Friday, November 1, 2019

Guillaume Tell en Lyon Francia


Fotos: Crédito: Bertrand Stofleth.

Gustavo Gabriel Otero
Twitter: @GazetaLyrica

Lyon (Francia), 17/10/2019. Opéra de Lyon - Grande Salle. Gioachino Rossini: Guillaume Tell. Ópera en cuatro actos. Libreto de Victor Joseph Étienne de Jouy e Hippolyte Louis Florent Bis, basado en la obra de Friedrich von Schiller. Tobias Kratzer, dirección escénica. Rainer Sellmaier, escenografía y vestuario. Demis Volpi, coreografía. Bettina Bartz, dramaturgia. Reinhard Traub, iluminación. Coproducción de la Opéra de Lyon y la Ópera de Karlsruhe. Nicola Alaimo (Guillaume Tell), Enkeledja Shkoza (Hedwige, su esposa), Jennifer Courcier (Jemmy, hijo de Guillaume Tell), John Osborn (Arnold, pretendiente de Mathilde), Jean Teitgen (Gesler), Jane Archibald (Mathilde), François Piolino (Rodolphe), Patrick Bolleire (Walter Furst ), Philippe Talbot (Ruedi). Orquesta y Coro de la Ópera de Lyon. Director del Coro: Johannes Knecht. Dirección Musical: Daniele Rustioni.


Rossini cerró su ciclo creativo operístico con la monumental Guillaume Tell que por sus dificultades vocales y su extensión no integra el repertorio usual de los teatros del mundo. Por eso cada vuelta a la escena es una verdadera fiesta para los melómanos que se pueden acercar a una obra grandiosa, diferente al resto de la producción del Cisne de Pesaro y evidentemente con un pie en el romanticismo. La obra se presentó en su versión original en francés y con algunos cortes –la duración musical total fue de tres horas y media- con una puesta en escena moderna pero respetuosa y alta calidad musical. Para Tobias Kratzer, quien firma la puesta en escena, los suizos pertenecen al ámbito artístico -son músicos o miembros de un coro vestidos como en la actualidad- y los dominadores austríacos son violentos, quieren acabar con los artistas, rompen sus instrumentos, manipulan bates de béisbol o palos de golf y su vestuario es tributario del filme ‘La naranja mecánica’. Es muy interesante que la rebelión de los oprimidos se encause mediante la conversión de sus instrumentos musicales en armas contra los violentos dominadores. Los movimientos actorales son coherentes y la historia puede ser cabalmente comprendida. Jenny, el hijo de Tell, está desdoblado entre un niño figurante y la cantante y en el final nos muestra que la historia podría recomenzar –calzándose el bombin de los ex opresores- pero con los roles cambiados: realmente inquietante que en lugar de la libertad cantada en el final podría volver a darse la opresión. El marco escénico ideado por Raine Sellmaier es sencillo: una plataforma blanca y un gran cuadro de las montañas en blanco y negro por detrás que se va tapando con tinta negra a medida que pasa la representación y parece convertirse en un tenebroso bosque. 
El vestuario, también firmado por Sellmaier, es adecuado al concepto de la puesta: predomina el negro para los suizos y mamelucos blancos para los austríacos con botas negras, sombreros hongos y los ojos rojos. En un solo momento hay color: cuando como burla Gesler los hace rendir pleitesía a su sombrero, en esta versión se obliga a los dominados a vestir trajes típicos suizos. Adecuada la iluminación de Reinhard Traub así como la coreografía de Demis VolpiDaniele Rustioni al frente de la orquesta logró extraer de la partitura toda su riqueza y mantener el adecuado balance entre el foso y la escena. Nicola Alaimo fue un Guillaume Tell potente, compenetrado y de perfectos acentos. John Osborn compuso un Arnold de perfección belcantista, con agudo brillante y poderoso y fraseo notablemente expresivo. Resplandeció en la temible ‘Asile héréditaire’Jane Archibald con bello color vocal e inmaculada línea de canto fue una Mathilde de primera línea. Poderosa la interpretación de Tomislav Lavoie de Melchtar. Correcto el Gesler de Jean Teitgen, de bella voz Jennifer Courcier como Jenny, impactante Enkeledja Shkoza como Hedwige, de agudo firme el Rodolphe de François Piolino y correcto el resto del elenco. De gran prestación el Coro de la Ópera de Lyon, que dirige Johannes Knecht, principalmente en el coro final que exalta la libertad.

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