatro Municipal, dirigido por Jorge Klastornik. Coro de Niños del Grange School, dirigido por Claudia Trujillo. Director de escena: Marcelo Lombardero. Escenografía y proyecciones: Diego Siliano. Vestuario: Luciana Gutman. Iluminación: José Luis Fiorruccio.
Como cuarto título de su temporada de ópera 2013, el Teatro Municipal de Santiago programó en la segunda quincena de agosto uno de los títulos más importantes en el contundente repertorio para la escena compuesto por Benjamin Britten, y desde ya se puede calificar a estas presentaciones como un hito histórico en el principal escenario lírico chileno: no sólo se trataba del debut latinoamericano de Billy Budd, obra estrenada mundialmente en 1951, sino además se ofreció en el marco del centenario del nacimiento del músico, que se está conmemorando en todo el mundo (de hecho, la producción tuvo el apoyo oficial de la Fundación Britten-Pears, que vela mundialmente por el legado del autor). Y por sobre todo, fue un espectáculo lírico memorable, uno de los mejores que el Municipal ha ofrecido en los últimos años. Ambientada en 1797 en el "Indomable", navío británico en la guerra de coalición que enfrentara a Inglaterra y Francia, la historia se inspira en la novela breve del autor de Moby Dick, Herman Melville; sólo cuenta con personajes masculinos, y se centra en los recuerdos del Capitán Vere, quien evoca los hechos ocurridos en la embarcación, cuando permitió que injustamente se ajusticiara al joven, bondadoso e ingenuo marinero que da nombre a la obra. Como sólo ocurre en aquellas funciones que merecen ser recordadas en los anales artísticos, la conjunción entre lo musical y lo escénico fue fundamental en este montaje, en el que todos parecieron ofrecer lo mejor de sí. La propuesta escénica del equipo de artistas argentinos encabezados por el director teatral Marcelo Lombardero fue verdaderamente magnífica, siguiendo la senda de otros inolvidables estrenos en Chile de piezas del siglo XX que han estado a cargo suyo en ese mismo escenario, como El castillo de Barba Azul, Lady Macbeth de Mtsensk, Ariadna en Naxos y otra partitura de Britten, La vuelta de tuerca. Siendo fiel y respetuoso con el argumento original, Lombardero consiguió una puesta en escena fluida, dinámica y convincente, preocupada tanto del desplazamiento y movimiento de las grandes escenas corales como del intimismo, emoción y teatralidad de algunos momentos solistas. Aunque su trama se puede resumir en pocas líneas, en verdad esta es una de las obras más ambiguas y enigmáticas del repertorio lírico del siglo pasado, ya que -como otros trabajos de Britten- admite diversas lecturas en torno al comportamiento, moral y psicología de sus protagonistas, así como a los alcances sociales de la historia, y todo eso quedó patente en la dirección de Lombardero, que consiguió momentos impresionantes y sobrecogedores, y contó con el valioso apoyo de sus habituales colaboradores: Luciana Gutman diseñó un vestuario atractivo y muy adecuado, José Luis Fiorruccio una iluminación sugerente y atmosférica, y una vez más la escenografía y proyecciones visuales de Diego Siliano fascinaron, por el uso y distribución del espacio escénico y especialmente por la maravillosa y muy real presencia del mar, el agua y el cielo. Llena de detalles y contrastes armónicos y una variedad de timbres y colores que nunca deja de cautivar, la partitura de Billy Budd es exigente y variada en su riqueza sonora, y la inspirada batuta del experimentado David Syrus, Head of Music de la prestigiosa Royal Opera House de Londres, fue uno de los pilares de estas funciones, sacando el máximo partido a la Orquesta Filarmónica de Santiago. El elenco brilló a gran altura, encabezado por el regreso al Municipal del joven barítono estadounidense Craig Verm (quien el año pasado debutó en Chile como el torero Escamillo en Carmen), un protagonista ideal en lo vocal y escénico, encarnando muy bien el símbolo de bondad, belleza e inocencia que está al centro del enfrentamiento entre el bien y el mal que se establece en la obra. Impecable y meritoria fue además la entrega del tenor canadiense Roger Honeywell como el Capitán Vere, en especial en la comprometedora y difícil misión que le correspondió en el prólogo y epílogo, cuando el Capitán Vere recuerda lo sucedido en el pasado: Lombardero lo hizo cantar en la platea, en el medio del público, de espaldas al director de orquesta, y considerando esa exigencia y la sutileza de esos instantes de reflexión, estuvo verdaderamente espléndido. Luego de su debut el año pasado en Tannhäuser, el talentoso bajo alemán Andreas Bauer volvió ahora como el malvado Claggart, cuyo carácter consiguió reflejar muy bien en su voz y entonación. Y un excelente equipo de solistas internacionales y chilenos cantó los restantes papeles, entre los cuales debemos destacar especialmente a los tres oficiales que tan bien encarnaron Leonardo Neiva, Arttu Kataja y Homero Pérez-Miranda, el muy logrado Dansker del argentino Leonardo Estevez, el sonoro contramaestre de Patricio Sabaté y el vigía del ascendente tenor Nicolás Fontecilla. Párrafo aparte merecería la formidable labor del Coro del Teatro Municipal que dirige Jorge Klastornik, considerando que el coro es parte indispensable en la obra; aunque el público está habituado a su sólido nivel, de todos modos en lo musical y actoral el desempeño en estas funciones indudablemente quedará como uno más de los grandes hitos en las tres décadas de trayectoria de la formación. Su labor fue fundamental en el momento más excitante y poderoso de estas funciones, cuando todos los tripulantes del "Indomable" se preparan para un combate naval que finalmente nunca se produce. También muy meritoria fue la actuación del Coro de Niños de Grange School, dirigido por Claudia Trujillo, incluyendo a pequeños y creíbles solistas. Definitivamente un espectáculo que pasó desde ya a integrar la galería histórica de grandes logros del Municipal de Santiago.
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