Foto: Marcela Poch
Johnny Teperman
En una descolorida versión, retornó al Teatro Municipal capitalino, la historia de poder, intrigas y crimen que rodea al clan de los Borgia, en la ópera "Lucrezia Borgia". Esta relato original de Víctor Hugo, en la composición de Gaetano Donizetti es una de las mejores expresiones del "bel canto" italiano, un estilo que buscaba potenciar al máximo toda la línea vocal de los cantantes líricos. Por fortuna, hubo cierto consenso en considerar que el grupo de cantantes seleccionado para ambos elencos (el internacional y el estelar)cumplió a cabalidad. Los intérpretes de los roles de Lucrezia Borgia, Gennaro, Maffio Orsini y Alfonso d’Este– permitieron lucir en su máximo esplendor el virtuosismo de las voces de quienes los interpretaron. Elisabeth Meister, soprano inglesa que se presentó con gran éxito en este escenario en Aida (2011), fue la protagonista del rol titular de la versión internacional, con una presentación maciza, de poderosos agudos y precisas coloraturas. La solista del segundo elenco, la argentina -de Santa Fé- Natalia Lemercier, residente en Italia, lució una voz más fresca y juvenil, no tan experimentada, pero bonita. Para ambos tenores, los Gennaros, sólo palabras de elogio y aplausos. El chino Yijie Shi –uno de los tenores jóvenes más solicitados por importantes teatros mundiales–, mostró un cantar bello, romántico y dolido, de un "belcantista" neto. Igualmente se lució el coreano Jaesig Lee en el conjunto estelar, aunque en un tono menor. Tuvo un comienzo ligeramene vacilante, dominado por la orquesta, pero luego recuperó terreno y brilló en la parte final.
Ambas mezzosopranos se acomodaron perfectamente a sus roles masculinos, al encarnar a Maffio Orsini: la italiana Marianna Pizzolato y la chilena Evelyn Ramírez. La primera, con un registro excelente de su voz en todos los aspectos y la cantante local, confirmando el buen momento que evidenció en "Carmen" de Bizet, con un esplendoroso "Brindis",por supuesto lo mejor del Acto Segundo. Por último, en el rol de Alfonso D'Este, tanto el rumano Bálint Szabó, como el ruso Maxim Kuzmin-Karavaev, lucieron gran talento y poderosas voces en ambos actos. El resto del elenco cumplió y lo hizo bien y el Coro del Municipal dirigido por Jorge Klastornick, se exhibió con su calidad acostumbrada. La participación de los directores de la Orquesta Filarmónica fue poco convincente, especialmente por su conducción frente a los cantantes. En ese sentido, el chileno José Luis Domínguez en "Carmen", fue un guía y un apoyo y, además, les sacó gran partido a sus dirigidos.
Rani Calderón y Pedro Pablo Prudencio no lograron que la orquesta fuera un buen aliado del espectáculo global. Además que en varios pasajes no prestaron gran apoyo a las voces de una ópera que tiene delicados pasajes en un hermoso italiano. Repitamos, una vez más, que algunas arias –piezas cantadas por un solista, sin coro– conforman la partitura de esta ópera. La primera parte una una de ellas, "Maffio Orsini, signora, son io" –del Prólogo de Lucrezia Borgia–, tiene un curioso parecido al Himno Nacional de Chile. Más adelante, la melodía se torna similar al Himno Nacional del Uruguay. Se dice que esto no fue fruto de una coincidencia, pues tanto Ramón Carnicer como Fernando Quijano –autores de ambos himnos patrios– eran admiradores de Donizetti y habrían conocido su trabajo en los viajes que hicieron a Italia en esa época. La puesta en escena del "regisseur" francés Jean Luis Pichon, débil e incosistente, con una parte teatral mal aprovechada, en que los cantantes más bien expresaban sus sentimientos al público que los situaban en el contexto de la acción. Pablo Núñez ofreció una buena coreografía, que asemejaba un tablero de ajedrez y un hermoso vestuario, pero por ahí hubo unos adornos un poco extraños, como unos grandes jarrones que se asemejaban a indígenas del Altiplano en reposo. Buena la iluminación del francés Michel Tehuil y correcta la coreografía de Edymar Acevedo.
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